Pamplona - Sin tener noción de la magnitud que alcanzaría la tragedia, Javier Cruz Arteaga, hoy coordinador general de DYA Navarra, fue uno de los primeros voluntarios de esta asociación que en la misma noche del 7 de agosto de 1996 se desplazó a Biescas participar en las labores de rescate de posibles supervivientes y en la atención de los heridos. Veinte años después aun conserva fresca en su memoria la devastadora experiencia que supuso contemplar el camping de las Las Nieves a la mañana siguiente de la riada. “De noche no sabíamos que nos íbamos a encontrar. Escuchábamos gritos, olía mucho a gas, a combustible... Pero al amanecer vimos cómo había quedado el camping: la destrucción era total”, recuerda.
El contingente que DYA Navarra movilizó hasta Biescas en el primer momento pudo rescatar del río a una de las campistas, a una niña de 10 años, Amaia Astarriaga, hija de Esteban, pero fue la excepción, ya que durante los días posteriores, los voluntarios vivieron “momentos muy duros, como encontrar a una persona muerta abrazada a un árbol. Al ir a Biescas sabíamos que una riada se había llevado un camping, pero jamás pudimos pensar que al final habría casi 90 víctimas. Era algo inconcebible”, asevera Javier, que en aquel momento contaba con 29 años de edad.
Durante toda la semana posterior, entre 20 y 30 voluntarios de DYA Navarra acudieron a diario al camping de Las Nieves a colaborar en las labores de auxilio y limpieza. También trasladaron heridos en ambulancia hasta el Hospital de Jaca o hasta Pamplona, en el caso de los damnificados navarros. “Los miembros de la asociación se volcaron con esta catástrofe. Todo el mundo quiso ayudar y participar aportando su granito de arena. La respuesta que se dio desde DYA Navarra, el compromiso mostrado, estuvo a la altura”, finaliza Javier, que hoy estará en Biescas invitado por el Ayuntamiento representando a la asociación. - J.M.S.