Pamplona - Los vecinos de Añorbe, Artajona, Barásoain y Garínoain pasaron la tarde y la noche de ayer expectantes ante la cercanía de las llamas a sus pueblos. El fuego no llegó a los núcleos urbanos, aunque sí quedaron muy dañados los campos de cultivo y zonas arboladas.

Con un manto de humo sobre sus tejados y las llamas acercándose rápidamente, los vecinos de Añorbe vivieron momentos de tensión ante la posibilidad de que el fuego alcanzase sus casas. “Al principio parecía imposible que llegase, pero se empezaron a ver llamas por el parque de los molinos y comenzó a avanzar hacia el pueblo muy rápido”, explicó un concejal de la localidad, Álvaro Aranguren, quien recordó cómo el cambio del viento alejó el incendio hacia Artajona antes de que este alcanzase el núcleo urbano.

Las lágrimas brotaron en los ojos de algunos vecinos y otros no podían dejar de temblar. La tensión y el miedo de los primeros momentos se transformó en una mezcla de alivio por verse a salvo y de y tristeza al contemplar el estado en el que ha quedado el paisaje. “A medida que se ha ido retirando el humo se ha podido ver que el monte había quedado calcinado. Lo que antes era verde ahora es negro”, afirmó Aranguren.

Aunque no hubo que desalojar a los vecinos, el concejal aseguró que sí se movilizó a los perros de un recinto como medida preventiva. Desde el centro canino Berquir, ubicado en el término de Añorbe, señalaron que en su caso no tuvieron que sacar a los animales de las instalaciones, aunque reconocieron que hubo momentos de tensión. “Cruzamos los dedos para que no pase nada, porque ha estado muy cerca”, manifestó Antonio, el responsable.

Más lejos se quedaron las llamas de Artajona. El fuego no llegó al pueblo, aunque sí multitud de curiosos que querían ver de cerca las lenguas de fuego que se oteaban desde allí. Según hizo notar su alcalde, Adolfo Vélez, la expectación fue muy grande a lo largo de toda la tarde. “Me parece que nunca ha tenido tantos visitantes el pueblo como hoy”, comentó Vélez. Y es que desde esta localización podían apreciarse con claridad los frentes.

El incendio también afectó a parte del término de Barásoain, que se encuentra disfrutando de sus fiestas. Tal y como precisó su alcaldesa, Rita Roldán, las llamas no se acercaron al núcleo urbano, por lo que no afectaron a la programación ni a las ganas de continuar con la fiesta. Pese a eso, el humo sí despertó cierta expectación. “Seguimos con las fiestas, aunque de vez en cuando es inevitable echar la vista hacia el humo”, reconoció. Buena cuenta de ello dieron en el bar Ángel, que a excepción de algunos comentarios no notaron en su trabajo los efectos de las llamas. Donde sí sufrieron más daños fue en el vecino Garínoain, ya que no se pudo salvar a ermita de Santa Cecilia, ubicada a cuatro kilómetros del pueblo.