pamplona - Entre noviembre y marzo las páginas de sucesos suelen estar trufadas de noticias de viviendas que se van al garete por culpa de un incendio en su interior, cuando no se trata de edificios y bloques enteros que quedan arrasados. En muchos de ellos se dan situaciones de riesgo extremo para la vida de los ocupantes. Sin ir más lejos, el pasado 1 de octubre hubo que lamentar el fallecimiento de una mujer de 78 años en un primer piso de la calle Zapatería de Pamplona. Hace apenas una semana tres personas tuvieron que abandonar con lo puesto un caserío de Erratzu donde se declaró un importante incendio que tuvo como origen la chimenea del inmueble. Estos y otros ejemplos asaltan estas páginas con frecuencia en estos días, más cuando este invierno está siendo especialmente beligerante en cuanto a temperaturas frías, lo que conlleva un mayor uso de elementos de los hogares como las chimeneas, las campanas extractoras o la saturación de la red eléctrica, que son las causas más asiduas que provocan el inicio de las llamas.
En Navarra, el servicio de Bomberos tiene que sofocar cada año alrededor de 400 incendios ocurridos en viviendas de todo tipo de alturas, garajes, chimeneas y cubiertas. En 2016 fueron en total 369 los incendios declarados de este tipo y en 2015 habían sumado 392. Son una tercera parte de los incendios declarados en suelo urbano.
La casuística más frecuente a abordar son aquellos fuegos que se declaran en viviendas de más de dos alturas, seguidos de aquellos que vienen motivados por las chimeneas. Según Fran Zalba Barberena, suboficial de Bomberos, el hollín que se acumula en las chimeneas es un factor clave para propiciar este tipo de fuegos, por ello cualquier elemento externo tiene que estar seguro en un foco de calor como el que se genera en una zona así. 88 fuegos en chimeneas hubo en 2016 y 77 en 2015. “Recuerdo que, por ejemplo, en una urbanización de Estella se desató un fuego porque el propietario había colocado una sirga metálica atada a un clavo para que la chimenea no se moviera. Pues bien, tras arder la madera, esta se encontraba en contacto directo con el clavo y, aunque la chimenea estaba perfecta, acabó ardiendo todo el tejado. Por eso no hay que fiarse de nada. No se puede poner ropa a secar cerca de las chimeneas, ni cortinas, porque son prendas que arden con facilidad”.
el hollín y los tipos de chimenea Zalba expone que el hollín genera “un punto de calor dentro del conducto de la chimenea mucho mayor al que se produciría en el caso de que el tiro estuviera limpio. Si hay llama y encuentra madera cerca, el incendio ya estaría declarado”. El suboficial de bomberos distingue tres tipos de chimenea para explicar las problemáticas que se suelen encontrar cada vez que acuden a extinguir una emergencia. “Por un lado existen las antiguas, de ladrillo de obra. No suelen dar problemas por lo general hasta que, si no las limpiamos, el hollín acumulado revienta parte del ladrillo, provoca una grieta y ahí se crea una pequeña fuga que puede arder en caso de que haya madera cerca. Habría que limpiarlas al menos una vez al año. De hecho, en Francia es obligatorio demostrar que has limpiado tu chimenea una vez anualmente para que te renueven la póliza del seguro del hogar. También estarían las chimeneas de tubo metálico, en las que es más complicado que el hollín pueda quedarse atascado, sobre todo si el conducto no tiene codos. Pero si queda algún rescoldo y empieza a arder, puede encontrar madera detrás del tubo y empezar a arder por contacto. Y ahora está muy de moda construir chimeneas de doble tubo. Con estas existe la creencia errónea de pensar que no arden, pero nos están dando problemas. Creemos que algunas construcciones se confían porque la chimenea sea de doble tubo y colocan madera cerca. Así, el tubo interno calienta mucho el externo que le rodea, sobre todo en aquellos pasos al tejado o entre pisos donde no hay otra manera de salvarlos que haciendo codos en los tubos, y después de estos existe el error de colocar algún elemento de madera cerca de ellos. Eso es lo que no hay que hacer”.
Los incendios de chimenea se generan, sobre todo en el norte de Navarra y, al respecto, Zalba ha observado en sus años de servicio que ha habido una gran evolución en estos fuegos que antes, hace años, “eran también muy frecuentes en el Casco Viejo de Pamplona, pero ahora son residuales en esa zona porque la mayoría instaló el sistema de calefacción”.
En lo que va de año se han registrado incendios de chimenea en viviendas de Mutilva, en el caserío de Erra-tzu antes mencionado en el que se vio afectado el tejado, en Mendavia, en Tiebas, en Bidaurreta, en Marcilla, en Urdiáin, en Alsasua, en Etxarri, en Lumbier y en Aizoáin, donde hubo que evacuar a una familia. Un caso muy reciente fue el del fuego en una zona de tendedero que se inició en el patio interior de un bloque de San Jorge en Pamplona.
La estadística demuestra que las situaciones son repetitivas cada invierno y que, por ello, conviene estar alerta. Otro tejado de un inmueble de Goizueta quedó arrasado también el pasado 14 de enero, un balcón sufrió graves daños en Larrainzar después de que unas brasas sin apagar terminaran prendiendo el cubo de la basura, un fuego de origen eléctrico en plena calle Mayor de Pamplona obligó a desalojar una guardería en la capital, amén de una casa de recreo que ardió en Tafalla, y de varios fuegos de cocina detectados en pisos de Barañáin, en el barrio de Iturrama de la capital y en las piscinas de Etxabakoitz.