Síguenos en redes sociales:

Usuarios de Salud Mental piden que dejen de atarles a la cama

Osasunbidea considera que es un procedimiento “delicado” aunque “necesario” en algunos casos

Usuarios de Salud Mental piden que dejen de atarles a la cama

pamplona - “Me internaron por orden del juez. Me tuvieron tres semanas atado de pies y manos, y eso me ha dejado marcado”, cuenta David Pérez-Ilzarbe sobre una experiencia que sufrió hace más de 15 años y que no ha superado. Para lavarle “venían unos auxiliares con unos polvos de talco”. Para hacer sus necesidades le ponían un pañal. Y para comer “te soltaban un poco los brazos. Es algo que no se lo deseo ni a ellos”, asegura.

David es una de las alrededor de 40 personas que ayer se concentraron frente a Osasunbidea detrás de una pancarta con el lema No a las contenciones. Ni una muerte más. La cita acabó con un minuto de silencio por la muerte de dos personas en 2016, en Galicia y Asturias, tras practicarles la contención mecánica, expresión que suena rara y no es otra cosa que atarte contra tu voluntad a una cama.

La concentración, convocada por una plataforma que a su vez aglutina a diferentes asociaciones vinculadas a la Salud Mental (usuarios, familiares y profesionales), pretende dar voz a los que casi nunca la tienen. “El tema de salud mental está olvidado. La gente no conoce qué está pasando en las UHP (Unidad de Hospitalización Psiquiátrica), ni cuál es el día a día de las personas que tenemos un diagnóstico... estamos invisibilizados. Por eso se ha convocado esta concentración, para decir que estamos aquí y que vamos a reivindicar nuestros derechos fundamentales como seres humanos”, dice Joseba Verdugo, de 25 años. “¿Quién va a luchar si no por nuestros derechos? ¿Los profesionales que nos contienen?”, añade.

Él también sabe qué se siente cuando te atan a una cama. “Con 19 años tuve una experiencia vital muy negativa y acabé ingresado en la UHP. Y no encontré el cariño y comprensión que necesitaba; fue un encierro involuntario, con medicación a tope y tortura a través de las contenciones mecánicas”. Por su parte, José María Churruca dice que estuvo “una semana entera atado, sin haber hecho nada. Tengo un trauma desde entonces, y no quiero ni oír hablar de Agudos. Lo llaman Guantánamo porque es un sufrimiento continuo”, confiesa.

“He visto gente gritando, haciéndose sus necesidades encima...”, explica un usuario que prefiere mantener el anonimato porque su familia no sabe que ha pasado por ese calvario. A él le ingresaron tras un intento de suicidio. “Estaba dormido y me desperté atado”. No sabe si estuvo así horas o días “porque estás en un estado lamentable”, pero sí recuerda decir que era musulmán y tenía que rezar 5 veces. “No se me ocurría otra cosa para que me soltaran”. Y a Asun Lasaosa, de 56 años, le han encerrado “por falta de personal y como castigo”, las dos cosas. “Es alucinante que a estas alturas tengamos que pedir derechos humanos. Según las Naciones Unidas esto es una práctica aberrante”, y lamenta que no exista una legislación más estricta. “Hay que ponerle puertas al campo porque dependes de si caes en manos de un profesional enrollado o no. Estamos indefensos. Un día vi una pintada que decía, ¿si no me curo fuera, cómo me voy a curar dentro? Pues eso... Yo desde luego le tengo dicho a mi familia que si me ingresan otra vez quiero un abogado al minuto cero en la puerta”.

Por último, Sandro Iaboni (53 años), encargado de leer el comunicado en castellano, destaca otras consecuencias de las contenciones: “Mucha gente no le cuenta al médico lo que le pasa porque sabe cómo funciona salud mental; ataduras, internamientos forzosos... por ese miedo se callan. Y eso no es terapia”. Lo que sí es terapia fue la concentración, asegura: “Estos momentos te dan fuerza. Te das cuenta de que eres persona y eres capaz de poder expresar este sentimiento, no solo delante de un psiquiatra; delante de toda la gente y arropado por personas que pasan por mis mismos problemas”, confiesa. “Es como una caja entera de Prozac”, dice riéndose.

“solo en casos de gravedad” La directora gerente de Salud Mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, María Begoña Flamarique, afirmó ayer que la sujeción mecánica es un procedimiento “delicado para pacientes y profesionales”, que se realiza en casos “de urgencia y gravedad”. Aunque admitió que “los profesionales son conscientes de que se vulneran los derechos de los pacientes de libertad y autonomía”, explicó que se realiza “un riguroso seguimiento a la persona y se garantiza su seguridad, que esté lo más cómodo posible y que pueda cubrir algunas necesidades básicas, como son beber u orinar”. Y agregó que “en ningún caso se deja aislado al paciente”. Asimismo, dijo que “desde Osasunbidea hay un compromiso por realizar las contenciones dentro de una buena práctica, así como llevar a cabo un registro para trabajar con la máxima información”.

Respecto a la petición de la plataforma, indicó que “siempre habrá un número de contenciones de las que no podemos prescindir” para garantizar la seguridad del personal. “Todos los profesionales reciben una formación específica para manejar la situación de diversas maneras sin tener que llegar a la contención”, finalizó.