Pamplona - Los centros escolares navarros cuentan con 431 alumnos detectados con altas capacidades, casi tres cuartas partes de ellos varones, según los datos aportados por el departamento de Educación referentes al 24 de abril del presente año.
La Orden Foral 93/2008 de Atención a la Diversidad en Primaria y ESO define al alumnado con altas capacidades como aquel que “presenta necesidades educativas por desajuste en los objetivos y contenidos del curso que le corresponde por edad cronológica debido a alta capacidad intelectual o a la adquisición temprana de algunos aprendizajes, contar con habilidades específicas o creatividad elevada en algunas áreas (artística, musical, matemática, verbal, etc.) unido, en su caso, a una gran motivación por el aprendizaje”. Según indicó la orientadora del Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra (Creena), Isabel Aracama, no existe unanimidad entre los expertos con respecto a qué se entiende por altas capacidades. En cualquier caso, subrayó, “son alumnos que destacan no solo en la capacidad intelectual o cognitiva, sino también a nivel de pensamiento divergente o de creatividad”.
Las altas capacidades comprenden un espectro muy amplio y aunque cuenta con características específicas en el ámbito cognitivo, el socioemocional y el afectivo, comprende perfiles muy diferentes. Según explicó Aracama, existe un desarrollo cognitivo por encima de la media con respecto a sus iguales, siendo frecuente también que exista una creatividad elevada, sobre todo entre los niños y niñas con superdotación. Es habitual que muestren también una gran motivación en aquellas tareas que les interesen, lo que les lleva a perseverar mucho y a ser muy trabajadores. “En aquellas otras áreas que no les atraigan es más frecuente que presentar rendimientos normales e incluso inferiores, pudiendo llevarles en algunos casos al fracaso escolar”, advirtió.
Detección En Navarra hay registro de que existen 431 alumnos con altas capacidades aunque, según la orientadora del Creena, las dificultades en su detección hace que se desconozca en muchos casos que tienen estas cualidades, por lo que el número real es mayor. Normalmente la señal de alarma llega desde el ámbito familiar o el escolar, aunque en ocasiones también se detectan los primeros indicios por otras personas del entorno de los niños como los pediatras.
En las altas capacidades, indicó la orientadora del Creena, la cuestión de género está muy presente, y es que aunque casi tres cuartas partes de los detectados son varones, esto no se responde con la realidad. “Es más difícil la detección y el diagnóstico de las chicas”, apuntó. En concreto, según los datos aportados por el departamento de Educación, en Navarra el curso pasado había 306 niños detectados frente a 125 niñas.
Según explicó la experta, una de las causas de esta asimetría es que en ocasiones resulta muy complicado detectarlas debido a que tienden a mimetizarse con el entorno. “A veces prefieren pasar desapercibidas -indicó-, nos hemos encontrado incluso con alumnas que se muestran muy reticentes a diferenciarse de los demás y que no quieren destacar por encima de sus compañeros”.
Los problemas a la hora de la detección se intensifican también con alumnos procedentes de ámbitos socioculturales desfavorecidos como los niños extranjeros. En estos casos, indicó, es muy frecuente que lleguen a sus despachos por otros problemas. En estos casos, reconoció, la necesidad de cubrir determinadas carencias hace que se tienda a no prestar atención a las altas capacidades. “Un ejemplo claro es el de un alumno extranjero que no conoce el idioma -comentó-. Lo prioritario es enseñarle el idioma y los contenidos y no pensamos que pueda haber otra cosa o la dejamos a un lado”.
Cuando se detecta que un menor manifiesta características que están fuera de lo ordinario, el siguiente paso es ver si ese niño tiene necesidades específicas. En el caso de que el niño se encuentre escolarizado, explicó Aracama, el primer paso sería valorar si está bien adaptado en clase, pasando posteriormente a una evaluación psicopedagógica integral, en la que se analiza al propio alumno así como al contexto familiar y escolar. Esta siempre se realiza por parte de los orientadores, aunque estos pueden recurrir a una evaluación clínica en aquellos casos en los que se considere necesario.
En lo que a alumno se refiere, explicó la orientadora del Creena, se evalúan aspectos como su capacidad cognitiva, cómo aprende, la motivación o sus intereses. La evaluación que realiza el orientador es personalizada y “en relación al perfil de niño que tengamos hay que evaluar otra serie de aspectos, hay que ir redondeándola y cerrándola”, apuntó.
Según indicó, es habitual que a los orientadores les lleguen estos niños por otros motivos y no por una sospecha de altas capacidades. “Muchos nos llegan porque son muy movidos, tienen falta de atención o dificultades de interacción social”, ejemplificó, señalando que, en estos casos, es muy importante valorar también otra serie de aspectos referentes a la personalidad, la adaptación escolar o la adaptación personal. A su juicio, uno de los grandes retos que presenta la detección de las altas capacidades está en la tendencia a centrar la atención solo en estas características más negativas, que eclipsan sus puntos fuertes.
Atención En Navarra no existen colegios especializados para niños con altas capacidades, cada centro cuenta con autonomía para poder organizar la respuesta educativa que considere en función de sus recursos. Debido a esto, insistió en la necesidad de que todo el equipo educativo esté sensibilizado con lo que es un niño con altas capacidades y las características y necesidades que puede tener. En este sentido, matizó que “es un mito que todos los niños con alta capacidad tienen buen rendimiento”, explicando que hay que enseñarles y atenderles como al resto del alumnado.
El escenario ideal sería que cada alumno recibiese una respuesta educativa diferente en la medida en que todos los alumnos son diferentes. “Cuanto más enriquecido sea el contexto escolar, menos medidas habrá que tomar con el alumno -razonó la orientadora-, pero esto no quita que cuando las medidas generales son insuficientes tengamos que tomar otras individuales”.
En el caso de los niños con altas capacidades, estas acciones pueden encaminarse a atender la parte curricular debido a que las materias del aula les resultan muy fáciles, mientras que otros niños necesitan una intervención en el aspecto emocional, de relaciones con los demás, reconocimiento o autoestima. “Estas necesidades no son intelectuales, pero están ahí y es igual de importante atenderlas”, concluyó.
Las medidas a tomar pueden variar mucho dependiendo del caso, desde la introducción de contenidos complementarios hasta el salto de un curso. Esto último, debido a su excepcionalidad, puede realizarse un máximo de tres veces en toda su escolarización obligatoria. En este sentido, Aracama indicó que cuanto más extraordinaria es la medida a tomar, más en profundidad hay que analizar todas las variables para determinar si es adecuada, sobre todo si supone una diferenciación con respecto al resto. “Hay niños que dominan los contenidos y cognitivamente les podría beneficiar un salto de curso, pero es preferible no tomar esa medida porque emocionalmente son muy niños para relacionarse con grupo superiores o están muy bien integrados con su grupo”, ejemplificó.
Entre los aspecto a tener en cuenta por parte del profesorado, Aracama destacó que, dependiendo del área, muchos de ellos presentan diferente ritmo de aprendizaje. “Nos podemos encontrar con un niño que aprende a leer solo pero luego tiene dificultades para escribir o en la parte matemática o que tiene un razonamiento muy rápido y es capaz de resolver un problema de forma instantánea pero luego no es capaz de concretar el proceso por el que ha llegado a ese resultado”, ejemplificó. Este proceso de disincronía, aclaró, forma parte de todos los alumnos, no solo de los que tienen altas capacidades, pero en ellos se manifiesta de forma más intensa. Además, subrayó, es especialmente importante prestarle atención cuando se produce un desfase importante entre la parte intelectual y la parte socioemocional. “Son niños que captan la parte emocional de las cosas muy rápido y sin embargo tienen dificultad a ponerle palabras”, explicó.