Tudela - Ninguno de los tres acusados por el envenenamiento de aves en los cotos de Montes de Cierzo y Monte Alto respondió en la vista de ayer a las preguntas de la Fiscalía y de las partes acusatorias. Solo accedieron a contestar a aquellas cuestiones que les plantearon sus respectivos abogados defensores. Y en todas sus exposiciones hubo un denominador común: negaron haber participado en la colocación de trampas y cebos cárnicos con veneno y aseguraron desconocer si alguien dio las órdenes pertinentes para esas prácticas.

M.P., que en 2012 era presidente del coto de caza de Tudela, fue el primero en declarar y en aportar la versión de que las jaulas-trampa que se instalaban en el área del acotado “se utilizaban para capturar picarazas” y que se trataba de “una práctica normal”. Un testimonio que chocó con el del guarda forestal que aseguró haber hallado, el 24 de mayo, una de esas jaulas con una urraca como cebo vivo y, a unos metros, los cadáveres de varios milanos negros.

En todo caso, este acusado sí reconoció que dos de las jaulas-trampa eran “ilegales” y que, al recibir el primer aviso de Medio Ambiente sobre el hallazgo de aves envenenadas, mostró “preocupación por si las relacionaban con el envenenamiento”; aunque matizó que ese “miedo” era debido a la “ilegalidad” que estaban cometiendo al instalar dichas trampas. También se le preguntó por su conversación telefónica con R.M., entonces guarda de Monte Alto, en la que éste le mencionaba el veneno, cuestión a la que él respondió diciéndole que “no le contara historias que no sabía. Yo jamás di órdenes para que se pusiera veneno”, sentenció.

Otro de los acusados, J.M., guarda de Montes de Cierzo en el momento de los hechos, afirmó que las jaulas con cebos de pan las preparaba él mismo y que no tenían “ningún tóxico”. Sobre su conversación telefónica con A.G., el tercer acusado, en la que le advertía que “podían tener algún disgusto”, según la transcripción aportada por los abogados de la acusación, explicó que se refería a los “lazos para capturar zorros”. J.M. fue vehemente al denunciar que en varias ocasiones, al hallar ovejas muertas junto al Culebrete, dio aviso al Seprona, a Policía Foral y a Medio Ambiente sobre ese hecho y sobre la existencia de un tubo que provenía del vertedero y del que salía un agua “muy negra y que olía muy mal”.

Por su parte, A.G., presidente del coto de Cintruénigo en 2012 y en cuya nave se hallaron un bote del químico Lebaycid y un recipiente con restos líquidos y algo similar a “migas de pan”, alegó que, cuando en una charla telefónica con J.M., preguntó si “tenían algo por ahí” se refería a “lazos para capturar zorros”. - M. Arilla