- La marcha forzada del que fuera primer director y fundador del colegio diocesano El Puy de Estella, José San Julián Luna, en 1974 siempre ha sido una encrucijada de versiones que chocan con el discurso oficial del Arzobispado de Pamplona, que manifiesta desconocer los motivos por los que los religiosos que pertenecen a la diócesis abandonan determinadas instituciones escolares y son trasladados a otros lugares. Por lo tanto, la jefatura del clero navarro dice desconocer las razones por las que José San Julián Luna fue trasladado de colegio en 1974 y dejó de pertenecer a El Puy, cuyo colegio incluso había erigido. Afirman que tan solo conocen de dicho religioso su trayectoria docente, puesto que luego estuvo impartiendo clases en Pamplona en el instituto Irubide hasta los años 80. Posteriormente, a finales de los 90, falleció. Pero la semblanza escueta de San Julián la pueden ir trufando de detalles los estudiantes de Estella que pasaron por los pupitres en los que daba clases y en los que, además, es recordado por otras desgracias de envergadura. Uno de los cuatro exalumnos que han denunciado ante las fuerzas policiales las agresiones cometidas por San Julián es un hombre de Tierra Estella de casi 60 años al que la experiencia con este pederasta le marcó hondamente. El denunciante ingresó como interno en el colegio El Puy a finales de 1974 y denunció ante la Policía Foral cómo estando una noche durmiendo en el dormitorio inferior del colegio, el denunciado entró por la puerta con un objetivo. Por entonces, el alumno ya sabía de las prácticas habituales del profesor y los abusos sexuales y maltrato a los que sometía a sus estudiantes. Esa noche, San Julián se dedicó a ir por las distintas camas de otros internos realizándoles tocamientos. Al llegar a la cama que ocupaba el denunciante, se sentó a los pies del mismo y le preguntó si estaba despierto. Como el chico sabía lo que iba a ocurrir, según el testimonio que ha prestado, había cogido con una mano una pala de madera de las de jugar a frontón. En un momento dado, cuando San Julián puso su mano en las partes íntimas del denunciante, entonces éste fue a golpear con la pala al denunciado, impactando con la parte superior de la litera no llegando a darle al agresor. Sin embargo, el director abandonó el dormitorio a la carrera y se marchó del lugar, no pudiendo darle alcance un monitor que habitualmente dormía al lado y cuidaba de los internos.

Al día siguiente, el denunciante, junto a otros internos, acudió al despacho del subdirector del centro y puso en conocimiento los hechos que habían ocurrido y que habitualmente realizaba el denunciado. Según este exalumno, a raíz de la denuncia que interpusieron ante el subdirector, a los días comunicaron por carta que el denunciado había sido suspendido de sus funciones en el centro y expulsado del mismo por enfermedad mental. Después de aquello no regresó nunca más al colegio El Puy, pero sin embargo sí continuó impartiendo docencia en otros centros escolares de Pamplona.

"Fuimos al subdirector y le contamos lo ocurrido. A los días dijeron por carta que le habían expulsado del centro por enfermedad mental"