“Mi impresión es que los tumores cerebrales provocan mucho sufrimiento al paciente y a las familias. ¿Por qué? Porque afectan a funciones inherentes del individuo. Esa persona, que es tu familiar, de repente no te conoce, cambia de carácter, ya no es él, no puede hablar, no te puede entender, no puede moverse... Realmente afectan a la capacidad de relacionarse. Son cuestiones que obviamente llaman mucho la atención y afectan mucho al paciente y a la familia”, generando “mucha preocupación porque, lógicamente, suponen una limitación muy importante de la calidad de vida”, ha afirmado la doctora Idoya Zazpe, jefa del servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario de Navarra (HUN).
Ante esta situación, ha querido trasladarles que “están en manos de un equipo multidisciplinar que nos reunimos todas las semanas, comentamos los casos, valoramos todas las opciones... Estamos a disposición de las familias, entendemos su preocupación, porque llevamos años tratando esta patología y poco a poco se van introduciendo los avances que van surgiendo”.
Tras indicar que “cada vez se opera con más seguridad y se pueden intervenir más casos que antes”, la neurocirujana se ha referido a los avances que se han registrado en los últimos años a la hora de operar un tejido -el cerebro- que “almacena todas las funciones más importantes del organismo”. Por ejemplo, ha citado que en los gliomas malignos “ahora trabajamos con una sustancia que tiñe las células tumorales y que luego, con un determinado filtro de luz, en el microscopio quirúrgico somos capaces de ver la fluorescencia que emiten y nos permite distinguirlas de las sanas”.
Monitorización
Otro avance que ya lleva tiempo es la neurofisiología intraoperatoria. “Mientras operamos, compañeros neurofisiólogos monitorizan las áreas cerebrales más importantes y nos avisan en el momento que creen que las podemos estar dañando”, ha expuesto la especialista, que ha recalcado que “son cirugías con mucho personal y en las que se ponen muchos mecanismos de seguridad para minimizar al máximo los riesgos”.
Una de las últimas técnicas que se han incorporado es la cirugía despierto, que constituye un reto anestésico y está especialmente indicada para tumores que afectan al lenguaje. A su juicio, “es la manera más fiable de monitorizarlo” y “asegurarnos de que no dañamos la capacidad de entender o de expresarse del paciente es intervenirle despierto mientras realiza unos ejercicios supervisados por el neuropsicólogo. Si vemos que en un momento dado comienza a hablar mal o que no le sale una determinada palabra, nos obliga a cambiar o redirigir la cirugía y dejar esa zona”.
En este sentido, la doctora Zazpe ha explicado que “muchas veces los tumores cerebrales, según en qué zona asienten, no se pueden resecar o quitar en su totalidad, puesto que podríamos crear una serie de secuelas tan serias en el paciente que son incompatibles con una calidad de vida digna. En esos casos hay que dejar una parte. Luego ese resto puede tratarse complementariamente, en el caso de que lo requiera, con más tratamientos como la radiocirugía”.
Como ha concluido, “cada vez hacemos cirugías más mínimamente invasivas, más seguras. Se intenta hacer incisiones menores, que el paciente tenga altas más precoces y eso también hace que se operen más casos y, sobre todo, que podamos ofrecer cirugía a pacientes más mayores”.