Cuando el fuego llegó a San Martín de Unx, una de las preocupaciones eran las cuatro bodegas que hay en el pueblo, motor de su economía. La de Máximo Abete estuvo rodeada por la llamas, que también amenazaron las viñas. Raquel Cabodevilla, trabajadora de la bodega, asegura que todavía no han asimilado aquellos días. “Todavía nos estamos amoldando a recordar esos días, y verlo todo quemado. Por eso, nos hemos sensibilizado muchísimo con los incendios que está habiendo ahora en otros lugares de España. Yo personalmente no puedo ni mirar las imágenes en la televisión porque me trae muchos recuerdos y sé lo mal que se pasa cuando ocurre”, asegura Cabodevilla.

A pesar de que el fuego rodeó la bodega, los viñedos hicieron de cortafuego para las llamas, aunque el humo y el calor sí causaron daños en las plantas. Además, una fuerte tormenta que tuvieron unos días después “acabó de rematar el daño”, asegura. “Si ya teníamos nuestros paisaje desolador, con eso fue a más”, añade.

Durante este mes la bodega continúa adaptándose y asimilando los daños que el incendio causó en el paisaje de San Martín de Unx, elemento fundamental del municipio. “Esto es como un duelo, estamos en fase de asimilarlo y de cómo retomar la actividad y qué hacer ante lo que ha pasado. Por un lado estamos contentas de que se hayan salvado las casas y de que nuestra base económica que son las bodegas y el viñedo estén bien. Pero todo nuestro entorno es desolador, porque el paisaje para nosotros es lo que caracteriza San Martín de Unx”, asegura la vecina pueblo.

Tanto para las bodegas como para el pueblo, el paisaje es un elemento clave a la hora de atraer el turismo, por eso, recuperarlo es la primera tarea pendiente en el municipio. “El viñedo es lo único que ha quedado en pie, es en el único sitio donde se ve algo verde. Pero si el fuego le ha venido mal, esa lluvia torrencial ha arrasado con la tierra del viñedo en algunos casos y ha dejado la cepa desnuda”, explica.

Cabodevilla cuenta que al adentrarse en el terreno ya pueden verse algunas zonas verdes, lo que supone un alivio tanto para los habitantes del pueblo como para las bodegas que dan vida a San Martín. Aunque el incendio ha supuesto un palo para estos negocios, aseguran que las bodegas “seguimos vivas” y con más ganas que nunca por recibir a todo el que quiera visitarlas.