Había muchas ganas de empezar, tanto en el alumnado y profesorado, como entre los padres. Y había ganas de que ese comienzo se pudiera hacer con plena normalidad. Parece que será así todo el curso y es algo que se echaba de menos. Grupos de escolares interactuando, jugando, riendo, el disfrute de la mezcla, sin guardar distancias, ni usar mascarillas (solo es obligatoria para mayores de 6 años en el transporte escolar), con la higiene que había ya de costumbre y que ahora se ha acentuado, pero había ganas de que toda la chavalería se abrazara como si no hubiera mañana.

DIARIO DE NOTICIAS ha acompañado a dos de los 207 centros que empezaban hoy las clases en Navarra. Este martes ya comenzaron en otros 13 centros. El regreso al aula, también con pereza en algunas caras, ha ido fenomenal en el colegio público Iturrama y en la ikastola Paz de Ziganda, donde ha estado presente este medio. Queda todo un curso por conocer, jugar, aprender, reír, llorar, interactuar, estimular y hacer amistades para tiempo. Los escolares de 3 años que comienzan 1º de Infantil ya saben lo que es visitar un colegio como los de antes, como los que había antes de la pandemia, sin restricciones y donde todo fluye de manera natural.

En este curso que arranca los grupos de convivencia estable en Educación Infantil, Primaria y Educación Especial podrán interactuar en cualquier situación y espacio físico de los centros, al igual que los grupos de ESO, Formación Profesional y Bachillerato.

Además, se ha eliminado la necesidad de mantener la distancia interpersonal para los comedores y en el resto de actividades del centro, y tampoco se exigirá ya en los desayunos o meriendas en actividades matinales o extraescolares. 

La limpieza en los centros volverá a ser la habitual, desaparece la obligación de portar mascarillas en el transporte escolar para el alumnado de 3 a 6 años y solo permanece activa la recomendación de ventilar las aulas varias veces al día, entre clases, adecuando el tiempo a las características del aula.

Vuelta a las aulas en el colegio público Iturrama

El primer día de clases llegó, como no puede ser de otra manera, con una mezcla de nervios e ilusión por volver a ver a profesores, compañeros y amigos por parte de los alumnos. También había ganas ya, más todavía en el caso de muchos padres y madres, contentos y aliviados por recuperar un poco de normalidad en la rutina. Y es que esa normalidad era una de las palabras más repetida tanto por los padres como por parte del profesorado.

El nuevo curso arranca ya sin ningún tipo de restricción por covid-19, después de un curso pasado en el que se fueron dejando atrás buena parte de estas medidas. “Es una alegría volver a la normalidad y poder vernos las caras desde el principio, no tener que pensar en distancias o mascarillas... Todos estamos más contentos con esto”, apuntaba Iván Marco, director del CP Iturrama, que admite que en este primer día de curso “hay nervios por que las cosas salgan bien”. “Todo el mundo está nervioso. Los niños porque empiezan; los profesores lo mismo, y porque puede ser que cambies de alumnado; el equipo directivo por que todo esté lo mejor posible; y los padres, aunque no sé si tendrán más nervios o ganas”, comenta entre risas.

Muchos de los padres que acompañaron a sus hijos e hijas al colegio Iturrama en su primer día del curso corroboraron las palabras del director. “El verano se ha pasado rápido, pero ya teníamos ganas de que volvieran al cole”, reconocía Sandra Miguélez, después de dejar con sus profesores a sus hijas Aitana y Samira, de 9 y 6 años. En el caso de Samira, es difícil que recuerde cómo era el colegio antes de las restricciones, ya que la pandemia llegó cuando apenas había comenzado su etapa escolar. “Incluso puede ser muy raro para ella, porque comenzó en Infantil y justo vino la pandemia. Prácticamente no ha conocido otra cosa”, apuntaba su padre, Óscar. “Este año todo vuelve a ser diferente”, subrayaba Jon Sánchez, padre de Alexia y Pablo, de 10 y 8 años. “Los chavales pueden volver a hacer cosas que desde hace dos años no están acostumbrados a hacer”, subrayaba Sánchez, que también hizo hincapié en la subida de los precios, que también ha afectado de manera importante al material escolar: “Se ha notado mucho la subida de precios del material escolar. Hay que hacer un desembolso grande a comienzo de curso y, si tienes dos hijos, pues más. Habrá que ver cuánto suben las tasas del comedor o de las extraescolares”.

También Jesús Torres, padre de Noah, Lois y Dante, de 12, 10 y 9 años, admitía que “había ganas de que volvieran las clases”. Sobre el tema de las restricciones apuntaba que lo que más le preocupaba el año pasado era el tema de la ventilación. “Debían tener en todo momento las ventanas abiertas y los niños pasaban un poco de frío”, destacaba,

Carmen Lozano, que acababa de dejar en el colegio a su hijo Alejandro, de 11 años, y a su sobrina Estefany, de 10, también se pronunció sobre este tema: “Los chicos se agobiaban mucho teniendo que ir con la mascarilla. Están felices de que esto se haya acabado, aunque hoy no querían volver, querían más vacaciones”.

Una experiencia nueva para los más pequeños

La principal novedad del inicio del presente curso es el haber dejado atrás todas las restricciones que llegaron con la pandemia, algo a lo que el profesorado y el alumnado tendrá que volver a acostumbrarse. Pero no todas las personas que acudieron al primer día del presente curso van a tener que olvidar los años de pandemia. Los niños y niñas de Primero de Infantil, eso sí, bastante tenían con la traumática experiencia del primer día de colegio de sus cortas vidas. A decir verdad, de entre los 13 alumnos del CP Iturrama que acaban de comenzar su vida escolar, hubo quien se adaptó mejor y peor.

Sus profesoras, Cristina San Martín e Itziar Olóriz, se esforzaron durante esos primeros minutos en que los niños y niñas de Primero estuvieran ocupados, ya fuera dibujando o jugando con los múltiples juguetes que llenaban el aula. Y a los niños muchas veces tampoco hay que darles mucho más: si hay pinturas, pintan; y si hay juguetes, pues juegan. Pero no todos fueron tan fáciles de apaciguar. Así, mientras Mateo se entretenía pintando de color amarillo un folio y Edemith trataba de curar a sus compañeros, Daniel no paraba de llorar, como sin entender muy bien por qué se encontraba en ese lugar. Entonces Cristina sacó un juego nuevo, que consistía en pescar unos peces con una caña de juguete, que llamó rápidamente la atención de todos, Daniel incluido, que de repente se olvidó de que estaba en un sitio que no conocía, y rodeado de desconocidos.

“A primera vista, parece que el grupo se está adaptando muy bien. Puede ser que mañana la cosa cambie y a alguno sí que le ha costado un poco más, pero las primeras impresiones son buenas. Estamos bastante contentas”, apuntaba Cristina, que explicaba que a los padres les había visto “bastante confiados”. “Nos han ayudado a que la entrada fuese fácil. Tuvimos una reunión hace unos días y les quedó claro que las angustias en los peques son normales, es parte de la vida”, relató.

La educadora explicó que, con los más pequeños, el inicio es progresivo, para hacer que este cambio de aires sea más llevadero: “La primera semana y media serán días de dos horas, para que vayan poco a poco habituándose a la jornada, porque todo de golpe sería muy duro, aunque alguno venga de escuela infantil o guardería”.