Usted es orientadora familiar y educadora social. ¿Podría explicar en qué consiste exactamente su trabajo?

Mi trabajo consiste en acompañar a personas que han sufrido una adversidad temprana. Trabajo con familias, sobre todo adoptivas, donde alguno de los miembros ha sufrido una situación de abandono o maltrato en la primera infancia. También doy formación y hago mediación en procesos de búsqueda de orígenes de personas adoptadas y no adoptadas que han perdido el contacto con algún familiar.

¿Por qué decidió dedicarse a esto?. 

Yo soy madre adoptiva. Tengo 4 hijos, los 3 mayores son adoptados. Cuando adopté al primero supe que había cosas que no funcionaban, algo se me escapaba. Yo creía que todo tenía que ver con su pasado y, en cierta medida, no me equivocaba. Me fue difícil buscar ayuda para la educación de mi hijo, tuve que formarme por mi cuenta, leyendo. Así, confirmé la sospecha de que lo que pasa en los primeros meses tiene un peso importante. Después empecé a compartir con familias lo que yo iba conociendo, hasta que en un momento las propias familias me pidieron que creara un gabinete.

¿Cuáles son las principales preocupaciones de los padres antes de adoptar?

Las preocupaciones tienen mucho que ver con el proceso. ¿Cómo va a ser? ¿Cuánta documentación se necesita? En caso de una adopción internacional, ¿cuáles son los gastos de viaje y estancia en el país? Hay mil preguntas. Pero la principal es, sin duda, cuánto tiempo van a tardar en tener a su hijo con ellos.

¿Y después de la adopción? 

Algunas familias más formadas conocen cuáles pueden ser las consecuencias de la adversidad temprana en el desarrollo de sus hijos. Por una parte, todo lo que han sufrido; por otra, la propia condición adoptiva. Algunas de las preocupaciones de los padres son cómo van a reconstruir la historia de su hijo para que la comprenda y cómo van a acompañarle en su dolor. Los padres entendemos el vacío que supone para los hijos no tener datos sobre su pasado.

“Nosotros, los padres, entendemos el vacío y el dolor que supone para los hijos adoptados no tener datos sobre su pasado”

Se dan algunos casos en los que los padres adoptivos no pueden cubrir las necesidades del niño o niña, y entonces regresa al sistema de protección. ¿Qué repercusiones tiene esto para los niños?

Los padres nunca se rinden. A veces las circunstancias son tan duras, con unas secuelas tan importantes, que el hecho de adaptarse a la vida familiar es complicado, tanto para los padres como para los hijos. A veces resulta imposible mantener la convivencia, y esto genera culpabilidad en ambas partes. Pero cuando esto ocurre no es porque los padres hayan tirado la toalla, sino porque no tienen los recursos que el niño o adolescente necesita para poder recuperarse de ese dolor.

Entonces, ¿son pocos los casos de los padres que renuncian?

El 99,9% de las personas que vuelven al sistema de protección no lo hacen porque sus padres hayan renunciado, sino porque el dolor es insoportable. Cuando uno pasa muchos años sufriendo y lo ha intentado todo y nada funciona, es necesario separarse.

¿Cuáles son los factores que influyen en esto? ¿La edad tiene algo que ver?

Todo tiene que ver con lo que las personas pasaron en su primera infancia. ¿Qué pasó? ¿Cómo pasó? ¿Durante cuánto tiempo pasó? ¿Qué tipo de adversidad sufrió? Es una ecuación con muchas variables, una de ellas es la edad, pero no es únicamente eso. Aunque sí que es cierto que cuanta más edad, pueden haber ocurrido más cosas. Cuanta más edad, más posibilidades de que ocurra esto.

¿Qué suele recomendar a los padres a la hora de abordar dificultades?

Qué pregunta más difícil... Cada niño y niña tienen necesidades diferentes. Hay que estar atento a esas necesidades para dar una respuesta sensible y acompañarles en su dolor. Por ejemplo, en los casos de abandono es muy importante la incondicionalidad. Muchos niños saben intelectualmente que su familia va a estar ahí pase lo que pase, pero más allá de saberlo, deben sentirlo y percibirlo. Es necesario que tengan la certeza absoluta de que la familia va a estar ahí. La incondicionalidad y la seguridad son elementos clave.

¿Algún consejo que quiera darle a la sociedad?

Muchos, pero me centraré en la educación. La adopción es un tema que se conoce poco y que las familias lo sufren mucho. El caballo de batalla de muchas familias en esta situación es el colegio. Muchas escuelas se creen que todo pasó, que ya no hay problemas en los hijos adoptados, que está todo solucionado... pero no. Deben conocer las secuelas de lo que sucedió antes.

Por lo tanto, los colegios deberían recibir formación específica.

Sí. La escuela se convierte con frecuencia en un lugar inseguro para ellos, están continuamente en alerta. Familias y niños sufren porque a menudo encuentran incomprensión. Los niños pasan en la escuela muchísimas horas, se enfrentan a retos importantes, no solo en aprendizaje académico, sino también en aprendizaje social. Hace falta concienciación en los colegios para que los profesionales ayuden y acompañen a los niños en su proceso de desarrollo.