El sexólogo pamplonés José Luis García ofreció el jueves una charla en San Fermin ikastola en la que advirtió a las familias de los riesgos del consumo del porno e instó a los padres y madres a hablar de sexo con sus hijos e hijas.

¿Cree que aún hay padres y madres que se sorprenderían si les dicen que su hijo de 12 años ve porno? He leído que más de la mitad lo ha consumido a esa edad.

–La sorpresa va a ser mayúscula. Es más creo que no se lo van a creer y que, en todo caso, pensarán que no tiene mucha importancia que vean alguna peliculilla. Los padres están muy lejos de comprender el alcance de este tema desde el punto de vista de la salud.El poder adictivo de la pornografía es superior al de la cocaína y es mucho más fácil acceder a él. Es gratis, puedes hacerlo en tu casa, no te va a pillar la policía... Las condiciones son muy favorables. De hecho a los 6 años empiezan a ver porno, a los 8-9 años con el regalo del móvil es un momento clave y a los 12 años entre un 40%- 50% de los chicos en España ya ha visto porno. A los 16 años superan la mayoría y a los 18 son pocos los que nunca han visto. Su consumo es generalizado y está normalizado.

¿Cómo accede un niño de 6 años al porno si apenas sabe leer y escribir? 

–Con el móvil del padre o de la madre que también consumen. De todas formas, cualquier niño o niña que tenga un móvil con acceso a internet se va a topar antes o después con el porno porque los algoritmos del porno, que es una industria muy poderosa, tienen previsto captar a jóvenes, y cuanto mas pequeños, mejor porque son futuros adictos. Por tanto los videojuegos, plataformas como Twich, Tik-Tok, Instagram o Twiter están plagados de pornografía, pederastia, pedófilos, prostitución... Ningún niño debería tener cuentas en estas plataformas.

¿Sigue siendo cosa de hombres? 

–En este momento, sí. Pero está cambiando porque la industria del porno no va a dejar ese nicho de mercado, que son las mujeres, así porque sí. Ya se están produciendo películas menos violentas y las mujeres están entrando. En Suecia, a los 16 años, el 96% de los chicos y el 54% de las chicas consume porno. Es una tendencia y probablemente llegaremos a esas tasas en los próximos años porque en un mundo globalizado los problemas de los adolescentes son similares. Se empiezan a producir películas más suaves en las que la mujer toma la iniciativa y es protagonista, pero se mantienen los estereotipos de penes de 25 centímetros, de mujeres multiorgásmicas, de estar tres horas en la penetración...

¿Cuáles son los principales riesgos de la pornografía? 

–Me preocupa sobre todo dos cosas. La primera es que las películas porno transmiten la idea de que es muy fácil ligar. Y la segunda que a las mujeres les gusta que las fuercen con dinero, con presión, con agresión... Al final acaban conviertiéndose en unas lobas sexuales que están a disposición del varón para lo que quiera. Esas dos ideas son muy perversas. Los chavales se lo creen y tratan de imitarlo porque han erotizado la violencia. Ellos viendo esas películas se excitan y se masturban. Un niño en un solo click tiene a millones de mujeres, de todas las edades que le están invitando a tener relaciones con él. Esto provoca muchos desajustes y genera adicción. 

Poco se habla de esta adicción...

–Así es y conlleva una serie de patrones de conducta muy peligrosos, por ejemplo, alteraciones en la sensibilidad cerebral. La persona necesita más tiempo viendo porno y cada vez más películas violentas e ilegales. Tiene relación con la prostitución: el chico que consume mucho porno al final acaba acudiendo a la prostitución porque no puede pedir a su pareja esas cosas que le excitan porque le va a decir que no. Hay alteraciones en las relaciones de pareja, muchos conflictos y crisis en hombres que consumen porno y las mujeres se comen todo el marrón y sufren las consecuencias de la adicción al porno de los hombres; está asociado al consumo de alcohol y otras drogas así como a cuadros depresivos y ansiosos. Y luego está el problema de que en el porno no existe el condón. Enseña a los chavales que la penetración anal seguida de la vaginal y la oral, todas sin condón, es lo más guay. De ahí el aumento de las enfermedades de transmisión sexual.

Los riesgos del porno no tienen edad pero imagino que son mayores cuanto menor es el consumidor.

–Sí cuánto más precoz, peor porque el cerebro de un niño se está construyendo. Ver una película porno violenta puede provocar en un niño un impacto psicológico grande, pero le va a excitar, inevitablemente porque el cerebro está preparado para responder a esos estímulos visuales. Va a tener un conflicto muy importante, pero lo va a seguir buscando porque la dopamina está activada. Por tanto los riesgos son muy elevados. Vamos a necesitar un batallón de psicólogos en los próximos años para atender los problemas derivados de la adicción a las pantallas y la adicción al porno. Y los padres no se hacen una idea de lo que pasa. Cuando voy a hablar con ellos toman conciencia y se asustan pero no son conscientes de su trascendencia. Hablar de la pornografía, de las relaciones sexuales o de la masturbación cuesta porque a ellos tampoco les han preparado. En el tema sexual seguimos con la idea de búscate la vida como puedas. No se habla ni en casa ni en la escuela. Sí se habla de temas de biología, regla, embarazo, pero no de otros asuntos que interesan a los jóvenes. El deseo, la atracción, las películas porno... 

¿Cuál es su propuesta?

– Tenemos que hacerle la competencia al porno. El porno va a estar ahí como lo está el tabaco o las drogas. Es imposible de controlar. Cada vez va a ser más sofisticado y va a tener más poder. ¿Cómo hacerle la competencia? Con educación sexual en casa y en la escuela. Obligatoria. Tenemos que capacitar a nuestros hijos para que tomen la decisión de ver o no porno, y qué tipo de porno ver.

En Navarra se implantó el programa Skolae y mira la que se lío...

–En Navarra hay una presión brutal por parte de partidos políticos y organizaciones religiosas para que no se avance en educación sexual. Pero luego no nos podemos quejar de que las agresiones entre menores, según la Fiscalía, hayan aumentado un 40% y las agresiones sexuales entre menores, un 25%. Y cada año va a más. Creo que el consumo de pornografía violenta es un factor destacado en el incremento de la violencias sexual entre menores. Violencia sexual ha existido siempre porque tiene relación con el poder, pero lo que está pasando con los menores es un fenómeno nuevo en esa sociedad occidental y es resultado de ese consumo.

Usted ha hecho referencia a tipos de porno, ¿no son todos iguales? 

–Yo distingo, y esto me ha traído muchos problemas, entre dos tipos de porno: películas sexuales porno-violentas y películas sexuales eróticas. Mi propuesta es que aunque las dos pueden provocar adicción las consecuencias de las eróticas son sensiblemente menores que las otras. Propongo un consumo racional de esas películas. No pasa nada por ver una película erótica, otra cosa es son películas en las que hay una violencia expresa contra la mujer, contra los menores... pero si no hay violencia o sometimiento contra la mujer no tiene porque tener consecuencias, siempre que sea un consumo controlado. Los políticos tendrán que llegar a un acuerdo con las productoras de cine porno para que hagan películas no violentas. Estamos muy lejos de esto.

Sus opiniones le han generado muchos problemas...

–A los que nos atrevemos a hablar de esto nos llueven tortas por todos los lados. Amazon publicó mi libro y a los cinco días lo retiró, me han cerrado una cuenta de Instagram con 5.000 seguidores y otra de Twitter con 18.000. También me censuraron un post que hablaba de la vinculación entre la pornografía y la prostitución. Cuando planteo que hay que hablar con los hijos, explicarles que esas películas les van a hacer daño y propongo que les planteen ver otro tipo de películas para que se masturben hay colectivos feministas que lo consideran una herejía.Para ellos toda la pornografía es igual. En mi opinión esto es un error, una irresponsabilidad y supone blanquear la violencia sexual. Yo he visto películas porno en las que se tortura a una niña y otras donde no hay violencia. No se puede meter todas en el mismo saco. La ignorancia en estos temas supone un coste en salud brutal. La sociedad ha elegido mirar a otro lado pero como no tomemos una decisión valiente vamos a tener problemas. l