El arqueólogo Mattin Aiestaran, director de las excavaciones en el yacimiento de Irulegi, donde se ha hallado una mano de bronce con la inscripción más antigua en lengua vascónica, ha afirmado que, a diferencia de otros enclaves, "cada hora de trabajo" en este antiguo poblado prerromano "da sus frutos".

Aiestaran dirige desde 2018 la investigación arqueológica del poblado de la Edad del Hierro situado junto al castillo de Irulegi, yacimiento en el que se basa una tesis doctoral que está realizando en la Universidad Pública Vasca/Euskal Herriko Unibertsitatea.

Aiestaran recuerda cómo el 18 de junio de 2021 la arquitecta Leire Malkorra, en el vestíbulo de lo que se cree que era una vivienda del poblado, encontró una lámina de bronce junto a cerámica y restos de carbón.

Un hallazgo de ese tipo, ha asegurado, "no nos extrañó, porque estos pobladores conocían el metal y lo trabajaban. No sería un caso único, sino que nos han salido varias veces elementos metálicos, como clavos y demás".

UN DERRUMBE QUE PROTEGIÓ LOS RESTOS

Los arqueólogos del Gobierno de Navarra vieron la pieza el mismo día en que fue encontrada, pero "desconocíamos qué podía ser, si se trataba de un ornamento, de una pieza incompleta". No fue posible en ese momento hacer más averiguaciones, aunque "ahí está la tentación de querer limpiar la pieza en el mismo yacimiento para ver qué es", ha reconocido.

Siguiendo los consejos del servicio de Restauración del Gobierno de Navarra, la pieza, con parte de la tierra adherida a la misma, se guardó en una bolsa hermética "para alterar lo mínimo posible la humedad y la temperatura a la que ha estado expuesta durante 2.000 años", ha explicado el arqueólogo.

En el Depósito Arqueológico del Gobierno de Navarra, en Cordovilla, las restauradoras se hicieron cargo de su limpieza y estabilización, hasta que una de ellas, ha indicado Aiestaran, "se dio cuenta de que tenía uñas en los dedos y de que era el dorso de una mano derecha en la que había un texto escrito".

La pieza está excepcionalmente bien conservada. "Es un lámina muy delgada, pero elementos más frágiles incluso se han llegado a conservar en Irulegi por el hecho de que (el poblado) fue atacado y abandonado" en el siglo I antes de cristo.

"Estas viviendas fueron incendiadas, colapsaron y el derrumbe mismo del edificio lo cubre y ha sellado todos los retos que tenía en su interior. Eso ha permitido que todo esto quedara en posición primaria inalterado durante 2.100 años", ha subrayado.

¿UN AMULETO DE BUENA SUERTE?

La pieza tiene un pequeño agujero y estaría clavada al parecer en un poste o en el vano de la puerta de una de las viviendas del poblado. "Estaba hecha para ser mostrada, para que quien se acercara allí lo viese", ha comentado Aiestaran.

Su utilización, ha resaltado, "no puede alejarse mucho de una función apotropaica, una expresión griega que significa lo que aleja el mal y acerca el bien o da buena fortuna a quien vive en esa vivienda o en ese edificio o a quien entra" en el mismo.

Imagen de detalle de la Mano de Irulegi Aranzadi

LOS SÍMBOLOS Y CREENCIAS DE SOCIEDADES ANTIGUAS

Aiestaran no duda en afirmar que la mano de Irulegi "es un objeto muy valioso", porque los arqueólogos "no estamos acostumbrados a encontrarnos piezas de esta naturaleza. Los arqueólogos normalmente andamos con bastante más seguridad cuando tratamos sobre temas como arquitectura, economía o artesanado incluso, porque investigamos el pasado desde el registro material".

En cambio, ha reconocido, los arqueólogos "nos sentimos un poco más incómodos y carecemos de tantos datos para hablar de cuestiones inmateriales de las sociedades pretéritas".

"Y en este caso, la mano de Irulegui nos habla de varios aspectos inmateriales de estas sociedades, una de ellas es el simbolismo, las creencias que ellos tenían, y llegar a estas cuestiones es muy difícil, se han de necesitar piezas muy exclusivas", ha agregado.

Pero, además, ha valorado, esta mano de bronce "nos ha dado otra gran pista sobre una cuestión inmaterial, que es su lengua, que se materializa cuando se escribe".

OTROS RESTOS "CONGELADOS" EN SU LUGAR ORIGINAL

Pero la mano no ha sido el único hallazgo arqueológico realizado en Irulegi, donde también se han encontrado restos que remiten a la vida cotidiana de los pobladores vascones. Estos restos tienen el valor añadido de que están en su lugar original, como los fragmentos de grandes tinajas que están lo que se interpreta como un almacén, los objetos de cocina que aparecen al lado de un hogar o los elementos relacionados con équidos hallados en lo que podrían ser unos establos.

"Nos estamos encontrando con una imagen fiable y sobre todo congelada de ese momento", ha destacado el arqueólogo.

UN POBLADO QUE CRECIÓ DURANTE 1.400 AÑOS

Uno de los aspectos más destacados de Irulegi, ha explicado Aiestaran, es que tiene 1.400 años de evolución como poblado. Empieza como una pequeña aldea en lo alto del monte edificada con materiales perecederos en la edad del Bronce Medio y termina siendo casi una protociudad en el siglo I antes de cristo. "En Navarra se han dado muy pocos yacimientos que ofrezcan esa estratigrafía", ha asegurado.

"Irulegi es uno de ellos y la imagen que nos puede ofrecer en cada fase es muy distinta", ha señalado Aiestaran. La más atractiva, porque es la que mejor se ha conservado, ha resaltado, es la última, la del Hierro final, gracias al ataque de las tropas romanas y su abandono, lo que fue "una gran tragedia para ellos, pero para nosotros los arqueólogos del siglo XXI es una suerte maravillosa".

El arqueólogo ha apuntado que en otros yacimientos, "con un buen equipo y con buenos medios", lo que se halla en el subsuelo tal vez "no nos ha respondido tanto", pero "ese no es el caso de Irulegui". En este yacimiento, ha aseverado, "cada hora de trabajo que invertimos da sus frutos y yo creo que en el futuro también será así".

LOS VASCONES, UN PUEBLO MUY DESCONOCIDO

Acerca de los protagonistas de esta historia, los vascones, Aiestaran ha indicado que "es muy poco lo que se sabe de esta etnia, de este pueblo prerromano".

Una de las pocas cosas que se saben es su nombre. Los romanos, cuando por primera vez mencionan a este pueblo, lo hacen porque parte de su ejército pasa por tierra vasconas en el 76 antes de cristo, en dirección a Uaracos, la actual Viana. Esa es la primera fuente existente.

Hay otras menciones a los vascones de historiadores romanos que no aportan mucha información sobre los mismos. "Todo lo demás nos lo tendrá que ir contando la arqueología", ha afirmado Aiestaran, quien confía en que el yacimiento de Irulegi ayude a ir completando este puzzle de datos sobre el pueblo vascón.

ARQUEÓLOGOS Y VOLUNTARIOS, MANO A MANO

El hallazgo ha sido fruto de un trabajo colaborativo desarrollado con la ayuda de voluntarios del Valle de Aranguren, del resto de Navarra y de otras comunidades autónomas.

Cada verano, desde 2018, los voluntarios, guiados por arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, han estado excavando en el yacimiento de Irulegi, datado en el siglo I antes de cristo, a los pies de los restos del castillo medieval situado en la cima del monte.

Allí, en los meses de junio y julio, voluntarios y arqueólogos profesionales han ido sacando a la luz restos enterrados desde hace más de 2.000 años, que la sociedad científica presenta cada año en el frontón del Valle de Aranguren a los vecinos de este municipio navarro de unos 12.500 habitantes.

Foto aérea del Castillo de Irulegi. Aranzadi

UN PRIMER HALLAZGO DE VECINOS DEL VALLE

La historia del yacimiento de Irulegi comienza en 2006 cuando una cuadrilla de vecinos del valle, en auzolan, subieron al monte, a donde se intuía que pudo estar el castillo medieval, y comenzaron a desbrozar y limpiar el terreno. Pronto encontraron restos arquitectónicos y comprendieron que necesitaban el apoyo de una institución científica para continuar con los trabajos.

Fue en 2007 cuando el Ayuntamiento del Valle de Aranguren encargó los trabajos arqueológicos a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que primero llevó a cabo la excavación y consolidación del castillo de 2007 a 2017. A partir de 2018, se inició la excavación del poblado prerromano, junto a la fortaleza, ha explicado el alcalde del Valle de Aranguren, Manuel Romero.

La idea, ha señalado, era investigar el poblado de la Edad de Hierro y la forma en que fue atacado por los romanos, tras lo cual fue abandonado.

UN TRABAJO DE PROFESIONALES Y VOLUNTARIOS

El arqueólogo Mattin Aiestaran trabajó en el yacimiento primero en prácticas como alumno universitario y desde 2018 como director del mismo. Según ha indicado, como es habitual, el trabajo de campo se hace en verano, entre junio y julio, y durante el resto del año se procesan todos los materiales y se hacen los informes e investigaciones.

En ese trabajo de campo participan técnicos y arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi junto a profesionales como arquitectos y geólogos. También se trabaja en red con distintas universidades como la del País Vasco o la de Burgos.

Y después está una de las partes más importantes de todo este proceso: los alumnos universitarios que acuden cada año a excavar en Irulegi en prácticas. De esta forma, "intentamos ofrecer información práctica a toda esa generación de jóvenes arqueólogos", ha destacado Mattin Aiestaran.

Una vez al año, los principales hallazgos se muestran a los vecinos de la zona en el frontón de Aranguren. "Evidentemente, nos debemos al valle, que es el que nos llamó y es el promotor realmente de este proyecto. Siempre hemos querido mantener esa cercanía hacia los habitantes del valle y eso supone también, cómo no, difundir y divulgar los trabajos que estamos haciendo", ha subrayado Aiestaran.

Parte del equipo de voluntarios, en los trabajos de excavación en Irulegi. Cedida

EN 2021 SALTA LA SORPRESA

En junio de 2021 vio la luz el hallazgo más importante del yacimiento hasta la fecha, una lámina de bronce que primero se identificó como un adorno de casco, al estilo de las alas del casco de Astérix, aunque "la gran sorpresa viene cuando se nos indica que ha aparecido una mano que puede tener connotaciones de importancia en el tema lingüístico", ha comentado el alcalde del Valle de Aranguren, Manuel Romero.

"La verdad es que supuso un espaldarazo importante para el Ayuntamiento, puesto que habíamos apostado muchos años por hacer esa excavación arqueológica sin grandes apoyos", ha afirmado Romero, quien ha reconocido que lo sucedido ha sido "muy emotivo y emocionante".

Sobre todo, ha agregado, porque los trabajos "se hacen con muchísimo voluntariado, personas del Valle de Aranguren, personas que vienen de otras comunidades autónomas. Se participa muchísimo desde la colaboración ciudadana a la hora de trabajar en esas excavaciones, junto a los equipos técnicos que garantizan toda la rigurosidad que necesita una excavación de estas características".

"Esto ha sido algo muy local, nosotros nunca hemos buscado absolutamente nada, no tenemos una hoja de ruta, esto ha sido una sorpresa muy agradable", ha resaltado el alcalde.

EL AYUNTAMIENTO QUIERE EVITAR MASIFICACIONES

Romero ha señalado que ahora hay "un boom muy importante" con el yacimiento y la mano de Irulegi, pero confía en que "poco a poco se apaciguarán la cosas", porque es una zona que siempre ha sido muy visitada y ahora "debemos regular que las visitas se puedan hacer con garantías", ya que "las masificaciones a veces perjudican al entorno, al medio ambiente y a los vecinos".

"A ver si podemos organizarnos de alguna manera para que en los pueblos cercanos tengamos una zona de aparcamientos, unos merenderos para comer, porque no es un valle turístico y no porque no haya demanda, sino porque el criterio del Ayuntamiento siempre ha sido preservar el valle desde el punto de vista medioambiental", ha apuntado.

Tras anunciar que "no vamos a hacer una explotación turística del poblado ni del castillo ni de los parajes del valle", el alcalde ha explicado que está proyectado habilitar el Palacio de Góngora, donde se llevó a cabo la presentación de la Mano de Irulegi, como un centro sobre el patrimonio cultural y medioambiental del valle.

Así como en el yacimiento "no tenemos mucha prisa por alcanzar objetivos, no podemos volvernos locos buscando más manos", sí se desea "acelerar la rehabilitación total del Palacio de Góngora, "porque podría ser el punto de llegada al valle y, desde ahí, marcar diferentes itinerarios para subir a Irulegui, unos más fáciles, otros más de montaña".

"Ahí podría estar el museo con todo lo que está saliendo de los yacimientos y se podría crear un centro medioambiental al servicio de la comarca de Pamplona", ha precisado.

Imagen del yacimiento de Irulegi Javier Bergasa

SORIONEKU: BIENVENIDOS AL VALLE DE ARANGUREN

La mano de Irulegi volverá en diciembre al valle para ser presentada a los vecinos y "que se sientan partícipes de lo que ha sido el hallazgo de la pieza, que la sientan como algo que es del Valle de Aranguren". Después irá al Museo de Navarra y "ahí no hay vuelta atrás", ha reconocido el alcalde, que ha comentado que "habrá que hacer réplicas", una para el propio yacimiento.

De momento, "estamos viendo hacia dónde queremos ir con todo esto", porque la mano de bronce y la inscripción "sorioneku" (afortunado, expresión al parecer utilizada a modo de bienvenida) "se ha convertido en un símbolo del Valle de Aranguren".

"Si esa palabra de 'sorioneku' es de bienvenida a un lugar, está claro que el valle la acoge totalmente", ha afirmado el alcalde.

Imagen de archivo de Javier Velaza.

PRIMER TESTIMONIO "INCUESTIONABLE" DE LENGUA VASCÓNICA

El lingüista navarro Javier Velaza, quien junto al guipuzcoano Joaquín Gorrochategui se ha encargado de analizar las inscripciones de la "Mano de Irulegi", ha asegurado que este hallazgo es el primer testimonio "incuestionable" de lengua vascónica de hace más de 2.000 años.

Javier Velaza, experto en epigrafía y catedrático de Filología Latina en la Universidad de Barcelona, ha afirmado que hay que seguir analizando las inscripciones en la pieza de bronce con "calma" y con "rigor" para saber su relación con la forma de la lengua documentada en los textos vascos más antiguos (siglos XV y XVI).

Junto a Joaquín Gorrochategui, experto en paleolingüistica y catedrático de Lingüística Indoeuropea en la Universidad del País Vasco, el navarro augura una larga fase de estudio de una inscripción singular que se remonta al siglo I antes de cristo.

¿Qué conclusiones ha permitido obtener hasta ahora la Mano de Irulegui?

Del testimonio de la Mano de Irulegi creo que se pueden extraer dos conclusiones: la primera, que en ese territorio y en esa cronología se hablaba la lengua de los vascones; la segunda, que esa lengua, al menos en algunas ocasiones, se puso por escrito mediante una adaptación de un signario ibérico.

Se ha calificado la lengua utilizada en la Mano de Irulegui como euskera, vasco, vascuence, protoeuskera o lengua vascónica. ¿Cuál sería la expresión correcta?

A mi modo de ver, la forma más científica es llamarla lengua vascónica o vascona, puesto que entendemos que es la lengua propia del pueblo que las fuentes clásicas denominan como Vascones. Es también la forma más prudente, puesto que en realidad desconocemos cuál es la relación exacta de esa lengua con la forma de la lengua que tenemos documentada en los textos vascos más antiguos, es decir, los de los siglos XV y XVI.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la inscripción?

Se trata de una inscripción singular por varios motivos: en primer lugar, por la forma del soporte, que carece de paralelos escritos hasta el momento; también por el hecho de que, antes de grabar los signos mediante la técnica del punteado, se hizo una especie de borrador con la técnica del esgrafiado; por otro lado, por el sistema gráfico que emplea; y, en fin, por la lengua que testimonia.

¿Le ha sorprendido que se utilizara el signario ibérico? ¿Por qué es importante el uso del símbolo de la T en la inscripción?

Que el sistema de escritura sea un derivado del sistema ibérico no es excesivamente sorprendente: de hecho, los celtíberos también habían escrito su lengua adoptando y adaptando el signario de los iberos. En el caso de la Mano de Irulegi, la aparición del signo T viene a ratificar algo que ya intuíamos por dos monedas acuñadas en ese mismo territorio, y es que al adaptar el signario ibérico a la lengua vascona, se había incluido ese signo, quizás para escribir algún fonema que en ibérico no existía.

¿Qué otras inscripciones en lengua vascónica existían hasta ahora?

Hasta el momento no contábamos con ningún testimonio incuestionable. Además de las monedas que he mencionado, teníamos un pequeño bronce procedente, según parece, del valle de Aranguren, una inscripción sobre piedra de Olite, ambos muy mutilados y de muy difícil interpretación, y una inscripción sobre mosaico hallada en Andelo (actual Muruzábal de Andión, Mendigorría) que tal vez estuviese también escrita en lengua vascónica aunque en este caso en un signario derivado del celtibérico.

¿Por qué el resto de la inscripción parece tan extraña? ¿Queda mucho estudio de la inscripción por delante?

El resto de la inscripción ha de analizarse lingüísticamente con calma y aplicando con todo rigor el método científico. El hecho de que el sistema gráfico no permita diferenciar entre oclusivas sordas y sonoras ni tampoco marcar esas consonantes en posición final absoluta de palabra provoca que las posibilidades de interpretación y análisis sean diversas.

Por lo demás, el hecho de que una palabra se parezca mucho a su forma moderna, pero el resto aparentemente no, es simplemente lo que se espera de dos estadios de lengua separados en diecisiete siglos. Si se piensa, por ejemplo, en cómo era el antecesor del castellano hace diecisiete siglos, resulta que era el latín: en una frase en latín podemos encontrar tal vez una palabra idéntica, o casi, a su derivada en castellano, pero otras que le son muy opacas a alguien que no sabe latín. Quizás estemos en una situación parecida.