En febrero de 2022, Juan Carlos Pérez compró un bajo adosado en el municipio de Noáin. Lo que no imaginaba es que meses después recibiría una factura del gas completamente fuera de lo común. Al principio, los números de las facturas oscilaban en torno a los 70 euros, llegando a 100 euros entre febrero y abril, pero “no era nada preocupante”, indica Juan Carlos. Sin embargo, de octubre a diciembre las cifras ascendieron hasta alcanzar 591, 85 euros. “Me llevé un susto enorme. Estaba convencido de que se habían equivocado con la factura y decidí devolver el recibo”, relata el vecino de Noáin, todavía afectado.

En la vivienda residen también su madre y, puntualmente, su hijo. “Mi madre es una mujer calurosa y solemos tener la calefacción a 18 grados”, explica Juan Carlos.

EL KW/H, DE 8 A 31 CÉNTIMOS

“Moví cielo y tierra para hablar con Iberdrola. No es nada sencillo contactar con ellos, te marean mucho”, comenta. En un inicio, Juan Carlos pagaba 8 céntimos por kilovatio/hora. Al revisar las facturas se dio cuenta de que en diciembre el precio había subido a 31 céntimos. “Resulta que lo habían puesto hasta cuatro veces más caro y a mí nadie me había notificado nada”, explica.

Para sumarle aún más gravedad al asunto, el vecino de Noáin narra que revisó “de arriba a abajo” los consumos de cada una de las facturas. En ellas ponía que se trataba de “lecturas reales”, pero Juan Carlos lo niega. “Si fuesen lecturas reales alguien habría venido aquí a tomar nota de los indicadores para señalar los consumos exactos de gas. Analizando las facturas me doy cuenta de que en los primeros dos meses ponía 50 metros cúbicos, en la siguiente pone 21, después 16... y en el mes de diciembre pone 154 metros cúbicos”, señala. Juan Carlos no entendía ese consumo excesivo y lo que hizo fue avisar a un técnico para que comprobase si en la vivienda había fugas.

Tras examinar la casa, el profesional aseguró que la instalación era correcta. “Me dijo que no creía que los datos de las facturas fueran reales, que no creía que nadie los hubiera medido y que probablemente en el último bimestre hubieran reajustado todo lo que no me habían puesto antes. Es decir, en diciembre me han sumado todo lo que no habían medido a lo largo del año”, explica.

“Para pagar te lo ponen muy fácil, para hablar no”, puntualiza Juan Carlos. Todavía asustado, relata que le amenazaban con cortar el suministro. “O pagas o pagas, no te dan otra opción, ni siquiera se prestan a tener una conversación”, expresa. Además, añade que con la tecnología y los medios que usan es “casi imposible” no darse por vencido. “Esto le sucede a una persona mayor que no entiende de ordenadores o móviles y la situación le sobrepasa. Te lo ponen dificilísimo y esto es un despropósito, no tienen vergüenza”, asegura.

El vecino de Noáin explica que acude diariamente al gimnasio y se ducha allí. “Es una manera de gastar menos”, expresa. Asimismo, intenta poner la calefacción solamente cuando es necesario y admite que le da miedo. “Esta mañana me he levantado y tenía frío, pero ya me da igual. Es que, de verdad, no me atrevo a poner la calefacción. Al final, no voy a poder permitirme tener gas y soy docente, no tengo un mal trabajo, pero no puedo gastarme tantísimo dinero cada mes. Temo que venga la siguiente factura”, se lamenta.

SOLUCIONES

Sin saber qué hacer ni a quién acudir, Juan Carlos finalmente decidió contactar con la Asociación de Consumidores de Navarra Irache, que le proporcionó ayuda. “Me hicieron varias recomendaciones. Al final me decanté por cambiarme de empresa y elegí Energía XXI”, indica. Además, también recibió ayuda por parte del director de Consumo y Arbitraje, César López Dios.

Así, el vecino de Noáin, todavía con el susto en el cuerpo, espera que “poco a poco las cosas vayan mejorando”, y anima a todos aquellos navarros que tengan problemas con sus facturas a “reclamar y luchar por conseguir justicia”.