El vademécum de fármacos ha aumentado muchísimo y la oferta gastronómica se ha internacionalizado, introduciendo en la cesta de la compra productos que antes no comíamos. “Vemos alérgicos a aguacate”, pone como ejemplo la jefa del servicio de Alergología del HUN, Ana Tabar Purroy, que añade también que “antes no comíamos cereales integrales con cáscara”, por lo que “era difícil ver alergia a semillas, pero ahora sí”. 

Por eso, a los alérgicos alimenticios, si no pueden hacer desensibilización –solo se realiza para huevo, leche y cacahuete, en ensayo–, les ayudan a encontrar una dieta equilibrada. En los pacientes con alergia a un fármaco, prueban con otros para comprobar si pueden sustituir uno por otro. “La penicilina nos causa muchos problemas porque hay patologías que solo se pueden tratar con este antibiótico y casi siempre tenemos que buscar alguna que tolere el paciente. Nos pasa también con los antiinflamatorios no esteroideos. Hay muchos pacientes con dolor crónico y, si les quitas todos los analgésicos, es difícil vivir y además tienen reacciones cruzadas”, explica, y apunta que “hay un nicho muy importante” en los medicamentos quimioterápicos.