La jefa del servicio de Alergología del Hospital Universitario de Navarra (HUN), Ana Tabar Purroy, afirma que “no ha aumentado el porcentaje de alérgicos al polen. Siempre ha sido muy alto y, de hecho, corresponde a un 50% de las enfermedades alérgicas respiratorias”. Sin embargo, añade, “lo que estamos variando un poco es el tipo de polen, pero por muchas razones: por nuestros viajes continuos, porque no estamos quietos en un pueblo, sino que vamos y venimos”. En este sentido, menciona que “hay muchísimas personas que trabajan de aquí para allá captando otros pólenes que no hay en Navarra” o que se van incorporando nuevas vegetaciones o cultivos al paisaje, como las betuláceas, que “no teníamos hace unos años”. 

En cuanto a cómo está siendo esta primavera para las personas alérgicas en la Comunidad Foral, indica que “se ha adelantado un poco la polinización” porque ha habido altas temperaturas y, por ello, “hemos tenido un mes de abril intenso”, pero “en este momento se ha normalizado”. “No hemos pasado de cuentas intermedias, porque aunque haya hecho calor muchos días, de vez en cuando tenemos lluvia. Entonces, no hemos llegado a cuentas altas de gramíneas todavía, ni siquiera en Tudela”, asegura la especialista, que aclara que no solo en esta época del año hay polen: “Todo el año tenemos pólenes diferentes”. 

Proyecto para adaptarse al cambio climático

Además, dentro de la agenda 20-30, se está llevando a cabo el proyecto Life-IP NAdapta-CC, en el que desarrollan medidas para adaptarse al cambio climático en cinco sectores y hay una acción en Salud, para estudiar los pólenes y su impacto ambiental. Así, desde 1993 se están monitorizando estas partículas minúsculas en Pamplona, pero gracias a esta iniciativa en 2019 se incorporaron dos captadores en Doneztebe y en Tudela. 

La doctora Tabar explica que “estamos poniendo las bases para que Navarra pueda adaptarse al cambio climático de una forma más ventajosa. ¿Qué hemos hecho en estos años? Conocer los pólenes que tenemos exactamente, no solo los de Pamplona, sino los de toda Navarra”, y de ahí reportarlos a una red europea.

La facultativa constata que en algunos árboles “la floración empieza antes y dura más. No es tanto un aumento de la concentración de pólenes, que eso repercutiría en los alérgicos de verdad, sino que la estacionalidad ya no está tan clara”. Y es que las plantas no tienen un calendario de cuándo florecer o polinizar, sino que lo hacen dependiendo del tiempo, la temperatura, las precipitaciones, la humedad y el viento. En este sentido, explican, la concentración cambia durante el día. Los árboles liberan el polen a primera hora de la mañana. Cuando aumenta la temperatura, suben en la atmósfera y cuando bajan los grados, precipitan. Así, los días de más calor y sequedad hay más concentración, mientras que la lluvia reduce los niveles y limpia el aire. 

Recomendaciones para las personas afectadas

La especialista recomienda a aquellas personas que sienten por primera vez los síntomas de la polinosis que acudan a su médico de Atención Primaria, que “les va a prescribir un tratamiento para su control, porque el debut suele ser siempre leve”, así como que consulten las lecturas diarias de pólenes y las predicciones semanales del Instituto de Salud Pública, que se realizan desde el mes de marzo hasta junio. 

También aconseja a las personas afectadas evitar salidas largas al campo, máxime las jornadas de viento, y usar gafas de sol; mantener las ventanas cerradas, excepto para ventilar (recomienda hacerlo al atardecer), llevar consigo la medicación e ir en el coche con las ventanillas cerradas, además de usar el aire acondicionado con circuito cerrado.

DOS APUNTES

  • Cómo afecta el cambio climático a la alergia al polen. El sistema inmune a veces detecta el polen como una sustancia extraña y genera una respuesta exagerada, que se denomina alergia respiratoria al polen o polinosis –que, según estiman, padece el 40% de la población europea–, y puede expresarse como rinitis, conjuntivitis y/o asma, explican desde el Hospital Universitario de Navarra (HUN). Así, tras plantearse cómo está afectando el cambio climático a esta alergia, indican que en la Comunidad Foral cada década aumenta 0,4 grados la temperatura, “generando un adelanto de la floración y su prolongación en el tiempo”, y, por tanto, concluyen que “aumenta la prevalencia de rinoconjuntivitis y asma polínicas”.
  • Unas 82.000 personas con alergia al polen en Navarra. La alergia al polen afecta a más de 82.000 personas en la Comunidad Foral, según estiman.