En la costa al sur de Camerún y cerca de la frontera con Guinea Ecuatorial, se ubica el Hospital de Ebomé. Un centro hospitalario de la asociación Ambala, una ONG Navarra fundada en 2013 y presidida por Marga Iraburu. El hospital lleva en funcionamiento desde 2005 fundado por la ONG Lanzarote Help y en 2009 se estableció una delegación en Navarra. En aquel tiempo, Iraburu trabajaba en el antiguo hospital Virgen del Camino cuando recibió un correo desde Camerún pidiendo un médico. Decidió cogerse su mes de vacaciones y se fue a colaborar a Ebomé. Cuatro años más tarde, en 2013, fundó Ambala para gestionar y desarrollar de manera exclusiva el proyecto.

En la actualidad cuenta con 85 empleados fijos cameruneses, 3.500 metros cuadrados de instalaciones y realiza 25.000 atenciones al año. Desde que se creó se ha asentado como el mayor hospital de la región. En un país sin sanidad gratuita, este hospital ofrece 72 camas de hospitalización, servicio de urgencias permanente, consultas externas, quirófano, área materno infantil, radiología, laboratorio y farmacia. 

El 70% de la población de Camerún es menor de 30 años y cada mujer tiene una media de 4,8 hijos. Ante esta situación, el hospital de Ebomé se ha establecido como el centro de referencia de cuidado materno-infantil. Cuenta con atención médica y servicio de maternidad las 24 horas del día además de cubrir, por solo 50 euros, los análisis, ecografías, partos, hospitalización y servicio de planificación familiar. Además, gran número de embarazos son de alto riesgo debido al paludismo (malaria). La mayoría de la población convive con él de manera constante. 

Los rituales y tradiciones

“Somos africanos, un país tradicional"

Cuenta Iraburu que “en otros hospitales no atienden si no se les paga por adelantado. Sin embargo, aquí atendemos los servicios necesarios y luego se gestiona el pago, el que se pueda”. No son un hospital gratuito y, a pesar de que se autofinancian en un 90%, “el que puede, colabora para mejorar la calidad y los servicios”. Las tarifas del hospital son las más bajas posibles, al punto de haber sido acusados de competencia desleal. Sin embargo, en mitad de la selva camerunesa no todos tienen los recursos necesarios. 

El hospital de Ebomé, con el mar al fondo.

Es el caso de la población pigmea, una etnia tradicional que reside alejada de la población y vive del trueque, no maneja el dinero. Iraburu cuenta que antes tenían que “subir el río durante dos horas y media y esperar a que se acercasen, al principio eran más desconfiados. Ahora son ellos los que bajan y vienen directamente con nosotros”, presume orgullosa de la evolución de las relaciones con los habitantes. La población camerunesa es muy tradicional, lo que algunas veces también supone un impedimento. Además de estar a tres horas y media de la ciudad más cercana, otro motivo porque la gente a veces no acude es la confianza en sus rituales. 

“Hay más traumatólogos en el Hospital de Navarra que en todo Camerún”

Marga Iraburu - Presidenta de Ambala

El primer paso antes de cualquier atención médica es la visita al brujo. “Incluso un médico nuestro acudió antes al brujo que al hospital”, cuenta la presidenta. “Le pregunté por qué lo había hecho y me respondió: somos africanos, lo llevamos en la sangre”.

Otro de los retos de estos años es la formación de los profesionales. Iraburu explica que “allá un médico general hace todo, atiende embarazadas, niños, opera, son muy versátiles”. Uno de los mayores problemas que tienen que enfrentar es la escasez de especialistas, ya que “son como dioses”. “Hay menos traumatólogos en todo Camerún que en el Complejo Hospitalario de Navarra”, sentencia.

Cuando se les necesita viajan de la capital un día concreto suponiendo mucho gasto para el hospital. Por eso los profesionales reciben formación en distintas áreas médicas y así conseguir dar una atención de la mayor calidad posible.

 Hospital de Ebomé

Ya es mayor de edad y cada vez más servicios

El Hospital de Ebomé lleva 18 años en activo y no para de aumentar sus servicios y sus instalaciones. Cuando comenzó el proyecto contaban con 17 socios, ahora suman 236 asociados, el 73% de Navarra. “Tenemos unos socios muy fieles y entusiasmados. Tener un apoyo tan firme detrás permite avanzar en el proyecto”, afirma Iraburu.

Entre las últimas mejoras se encuentran nuevos equipos para la sala de rayos, un edificio de dos plantas de Urgencias y un tercer pozo de 100 metros de profundidad. Cuenta que en solo 24 horas pasaron de no tener agua, porque los dos pozos que tenían no daban abasto, a construir un pozo nuevo. 

La médica explica que “con muy poco dinero de aquí, allí se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, el tratamiento de un niño con paludismo cuesta 6 euros”.  

Uno de los mayores impulsores de este hospital es el Gobierno de Navarra a través de las convocatorias de las Ayudas al Desarrollo. El último proyecto financiado de este modo ha sido la segunda fase de la instalación fotovoltaica para que el hospital pueda ser autónomo en cuanto electricidad, ya que sufre apagones por las condiciones de la red nacional. “El Gobierno de Navarra está muy comprometido”, afirma Iraburu.

El equipo de cirugía en una operación.

El próximo cambio que tiene en mente es establecer una directiva camerunesa que pueda llevar el hospital desde allí para facilitar las gestiones y evitar una dependencia de la sede española. El objetivo es que sea totalmente autónomo y continúe su crecimiento. 

Ayuda de todo tipo de perfil

Hospital enriquecido con el voluntariado

Lo que levantó el hospital y lo mantuvo los primeros años fue la labor voluntaria de profesionales de otros países, como realizó Iraburu en su momento. Han pasado 300 voluntarios en los años de actividad del hospital. En actualidad, aunque haya crecido el equipo médico, las aportaciones de voluntarios siguen siendo necesarias. Suele haber dos tipos de voluntariado.

El primero es el de los profesionales de medicina interna, a quienes no aconsejan ir menos de un mes para que su ayuda sea verdaderamente efectiva. Por otro lado, los médicos cirujanos que sí que viajan estancias más cortas. La presidenta pone el ejemplo de un cirujano que viajo unos días e hizo 33 operaciones de cataratas. El objetivo es distinto ya que consiste más en limpiar la lista de espera. 

Además de los voluntarios sanitarios hay más perfiles que son necesarios en un hospital, como son los ingenieros. Una de las mayores colaboraciones fue la de Pablo Sánchez, un ingeniero navarro que diseñó unas incubadoras de bajo precio, desmontables y que puede supervisar desde su móvil en España.

Dos sanitarios reciben formación sobre las nuevas incubadoras.

“Esas incubadoras son una maravilla. Nos permiten ahorrar mucho dinero en sus uso e incluso el transporte. Ahora podemos atender a más recién nacidos a la vez”, afirma la presidenta. Otra aportación muy destacada es la creación del sistema informático para todo el hospital, también realizado por voluntarios. 

“Hay gente maravillosa, puedes pedir lo imposible e intentarán ayudarte”

Iraburu se enorgullece al hablar de los proyectos creados de manera voluntaria. “Hay gente maravillosa”, afirma. “Puedes pedir lo imposible que la gente hará lo que pueda por ayudarte”, asegura tras contar una anécdota de cuando acudió al Hospital de Navarra en busca dos electricistas y se ofrecieron dos trabajadores que gastaron sus vacaciones y se financiaron el viaje y los materiales. 

Desde Navarra existen distintas formas de ayudar, incluido el voluntariado. Además, está la posibilidad de hacer donaciones puntuales de dinero o material o hacerte socio. “Donar es muy fácil porque desgrava mucho”, explica. En la página web incluso facilitan una calculadora para saber por cuánto saldría la donación a largo plazo. Tras 10 años presidiendo Ambala y gestionando el Hospital de Ebomé, su presidenta asegura que “nunca hay que dejar de pedir y hablar, la gente siempre te va a ayudar”.