Con paella y rancheras, así ha celebrado este lunes la residencia de mayores Amavir Oblatas su 21º aniversario. Una jornada calurosa en la que algunos de los 173 usuarios y usuarias del centro, y sus familias, pudieron disfrutar en el jardín bajo la sobra de árboles y sombreros a juego para protegerse del sol de junio. 

Entre las actividades programadas ha destacado la sesión de karaoke a cargo de una de las empleadas. Además de dejar grabadas sus melodías en la memoria del público, también puso voz a canciones como El chacachá del tren, que animó a salir a bailar a residentes y trabajadoras.   

“Es un día para compartir con los residentes y sus familias”, como ha apuntado la directora de la residencia, Marián Sainz, quien además ha hecho una valoración “muy positiva” de los 21 años del centro Amavir Oblatas. Más de dos décadas en las que sus empleados y empleadas han buscado “incorporar a los medios residenciales el concepto de hogar, porque al final de lo que se trata es que las personas que vienen a nuestro centro se sientan como en sus hogares, y también las familias”. Para conseguir este objetivo, Sainz ha remarcado la importancia de crear un “vínculo afectivo” con los y las residentes, así como una “buena comunicación” y que “sean partícipes cada día de las actividades que realizamos”. 

A la celebración también ha acudido el director de Operaciones de Amavir, Julio González, y la consejera de Derechos Sociales, Economía Social y Empleo del Gobierno de Navarra, Carmen Maeztu. La consejera ha destacado la importancia del centro “para la prestación de cuidados en nuestra comunidad, en particular en Pamplona, pero que también atiende a personas que vienen de otros puntos de Navarra”. 

Maeztu también ha felicitado a los trabajadores y trabajadoras de la residencia por su “labor de cuidado a las personas, que es una de las tareas más nobles y más bonitas que se pueden ejercer”. Tras estas palabras de la consejera, la música continuó ambientando el jardín hasta que el protagonismo de volvió hacia los carros con paella que los y las usuarias degustaron al aire libre.

De convento a residencia

El centro Amavir Oblatas abrió sus puertas a mediados de 2003, aunque no fue hasta el 17 de diciembre de ese año cuando se llevó a cabo la inauguración oficial. Ubicada en el número 5 de la Avenida de Guipúzcoa de Pamplona, la residencia ocupa lo que en su día fue el noviciado de las Hermanas Oblatas, diseñado por Eugenio Arraiza en 1945 y catalogado como patrimonio arquitectónico por el Instituto Príncipe de Viana. La rehabilitación fue dirigida por los arquitectos Carmelo Fernández Militino y Francisco Javier Tellechea Armendáriz, y respetó completamente su aspecto exterior. Al mismo tiempo, dotaron al centro de instalaciones como un gimnasio, que Maeztu ha podido conocer con una visita guiada y ambientada por la versión improvisada de El rey de una de las residentes.