Para disfrutar de las vacaciones de verano de la mejor manera según gustos y preferencias hay que tomar una retahíla de decisiones. En función de si se opta por unos días de descanso, de actividades, de fiesta, de turismo cultural, natural o gastronómico, se elige el destino más oportuno, que no es tarea fácil. En cambio, la decisión se simplifica al pensar en un camping, que aúna todos los planes, y de los que se pueden encontrar grandes referentes en Navarra.
Como punto de referencia de Tierra Estella, el camping Iratxe puede acoger hasta a 890 personas y ha colgado el cartel de lleno hasta final de agosto. Cercano a Pamplona, el camping Ezcaba cuenta con 593 plazas y también celebra una gran ocupación durante estos meses. Son dos pesos pesados de los 26 campings en los que se puede veranear en la Comunidad Foral, que en total ofrecen 14.444 plazas.
“El 90% es cliente euskaldun y de ellos, el 80% es gipuzkoano. Aunque los últimos años viene mucha gente también de Bizkaia”, explica Íñigo Vicente, responsable del camping Iratxe, que añade que “hasta finales de agosto se llena todo. Están a tope las parcelas, los bungalows y las habitaciones todo el verano”.
Este parque vacacional, ubicado en Ayegui, a tan solo tres kilómetros de Estella-Lizarra, se ha convertido en un clásico del turismo vasco gracias a su amplía oferta de servicios y su idónea ubicación. Además de los beneficios de, en plenas vacaciones, poder de lado la lluvia por el sol, en términos generales, también hay quien se guía por motivos de salud. “Hay mucha gente con asma, reuma o alergias que vienen aquí, con un clima más seco, y mejoran mucho en sus patologías”, apunta el responsable del camping.
Entrar en otro mundo
La buena meteorología de la zona de Tierra Estella es uno de los principales reclamos para los turistas. Miren García, de Mondragón, veranea en Ayegui junto a su familia desde hace cuatro años. “Antes íbamos al Mediterráneo, pero con la pandemia quisimos algo más cerca, descubrimos esto y nos encantó”, cuenta. Respecto a los motivos, destaca el clima ya que “pasamos de la lluvia a aquí tener calor por el día y fresquito por las noches, es como estar en otro mundo”.
Un destino a poco más de una hora de viaje que les permite “desconectar totalmente” y, si es necesario, volver a casa. “El otro día fuimos y volvimos al médico y a la tarde, aquí en la piscina. Es una maravilla”, destaca.
Tras casi un lustro como “vecinos” en Iratxe, los hijos de García ya tiene su cuadrilla y los padres también hacen planes con otros campistas, incluso de su mismo pueblo. El camping cuenta con diversas instalaciones deportivas y monitores de animación para los pequeños durante todo julio y agosto, por lo que “los críos tienen mil cosas para hacer y se lo pasan súper bien”.
El mismo motivo trae a Arrate López, de Bilbao, a Ayegui desde hace siete años. “Los niños están muy entretenidos y si ellos están a gusto, nosotros también”, apunta. López acude al camping con su familia unos diez días y se alojan en tienda de campaña ya que “tienen zonas muy buenas y con mucha sombra”. Mientras los más jóvenes disfrutan de las actividades, ella y su marido aprovechan “para descansar, leer y hacer turismo”.
Naturaleza y fiesta
Juanra Calabaza, marido de López, asciende todos los años a Montejurra y disfruta de “la naturaleza de la zona”. El responsable del camping, Íñigo Vicente, señala el nacedero del Urederra como principal atractivo en cuanto a turismo de naturaleza. Calabaza y su familia se tomaron en serio el objetivo de conocer la zona y su cultura.
“Nos hemos paseado todo lo que es Estella, Pamplona, Tafalla, Artajona, Olite, Ujué... Solemos hacer una excursión por la mañana y por la tarde descansar e al piscina”, explica. En la misma línea, Vicente, reconoce que “hay veces que los campistas se hacen unas excursiones que visitan sitios súper chulos que no conozco ni yo”.
En una empresa parecida se encuentra la cuadrilla de Esti e Irene Canete, Maren y Peio Bustinduy, Izar Beldarrain y Eneko Martínez, de entre 18 y 20 años y procedentes de Gernika, Avadiño y Lasarte. Todos ellos tienen mínimo cinco años de experiencia en el camping y cada verano completan la ruta de las fiestas cercanas. “Vamos a donde podemos, hay que aprovechar las vacaciones”, cuenta Esti, afónica desde que fue a fiestas en Puente la Reina-Gares. Su hermana, Irene, destaca en cambio que “lo mejor es conocer gente, que también hay de pueblos cercanos y estar en la piscina, jugar a cartas, a volley, la sobremesa”, en definitiva, “descansar”.
Ruta de caravana
Los campings ofrecen distintos tipos de alojamiento, como bungalows, parcelas o habitaciones, entre los que destacan desde hace unos años las caravanas. Arantxa Claver, propietaria del Camping Ezcaba, en Oricáin, asegura que ha subido mucho su demanda, pero “nosotros no tenemos problema, porque, como es tan grande, entra prácticamente todo el que viene”.
La gran extensión del camping hace muy complicado colgar el lleno, pero Claver celebra “muy buenas cifras y nivel de ocupación algo mayor al del año pasado”. Solo en julio, han aumentado la afluencia un 20%, entre la que se encuentra un campamento de más de cien niños y niñas de la CAV.
El cliente principal son familias que aprovechan el buen ambiente de los campings para que los niños y niñas “estén con más libertad”, según apunta Sara Merchán. “Es una sensaciones de libertad total todo el día. Hay mucha tranquilidad, naturaleza y los niños pueden estar en la calle sin problemas”, valora. En cuanto a alojamiento, “lo principal son bungalows, aunque esté año se están reservando de manera más improvisada”, según destaca la propietaria. Otro cambio que percibe es una tendencia en aumento a realizar rutas en caravana, en vez de quedarse un periodo largo en un destino de manera y de ahí visitar los alrededores.
Vivir en el camping
Del total de plazas en el camping Ezcaba hay 60 que cuentan con alojamiento fijo durante todo el año. Yolanda Álvarez aparcó su caravana en una parcela hace 15 años y allí se quedó, mejorándola poco a poco hasta “convertirla en una segunda casa”. Desde que empieza el buen tiempo, “venimos aquí. Mi marido va y viene al trabajo desde aquí y yo a veces me quedo con los nietos”.
Su vecina de enfrente y amiga, Pili Garaicoechea, también posee alojamiento fijo y “las nietas lo aprovechan todo lo que pueden”. Ambas destacan que “hay un ambiente buenísimo” y, como ejemplo, cuentan la fiesta que montaron el verano pasado en su calle del camping, “con globos, barbacoa y hasta nombramos un alcalde”.
Una de las últimas en incorporarse es Vero García, de Berrioplano, que adquirió un bungalow en mayo. “El trabajo de mi marido no nos permite hacer viajes así que optamos por algo cercano y que pudiésemos aprovechar”, explica. “Con cuatro críos buscas comodidad y aquí pueden estar a su bola tan a gusto”, destaca bajo el porche que construyó su marido. García comparte que “la tranquilidad y la variedad de actividades” son los mayores atractivos, al igual que miles de personas que, año tras año, llenan los campings navarros.