Esta ola de calor anima a cualquiera a refrescarse y a intentar buscar un sitio donde poder respirar. Un lugar alto, rodeado de hayas y un río por el que corren aguas frías parece la opción perfecta para ello.
El hayedo de Sorogáin, dentro del Valle de Erro, es un paraje único para poder escapar del calor sofocante que azota a toda la Comunidad Foral. Las orillas del río Erro se llenan estos días de familias y cuadrillas que intentan perder de vista el sol abrasador entre las sombras de los grandes hayas, que bajan la sensación térmica entre 5 y 10 grados. Las caravanas y las mesas llenas de comida se mezclan con las vacas del lugar, que pastan tranquilamente. Aunque solo sea para pasar el día, hay gente que va muy bien preparada.
Este es el caso del matrimonio compuesto por Sara Munárriz y Javier Echevarría. Ambos se encuentran sentados en la sombra. Después de almorzar y darse una vuelta, están esperando a que lleguen “los cuñados y los críos”. Ellos admiten que prefieren este lugar porque les encanta “el campo y el monte”. Cuando lleguen los más txikis tienen pensado “meter los pies porque tampoco cubre mucho, aunque también hay alguna que otra poza”.
A su lado se encuentran Mari Cruz Alonso y Mikel Almándoz, de Pamplona. Ellos también se encuentran acompañados, pero en este caso por “un dúo canino”. “Es una zona en la que se está a gusto con los perros y el aire es fresco”. Al ser una zona con mucho espacio, pueden disfrutar y estar mejor que en la capital, porque el cambio de temperatura “se nota mucho”. Además, es un sitio idóneo para visitar con perros. “Con este ganado no te dejan ir a ningún sitio, son todo quejas”. Ellos tienen claro que seguirán viniendo como siempre, como todos los años. “Llevamos viniendo desde que somos pequeños, lo tenemos al lado y es un sitio privilegiado”.
“El marco es incomparable”
Amaia Gorritxo, Pepe Cortina y Encarna Rodríguez tienen un objetivo muy claro para este día. “Disfrutar del frescor del lugar”. Iker Eraso, de 10 años, prefiere disfrutar del río, “aunque no se pueda nadar mucho”. Para Pepe y Encarna, los dos de Zaragoza, es la primera vez que visitan el lugar. Cuando sus amigos los invitaron a venir, no se lo pensaron ni un segundo “por la calor que está haciendo en Aragón”. Lo bueno de este lugar es que por las noches refresca e incluso tienen que llegar a “cerrar las ventanas porque entra frío”. Esta cuadrilla afirma que el lugar es ideal para todas las personas a las que les guste la montaña. “Es un entorno precioso y estar en contacto con la naturaleza es maravilloso”, declaran.
Aitziber Zabalza, Nuria Osakain, Ariana Arlegui e Isabel Piqueras están en su hora del almuerzo. Las cuatro rodean una mesa de lo más apetecible. “Aparte de la cervecita, los mejillones y pegarnos cuatro remojos no creemos que hagamos gran cosa”. Todas ellas buscan la sombra y el fresco. “En la sombra ya baja la temperatura, y cuando bajas al río es una gozada”. Mientras ellas están de “domingueras total", los niños están recogiendo renacuajos y moras.
Y así lo confirman Izadi Zabalza y Alaia Barnetxea, de 10 años. “Lo que más nos gusta es coger renacuajos”. Eso sí, aseguran que siempre los devuelven al agua. Aunque sólo hayan metido las piernas en el agua, ya han notado que “el agua está muy fría”.
José Antonio, Anabel, Carlos y Carmen son los que mejor se lo están pasando de todo el valle. Mientras juegan al parchís, comentan que “es un sitio al que vienen mucho y saben que hace fresco”. Ellos no prefieren la playa “para nada”, porque es un lugar “más masificado y menos refrescante”. Comer en el campo es la cosa más importante para ellos. “Nos darán las siete de la tarde”, bromea José Antonio. “Queríamos ver las estrellas, pero no sé si lo haremos”, concluyen.