La resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud pública a la que se enfrenta la población a nivel mundial. El uso excesivo e inadecuado de estos medicamentos ha favorecido el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos, un fenómeno que ya está teniendo graves consecuencias: las bacterias multirresistentes causan 33.000 muertes al año en Europa y generan un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros.

Son datos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), un programa implantado en 2014 en el Estado para tratar de reducir el consumo de estos fármacos ante la creciente aparición de bacterias resistentes. En el caso de Navarra, desde la puesta en marcha del PRAN hace una década el consumo de antibióticos se ha reducido un 12% pese al repunte experimentado en los últimos dos años tras la pandemia de covid-19.

La aplicación del PRAN en el Estado se materializa a través de otros programas de carácter autonómico que son los PROA (Programa de Optimización del uso de Antibióticos), que en la Comunidad Foral se puso en marcha en 2017, llegando actualmente a 52 equipos de Atención Primaria.

Gracias a la implantación y al desarrollo de este programa, Navarra es la segunda comunidad del Estado con un menor uso de antibióticos, con una media de consumo en el sector comunitario de 19,51 DHD (dosis diarias definidas por 1.000 habitantes), solo por encima de la CAV (18,93 DHD).

Antes de la llegada del PROA –que consiste en la formación y evaluación de los profesionales a la hora de recetar antibióticos– el consumo de estos medicamentos rondaba las 22-23 DHD, sin embargo se consiguió descender en los años siguientes hasta las 20 de 2019 y con la llegada del coronavirus el consumo de antibióticos cayó a las 15 dosis diarias definidas por 1.000 habitantes.

Sin embargo, el fuerte descenso del uso de estos fármacos durante la pandemia fue, según los expertos, “irreal”, ya que tras la llegada de la covid-19 apenas circularon otros virus y bacterias por las fuertes medidas de prevención, lo que produjo un descenso notable de muchos medicamentos como los antibióticos.

Pero tras el fin de la pandemia y el levantamiento de las restricciones tanto la incidencia de las infecciones respiratorias como el consumo de antibióticos volvieron a repuntar y el año pasado se alcanzaron las 19,51 DHD en Navarra, una cifra por debajo del consumo que se registraba en 2014, año de implantación del PRAN: 22,24 dosis diarias definidas.

Programa de autoformación

Este descenso del consumo se aceleró en Navarra a raíz de la implantación del PROA en 2017, que se inició de forma experimental en 12 centros de salud y actualmente se ha extendido a más de 50. Se trata de un programa de autoformación y autoevaluación para personal sanitario que busca formar a los y las profesionales, evaluar la calidad de las prescripciones de antibióticos y detectar áreas de mejora.

El objetivo último es reducir el consumo a nivel comunitario y hacer un buen uso de estos medicamentos. Por ejemplo, es habitual la prescripción de antibióticos para infecciones víricas, cuando tan solo sirven para acabar con infecciones bacterianas. Los responsables del PRAN señalan que hasta el 80% de las infecciones invernales que afectan a la nariz, los oídos, la garganta y los pulmones son de origen vírico, por lo que tomar antibióticos no las curará. Asimismo, destacan la importancia de usar estos medicamentos solo cuando sea realmente necesario “y recetando y dispensando el antibiótico indicado, con la posología correcta y la duración que corresponda”.

Retroceso en Europa

La necesidad de reducir y adecuar el consumo de antibióticos es fundamental para frenar el incremento de bacterias multirresistentes, que ahora mismo suponen una de las mayores amenazas de salud pública a nivel global. Los expertos alerta de que la eficacia de estos fármacos está descendiendo a un ritmo que era impensable hace tan sólo cinco años.

“Si seguimos consumiendo antibióticos al ritmo actual, Europa podría sufrir un retroceso a la era anterior a los antibióticos, cuando una infección bacteriana corriente, como una neumonía, podía suponer una sentencia de muerte”, advierten los responsables del PRAN. Cabe recordar además que la Unión Europea instó el año pasado a los estados miembro a reducir el consumo de antibióticos un 20% en humanos y un 50% en animales antes de 2030.