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Alberto Goñi: “La violencia es profundamente inhumana. Nos coloca en trincheras, y niega la posibilidad de escucha”

Sí, creo honestamente que llevamos demasiado tiempo callando, en silencio

Alberto Goñi, en su discurso.Unai Beroiz

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Antes de nada, quisiera manifestar mi mas profundo agradecimiento por este acto, al Gobierno de Navarra, por su trabajo e implicación en todo este proceso. Gracias a todas y a todos. Eskerrik asko bihotzez.

Pienso que somos la sociedad de los silencios. Como dice el poema de Rozalen, “CALLA, no remuevas la herida, llora siempre en silencio, no levantes rencores que este pueblo es tan pequeño, calla, llora siempre en silencio...”. Sí, creo honestamente que llevamos demasiado tiempo callando, en silencio. Y quizás, quién sabe, ha llegado la hora de hablar, compartir, dialogar, entendernos, cambiar la historia. Como dice una buena amiga, BERRIDATZI, reescribir nuestra historia sobre nuestros propios testimonios, sobre nuestras vivencias. Por eso estoy hoy aquí. Para hablar de lo que nunca me he permitido, expresar y compartir.

Mi abuelo Patricio, a quien nunca conocí, fue un hombre republicano que murió en Bilbao con una txapela roja, obligado por las circunstancias. No supe de su existencia hasta que cumplí 16 años. En casa de mi abuela nunca se habló de él. Solo conocí a mi otro abuelo. Crescente, el cojo de San Nicolás. Nunca llegué a preguntarme por qué mi madre y mi tía tenían apellidos diferentes a sus hermanos. Bendita inocencia.

Mi abuelo murió por una causa que no era la suya, total para que los que creían que si lo era, fuesen masacrados por los suyos en Montejurra en el 76. En el año 78 escuché por la radio de la policía, estupefacto aquella frase luego tristemente famosa, “Tirad con todas las energías, no os importe matar”. Y mataron y vi en primera persona mi ciudad arrasada y en llamas. Sanfermines destrozados.

Estuve justo al lado de Gladis del Estal justo antes de que un guardia civil la asesinase de un disparo. Pensamos que era un petardo. Nos enteramos al llegar de Tudela y ver la ciudad cortada por barricadas.

Con mis padres aprendí lo que era la solidaridad obrera, cuando los trabajadores de Potasas estaban encerrados en la mina, la gente les llevábamos bocadillos, bebidas, tabaco, para que aguantasen. Y aguantaron, vaya que si aguantaron, las cargas policiales y el acoso, gracias a la solidaridad.

Con 14 años me destrozaron la espalda de un pelotazo a quemarropa. Terminé detenido y apaleado.

En aquellos años, finales de los 70 primeros de los 80, se vivía con la intranquilidad de los ataques de los guerrilleros de Cristo Rey, que en algunos casos terminaron costando la vida de personas indiscriminadamente. Amigos míos terminaron con cruces gamadas grabadas con cuchillas en el pecho. Otros y otras sufrieron también agresiones brutales.

En 1983 fui detenido y torturado, mientras dos jóvenes tolosarras estaban desaparecidos, Joxi y Josean, torturados y asesinados. Eran los tiempos del GAL.

En 1985 fui nuevamente detenido, y nuevamente torturado, esta vez un muchacho de Orbaizeta estaba desaparecido. Había sido detenido(...) Al salir esposado de mi casa, mi pobre madre, angustiada, le preguntó al último policía qué le iba a pasar a su hijo” el policía respondió “Tranquila señora que su hijo no aparecerá flotando en el Bidasoa”. Faltaban 8 días para que Mikel Zabalza apareciera precisamente, flotando en el Bidasoa.

En 1987 fui nuevamente detenido por participar en una movilización antimilitarista. Entonces cientos de jóvenes navarros terminaron en la cárcel por negarse a hacer la mili.

A pesar de todo, siempre he pensado que he tenido muchísima suerte. Sobreviví, y tuve un entorno que me ayudó a recuperarme física y psicológicamente.

El miedo se instala en el alma

Pero siempre desde la culpa, el miedo, la vergüenza. El miedo se instala en el alma, sientes cómo te atropella, te ahoga, no te deja vivir. Siempre con el miedo a que vuelvan, a que te lleven de nuevo detenido, a volver a la locura, al dolor, al horror.

La culpa, un veneno que te corroe, diste nombres, hablaste y otros fueron torturados por ti, eso me decían en comisaría; podías haber aguantado más, y no pude, pusilánime... la culpa es otra mochila muy pesada. De por vida. Nunca te abandona.

El silencio. Si le han detenido es porque algo habrá hecho, y te callas para evitar las miradas, los comentarios. Tampoco fue para tanto, otros lo han pasado peor. Solo estuviste un día y solo quieres olvidar y que te olviden. Y ese silencio opresivo se convierte en una costumbre que te evita recordar y revivir. Siempre callas, pero la vivencia siempre está ahí (...) la mochila siempre está sobre la espalda.

Todas y todos los que hemos sufrido la violencia de cualquier tipo tenemos vivencias similares. Estos últimos años he tenido el privilegio de compartir vida con personas maravillosas, que perdieron padres, maridos, hijas e hijos. Sufrieron como nosotras y nosotros la violencia, el acoso, y muchas veces la indiferencia cuando no la culpabilidad de parte de la sociedad. Pienso honestamente que la violencia es profundamente inhumana. Toda violencia es inhumana.

Nos coloca en trincheras (...).

La violencia niega la posibilidad de la escucha

A través de la relectura de mi propia vida pienso que la violencia niega la posibilidad de la escucha. Niega la razón, para imponer el criterio. Niega la posibilidad de ver en el otro/otra, alguien con quien discutir, compartir, razonar, discrepar, para pasar a ser solo el enemigo. Trincheras que separan, y entierran las ideas, y una tierra de nadie para que no exista la posibilidad del acercamiento.

BERRIDATZI...sí... rescribir la historia desde las experiencias humanas, todas ellas. Porque creo firmemente que no podemos dejar a las siguientes generaciones, campos llenos de cadáveres, sin que los familiares puedan enterrarlos y llorarles, silencios agobiantes de traumas sufridos y nunca resueltos, historias de victorias pírricas, que no cambiaron nada, cambios que nunca sucedieron y que solo fueron la antesala del siguiente enfrentamiento.

La violencia es inherente al ser humano. Eso desgraciadamente creo que es así. Pero tenemos la obligación de aprender a escuchar activamente. Las denuncias de torturas, los malos tratos, el acoso y la muerte a políticos y sus familiares, las violaciones, la pederastia por parte de religiosos/as, el miedo de las mujeres a andar libremente por las calles, los niños y niñas acosados por otros niños. Tantas formas de violencia como seres humanos. Pero solo cuando les volvemos la cara los abandonamos. Cuando no nos escucháis, cuando no escuchamos, los relatos, son, somos verdaderamente víctimas. Y fracasamos como sociedad.

Un día de agradecimiento

BERRIDATZI... SÍ... llenemos las trincheras de tierra nueva, fértil, hagamos de los campos de batalla, campos de siembra, en donde cultivar el diálogo, la escucha, el entendimiento, las ideas diferentes, las contradicciones; en donde alimentar de vida a una nueva humanidad, que nos reclama a gritos que quiere un nuevo tipo de sociedad. Donde nos encontremos en el corazón del otro, y no solo en sus ideas. Una sociedad que pueda cometer sus errores y no de nuevo los nuestros.

Hoy es un gran día. Hoy es un día de alegría. Un día de agradecimiento, y de paz interior. Ojalá, y lo deseo de todo corazón, sea el inicio, sea otro punto de inflexión y de sanación que tanto necesitamos. Las generaciones venideras, sin nacer todavía, nos lo reclaman. Las generaciones pasadas, nos miran y nos animan. Ya es la hora. MILA ESKER BIHOTZEZ.

Discurso de Alberto Goñi en el acto de reconocimiento celebrado ayer en Baluarte