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196 jóvenes extutelados de 18 a 21 años viven en pisos de autonomía en Navarra

La mitad está en pisos gestionados por entidades sociales y el resto alquila una habitación - Los jóvenes reciben una ayuda económica y acompañamiento socioeducativo para afrontar su proceso de emancipación

196 jóvenes extutelados de 18 a 21 años viven en pisos de autonomía en NavarraIban Aguinaga

Un total de 196 jóvenes de entre 18 y 21 años, la mayoría procedente del sistema de protección infantil, residen en pisos de autonomía y reciben acompañamiento y apoyo socioeducativo para afrontar su proceso de emancipación. Casi la mitad se encuentra en pisos gestionados por el Departamento de Derechos Sociales, a través de Fundación Ilundáin-Haritz Berri, Fundación Xilema y las asociaciones Berriztu y Nuevo Futuro. Allí comparten espacio con otros dos o tres jóvenes en su misma situación y tienen un mayor apoyo de los educadores. El resto alquila una habitaciones en pisos compartidos gracias a la ayuda que les concede el Gobierno de Navarra y el acompañamiento es de menor intensidad. Suelen ser algo mayores y están más cerca de volar y abandonar el nido.

En Navarra, según los últimos datos de finales de 2024, hay 625 menores en guardia y custodia del Gobierno foral. Un 40% está en familias de acogida y el resto se encuentra en acogimiento residencial básico o especializado. En estos recursos, a partir de los 16 años, se ofrecen programas de acompañamiento y preparación para la vida independiente, que tienen continuidad a partir de la mayoría de edad. “Al cumplir los 18 años, estos chicos y chicas dejan de estar tutelados. Sin embargo, creemos que el sistema de protección no debe terminar a esa edad sino que hay que alargarlo hasta los 21 años y, en el momento en que podamos, más”, asevera Amalia Cuartero, subdirectora de la dirección de Infancia, Adolescencia y Familia del Gobierno foral. 

La experiencia avala esta decisión ya que la mayoría de los menores que está en acogimiento residencial decide seguir en este programa de acompañamiento y preparación para la vida independiente al cumplir los 18 años y pasar a los pisos de autonomía. “Para acceder a estos pisos deben firmar un compromiso de participación activa en el proceso de acompañamiento. La mayoría lo firma pero hay quien no quiere y nosotros no les podemos forzar”, reconoce Cuartero. Su compañera Carol Izco, responsable del área de justicia juvenil añade que “algunos tienen el deseo de volver al domicilio familiar y nosotros les dejamos una ventana abierta de unos 6 meses por si quieren volver si el regreso con la familia resulta fallido”.

Estudiar un ciclo formativo

Casi todos los que están en pisos de autonomía, tanto aquellos gestionados por las entidades como los de medio abierto, asegura Cuartero, “cursan ciclos formativos, sobre todo, en escuelas taller y FP básica y hasta grado medio”. “No buscamos una inserción laboral temprana sino que adquieran la mayor formación posible para llegar a una vida independiente con la mayor cualificación y ampliar sus salidas laborales”, remarca la subdirectora de Infancia.

DATOS

  • 625 menores en guarda y custodia. De ellos 254 están en familias de acogida y el resto en acogimiento residencial. El reto: que en 2030 no haya ningún menor de 10 años en piso de acogida.
  • 196 jóvenes de 18 a 21 años en pisos. 100 están en habitaciones alquiladas en pisos compartidos y 96 en pisos gestionados por entidades. Aquí hay otros 25 jóvenes de 17 años.
  • El 21% de los menores en los recursos de protección es migrante no acompañado. El resto procede de familias que viven en Navarra: autóctonas o de origen migrante.

La entrada en la mayoría de edad se inicia en los pisos gestionados por las entidades, donde el acompañamiento es más intensivo. “Les damos apoyo psicológico, porque arrastran problemas de la infancia, y les acompañamos para adquirir herramientas de autonomía: limpieza del piso, autocuidados, gestión económica, cocina, lectura de facturas, darse de alta en el servicio navarro de empleo o en el centro de salud”, explica Cuartero. 

“Les damos herramientas de autonomía y apoyo psicológico, porque arrastran problemas”

Amalia Cuartero . Subdirectora de Infancia

El siguiente paso suelen ser alquilar una habitación en un piso compartido, al que las educadoras ya no tienen acceso. Se mantiene un apoyo, menos intensivo, para seguir trabajando su autonomía personal, social y laboral hasta que cumplen los 21 años. “La excelencia en los sistemas de protección dicen que hay que acompañar hasta los 23 años. En Catalunya se hace así. No quiere decir que estén obligados a estar hasta esa edad, pero es dar la opción”, señala Izco .

En ambos recursos, los jóvenes reciben una ayuda económica: la renta garantizada y, si no cumplen los requisitos, la ayuda a jóvenes en proceso de desestitucionalización (AJD).

Se busca mentores/as

Uno de los aspectos que las entidades trabajan con estos jóvenes es generar una red, ya sea formal o informal, en la que se puedan apoyar si necesitan ayuda para hacer una gestión o simplemente para ir al cine. “Desde el Gobierno de Navarra ofrecemos a la población la posibilidad de realizar una labor de mentoría, es decir, ser una persona de referencia para estos jóvenes. Está demostrado que aquellos que han podido disfrutar de tener un mentor tienen mayores posibilidades de éxito”, asegura la subdirectora de Infancia, que reconoce que “esta personas de referencia suelen ser entrenadores, profesores... personas que les conocen y que han hecho vínculo”.

Pero lo cierto es que son pocas las personas que se animan a realizar esta labor de ahí que Cuartero anime a la sociedad a implicarse en esta labor y apoyar a estos jóvenes a los que la vida no se lo ha puesto fácil. 

“Los primeros días en el piso no son fáciles; llevan vidas muy duras y sienten como resurge la soledad”

Pasar de estar en acogimiento residencial a vivir piso de autonomía no es un proceso fácil. “Tienen muchas ganas de cumplir 18 años y olvidarse de todos los pesados que me dicen todo lo que tengo que hacer, pero cuando llega el momento siente mucho bloqueo y ansiedad. Los primeros días en el recurso no son fáciles. Sienten la soledad, llevan mochilas cargadas, tienen historias muy duras, y cuando están solos resurgen con más intensidad”, explica Sara Fernández, coordinadora del Programa de acompañamiento a jóvenes en proceso de autonomía en medio abierto de Fundación Xilema.

Este recurso ofrece un piso de 4 plazas gestionado directamente por la entidad y luego tienen otras 6 plazas en pisos compartidos. ¿En qué se diferencian? “En el nuestro realizamos una primera acogida a jóvenes de 18 y 19 años y el acompañamiento es más intensivo. Todas las tardes y el sábado dos horas va una educadora y hacemos talleres y asambleas para ofrecerles herramientas para favorecer su autonomía”, explica Fernández. El siguiente paso son los piso compartidos. Desde Xilema les ayudan a buscar una habitación y les ofrecen apoyo en lo que necesitan.

“Somos el último eslabón de la cadena y, cuando terminan, muchas veces no siguen llamando”

Sara Fernández . Coordinadora del Programa Medio Abierto Xilema

La experiencia avala el éxito de estos recursos. “Cuando llegan no saben hacer ninguna gestión solos y tras su paso por el programa lo que hacen es llamarnos para contarnos lo que han hecho”, afirma esta educadora, que incide en que nuestro objetivo es que estudien o trabajen para proyectarse a futuro”. “Les ayudamos en su proceso formativo, les ofrecemos talleres para gestionar su economía, para enfrentarse a una entrevista de trabajo, qué imagen queremos dar, el lenguaje que utilizamos... Trabajamos mucho esta parte de que sean personas dignas y provechosas para la sociedad. Y se dejan acompañar muy bien”, afirma.

Desde Xilema también les ayudan a buscar trabajo. “Les ayudamos a que tengan experiencias, aunque sea de voluntariado, porque les dan habilidades para la vida laboral y porque las rutinas les impacta muy favorablemente en su estado emocional. Si están 3 o 4 días sin hacer nada, no tienen motivación y se evidencia más la soledad”, reconoce.

Y es que si hay una característica común a estos jóvenes es la soledad de ahí la importancia de trabajar las redes que les puedan sostener. “Nos dice mucho del perfil de la persona y del acompañamiento que va a necesitar si al preguntarle si tiene a alguien significativo con quien hacer la visita al piso, por ejemplo, nos dicen si tienen o no. Muchos no tienen a nadie”, asegura la coordinadora, que destaca también la “impresionante” empatía que tiene la mayoría. “Avanzan muy rápido. Al principio se resisten, pero los que tienen las herramientas avanzan muy rápido”, asegura Fernández, que reconoce que el vínculo sigue más allá de los 21 años. “Somos el último eslabón de la cadena y muchas veces no siguen llamando”.

El problema de la vivienda que afecta a la población es más acuciante para estos jóvenes y las entidades reconocen tener dificultades para encontrar pisos. “Mucha gente se muestra reacia a alquilar habitaciones a jóvenes que vienen del sistema de protección. Hay un cierto estigma”, asegura la coordinadora del programa, que reconoce que la ayuda se queda “muy justa” por el precio de la vivienda y de la cesta de la compra. 

Asesinato de Badajoz, situación muy dura para el sector

Interperlada por el asesinato de una educadora social en Badajoz, Fernández reconoce que ha sido una situación “muy dura” para el sector. “La lectura que hacemos es la importancia de autmentar ratios para que los profesionales no se sientan solos. Es muy importante el cuidado del cuidador. Es un trabajo muy vocacional y sentirse bien es fundamental para hacerlo bien”, afirma Fernández, que también coordina un centro de acogimiento residencial especializado para menores con problemas de conducta. “Ellos crecen con una impronta y la replican y nosotras, a través del vínculo, tratamos de paliar para que se relacione de forma menos dañina”.

Por su parte, la subdirectora de Infancia asegura que Navarra “tiene las ratios más altas” de personal del Estado. “En los pisos residenciales hay dos educadores por la noche y uno volante de guardia, y en los centros en los que hay menores con problemas de conducta hay también una persona de seguridad”, añade.