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Piscinas vacías, un verano sin chapuzones

Después de un junio que se presentó como el más cálido jamás registrado en el Estado, Navarra se sale de la línea y afronta un julio con unas temperaturas bajas que han impedido que muchos usuarios hagan uso de sus abonos para las piscinas

El mal tiempo afecta a las piscinasPatxi Cascante

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Aunque sea julio, parece que el sol se ha ido de Erasmus; las toallas permanecen dobladas y los socorristas echan sus horas muertas observado una piscina de la que han desaparecido los gritos de “¡bomba!”, cuerpos que chapotean y helados que se derriten con los rayos. Pero todo es agua quieta, un césped baldío de gente y un silencio húmedo que huele a verano frustrado. Y, quizá, de vez en cuando, algún bañista que aparece por error o cabezonería. Porque en esta ciudad, cuando el tiempo se pone digno, ni las piscinas se salvan del plantón.

De esta forma, desde hace dos semanas se está proyectando un escenario poco usual, a pesar de la inestabilidad climatológica típica de la Comunidad Foral. Y no parece que, al menos, hasta ya entrado agosto sea algo que se vaya a resolver.

Ante esta situación, trabajadores de las diferentes instalaciones acuáticas –municipales y privadas– de Pamplona y la Comarca reconocen que este nuevo verano ha sido “diferente” a los anteriores. No solo por la circunstancia meteorológica, sino porque muchos vecinos de estas zonas han optado por rehuir del plan de ir a la piscina “a pesar de que hayan hecho 28ºC, que es una temperatura ideal. Como en junio sufrimos mucho el calor, nos hemos acostumbrado a rozar los 40ºC...”, apunta Carla Ariztia, recepcionista de SCDR Anaitasuna.

Consecuentemente, la imagen del verano se ha convertido en algo triste y gris, no solo por el tiempo. “Es muy frustrante porque llevamos mucho tiempo preparando esta temporada; de hecho, tenemos refuerzo en la plantilla porque nuestro objetivo es que la gente disfrute. Así que fastidia mucho que el resultado sea encontrarte con unas piscinas vacías”, expresa una de las responsables del Club Natación Pamplona.

Por eso, en muchos casos se proponen diferentes alternativas para que renazca la vida en las instalaciones. Por ejemplo, a través de los campamentos urbanos. En el caso de la piscina Municipal de Berriozar, aprovechan los campamentos urbanos o lantzotegis para generar buenos números y que los bares y restaurantes –los grandes afectados de este verano de contrastes– puedan facturar algo. Es más, se han dado casos en los que han tenido que reducir el número de personas en la barra porque no hay casi movimiento. “Es cierto que en la zona de asadores todavía aparece gente que va a comer, pero eso no les genera muchos ingresos porque no consumen otra cosa que no sean bebidas. En ese sentido, lo están teniendo un poco difícil y se están tratando de amoldar, pero la situación no acompaña”, asegura Olaia Castillo, recepcionista de estas piscinas.

Y esto es una imagen que, más allá de un paisaje desierto, también entristece porque “con estas condiciones meteorológicas están perdiendo mucho dinero”. En ese sentido, las trabajadoras agradecen la amplia oferta de actividades –sobre todo, destinadas a un público infantil– con el que las horas por la mañana se hacen “más entretenidas” y permiten que los bares no estén “con el agua al cuello”.

Buscar alternativas para salvar la temporada

Con todo, aunque en menor medida, la afluencia persiste en algunos casos, en especial durante las horas del mediodía, cuando parece que el calor se acentúa y algunos usuarios aprovechan ese ratico para tomar el sol, sentados en una silla o sobre una toalla que este año no han utilizado demasiado.

Por otro lado, se mantiene la afluencia en las instalaciones deportivas o gimnasios, cifras que se mantienen a lo largo del año. Al respecto, desde el Club Natación aseguran que, cuando el tiempo no acompaña, aumenta el uso de pistas de pádel o de tenis, ya que “los jóvenes aprovechan para activar sus cuerpos. Ellos preferirían jugar en el agua, pero tenemos la suerte de poder ofrecer otras alternativas”.

Asimismo, también hay algún que otro usuario que se acerca a las recepciones de estos espacios para consultar por las piscinas cubiertas o las zonas de jacuzzi y sauna. “También está la mala suerte de que hemos tenido cerrada la piscina cubierta durante julio por mantenimiento”, puntualiza la responsable del Club Natación. Y, de hecho, algo similar ha ocurrido en las instalaciones de Anaitasuna, cuya cubierta no se encontraba habilitada hasta hace poco. Con todo, sí que se aprovecharon de la piscina retráctil, que se puede cubrir o descubrir según el día.

Veranos inciertos y una climatología imprevisible

En Iruña, el cielo no firma pactos. Puede vestirse de un azul puro por la mañana y, sin previo aviso, deja caer una cortina de agua al atardecer, mientras que el sol se asoma tímido entre nubes que se debaten entre dejar pasar la luz o desencadenar una tormenta. El clima no se intuye, sino que se sospecha.

Pero, en esta ocasión, nadie vio venir que, después de una concatenación de veranos especialmente cálidos, reapareciera la climatología incierta a la que solía acostumbrar Navarra. “Llevo tres veranos trabajando en esta piscina y los anteriores fueron insoportables. La piscina estaba llena de gente y no bajábamos de los 28 grados”, comenta Carla Ariztia.

Y, en principio, parecía que los meses de julio y agosto iban a continuar con la dinámica de un junio que empezó muy fuerte, con temperaturas “particularmente altas”, a excepción de días puntuales.

Sin embargo, julio decidió adoptar una dinámica contraria. “Hasta Sanfermines, se mantuvo el buen tiempo. Luego, bajaron las temperaturas y algún que otro día pasamos de los 30ºC, pero de forma muy puntual, aunque esos días la gente los aprovechó al máximo”, reconoce Olaia Castillo.

De esta forma, el mes de agosto se proyecta con la incertidumbre de qué podrá pasar: si se venderán más entradas de un día que este mes, si los usuarios podrán aprovechar el bono que pagaron a comienzo del verano y si los bares y restaurantes podrán solventar el tiempo de “sequía económica”. Mientras tanto, solo queda esperar a ver qué ocurre con la misma imagen: un socorrista a solas, ante una piscina desierta.