Hace apenas una semana, viejas heridas volvieron a abrirse. Un incendio amenazó con repetir aquella catástrofe que en 2022 calcinó más de 6.000 hectáreas en la zona de Legarda, Puente la Reina, Obanos, Artazu y Guirguillano. Apesar de que esta vez, el viento norte desplazó las llamas hacia otra dirección y el fuego pudo ser controlado, el temor vivido ante la posibilidad de otro desastre puso de relieve la importancia de disponer de medidas que protejan a los pueblos, a sus casas y a sus familias frente las llamas.

Legarda fue una de las localidades más afectadas por el fuego, que arrasó alrededor del 95% de su término municipal. Por este motivo, pese a tratarse de un pueblo pequeño, de unos 140 habitantes, se ha convertido en un municipio pionero en el desarrollo de medidas innovadoras y comprometidas con la seguridad de los vecinos. De hecho, Legarda ya ha recibido varios galardones nacionales por esta labor, como el Premio CONAMA a la Sostenibilidad de Pequeños y Medianos Municipios en 2024.

Puntos de agua

Justo a la entrada del municipio, un plano de grandes dimensiones muestra la ubicación de las cuatro bocas de riego, los cuatro hidrantes y las seis casetas de material auxiliar distribuidas por el pueblo. Alberto Bermejo López, concejal del Ayuntamiento de Legarda, explica que “los vecinos ahora viven con la tranquilidad de saber que, en el caso de surgir un incendio, este podrá ser atacado desde cualquier punto del pueblo”.

En el plano también figura la vía de escape principal: la carretera NA-1110, tanto en dirección Puente la Reina como hacia Pamplona. Asimismo, en el mapa se encuentran señalados los puntos de encuentro en caso de emergencia. “Si ocurre algo, la gente debe acudir al punto de encuentro y esperar a los coordinadores, personas voluntarias que garantizan la seguridad de la gente”, detalla Bermejo López. Entre las competencias de estos coordinadores se encuentran, por ejemplo, la evacuación de personas mayores o de movilidad reducida o la comunicación con emergencias.

En la entrada del pueblo, un plano indica la ubicación de los puntos de agua. Patxi Cascante

Las vacas

A raíz del incendio de 2022, Legarda decidió recuperar la ganadería extensiva, una práctica que se caracteriza por el aprovechamiento de los recursos naturales para alimentar a los animales. Sergio Cobo, el ganadero que, junto a Adelardo Paternain, cuida de las vacas que pastorean en los montes de Legarda, indica que “el ganado se come gran parte del pasto que funciona como combustible para el fuego. Así, el avance del incendio se frena y la labor de los bomberos es más sencilla”.

Este tipo de ganadería presenta beneficios multidireccionales: por una parte, los montes están más cuidados y desbrozados, por lo que disminuye la acumulación de material inflamable; por otra, los animales se crían en libertad e ingieren alimentos naturales, sin pesticidas u otros químicos perjudiciales, por lo que producen una carne de mayor calidad.

Para garantizar una buena convivencia entre los animales y las personas, los ganaderos han impartido charlas de pedagogía para la gente del pueblo, ya que el monte de Legarda tiene mucho uso lúdico (gente que anda en bicicleta, que corre, que pasea a sus perros...). “Hemos explicado a los vecinos que deben evitar acercarse demasiado a las vacas, llevar a los perros atados y bajarse de la bici al pasar cerca”, señala Sergio, quien también añade que, aun así, “la raza galloway es muy dócil, tranquila y tolerante con las personas”.

A pesar de que la ganadería extensiva constituye una labor fundamental, “solo se recuerda durante la resaca de grandes fuegos”. Por ello, Sergio insiste en subrayar que “los incendios no se apagan en verano, sino que es una labor de resiliencia de todo el año”, y que es necesaria “la ayuda institucional y la conciencia de los consumidores”, que pueden apoyar estos trabajos si se decantan por productos locales al hacer la compra.

Esta raza decibe el nombre de "galloway" y es muy tranquila y dócil con las personas. Patxi Cascante

Los aspersores

La línea sur de Legarda se encuentra fortificada por 15 aspersores de 1,80 metros de altura que, como expresa Bermejo López, “sirven para refrescar el perímetro sur, desde donde vino el gran incendio, para humedecer la zona y dar tiempo a que lleguen los bomberos”. Se trata de iniciativas que el concejal define como “lógicas, tras haber sufrido una catástrofe” y cuya efectividad, dice, ya ha sido comprobada: “La zona que conseguimos mojar con mangueras hasta que la policía nos ordenó retirarnos, no se quemó”

Cabe destacar que la instalación de los aspersores, que tuvo lugar hace unos meses, vino dada por vecinos voluntarios que decidieron invertir su tiempo en proteger a Legarda del fuego. En esta línea, el concejal resalta la necesidad de ayudas por parte de las instituciones públicas para seguir garantizando la seguridad de los habitantes y de los montes.

Los aspersores humedecen la línea sur de Legarda, por donde el fuego se acercó en 2022. Patxi Cascante