Cuando estamos cerca de un incendio forestal nuestra salud física se puede resentir como las mucosas, el aparato circulatorio o el respiratorio, aunque no hay que olvidar los efectos psicológicos al ver cómo en un momento se ha perdido todo o casi todo. Miles de personas han sido evacuadas de sus casas como consecuencias de los distintos incendios que asolan España en varias como Castilla-León, Galicia, Extremadura, Navarra, Castilla-La Mancha y Madrid, entre otras.
Desde la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), la coordinadora de Divulgación, la enfermera Rosa Pérez, explicó a Efe que el humo de los incendios se compone de varios gases como el monóxido y dióxido de carbono, así como de pequeñas partículas suspendidas en el aire que si se inhalan pueden hacer “un gran daño al cuerpo”.
“Se quedan en los pulmones, pueden pasar a la sangre y pueden alterar incluso el sistema inmunitario”, afirmó Pérez. El monóxido de carbono es altamente tóxico, se une a la hemoglobina y desplaza al oxígeno en la sangre, lo que dificulta la respiración y puede provocar problemas circulatorios.
También hay otros compuestos orgánicos tóxicos en el ambiente como el benceno o el cianuro, explicaba la enfermera, quien subrayó que ya el propio humo es irritante y provoca una respuesta inflamatoria en el organismo, que puede dañar los tejidos.
En los incendios, sobre todo los que ocurren cerca de las capitales o emplazamientos urbanos, no se quema solo materia orgánica como árboles o vegetación, también coche o plásticos con compuestos químicos que incluso se mantienen en el aire días después del incendio.
En el caso de los ojos, pican y arden porque las materias tóxicas se pegan a la superficie de la córnea y crea la sensación de sequedad y se irritan. En estos casos lo mejor es lavarse los ojos con suero fisiológico o echarse lágrimas artificiales.
“Si estás en zonas que ha habido un incendio, protégete los ojos, ponte gafas”, añadió Pérez.
Tos y asma
Puede aparecer la tos o tener un ataque de asma, en el caso de las personas asmáticas. Los enfermos respiratorios crónicos pueden manifestar sibilancias, como consecuencia de la inflamación de los bronquios, y dificultad para respirar.
Si hay partículas en suspensión lo recomendable es llevar mascarilla con filtro N95 para no inhalarlas y tratar de evitar así problemas respiratorios. Esas partículas en suspensión también irritan la garganta y la nariz como consecuencia de la respuesta inflamatoria del cuerpo, con lo que aparece tos y mayor mucosidad. “Vas a moquear, vas a llorar, la garganta vas a notarla como que te pica, como si tuvieras tierra”, detalló la enfermera.
La coordinadora de Divulgación de SEMES indicó que también otra consecuencia en la salud podría ser el dolor de cabeza por la inhalación de monóxido de carbono que desplaza al oxígeno en la sangre. “En las emergencias, nosotros cuando alguien nos llama diciendo que le duele mucho la cabeza o que está mareado y es invierno, siempre le preguntamos, si tienes brasero o estufa porque puede haber una intoxicación por monóxido de carbono”, subrayó Pérez.
Como consecuencia de una menor presencia del oxígeno en el cuerpo el corazón se puede acelerar al intentar bombear más rápido la sangre, lo que genera taquicardias, dolor en el pecho y cansancio.
“Esta taquicardia en personas que tengan el corazón ya delicado les puede ocasionar problemas circulatorios, les puede dar un infarto, angina de pecho o arritmias, porque la falta de oxígeno también hace que el corazón no funcione bien”, afirmó.
Las personas más vulnerables son como siempre los enfermos crónicos sobre todo los que tienen problemas cardíacos y respiratorios y las personas mayores, también las embarazadas y la infancia. En este sentido, la enfermera señaló que hay que tener en cuenta la perspectiva de género porque las mujeres toleran peor la exposición al humo y tienen un mecanismo para evitar este tipo de problemas de salud generados por los incendios diferente.
El apunte
Cuidar la salud mental. Los incendios no solo afectan a la salud física, también a la mental y pueden derivar en estrés postraumático. “Imagínate que ves un incendio cerca de tu casa o que pueda peligrar incluso tu vivienda, tu vida o la vida de tus animales. Esas personas necesitan también luego un apoyo psicológico”, sostuvo Pérez. En este sentido, la experta estimó que, a veces, los esfuerzos se centran en el apoyo social, económico y en las consecuencias físicas “y nos olvidamos del impacto psicológico de estas situaciones”.