La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado a cinco años de prisión a un acusado de intentar matar a su mujer golpeándole la cabeza contra el suelo, además del delito de maltrato habitual al que ella estuvo sometida durante parte de la relación. La sentencia refleja que el acusado, que se encuentra en prisión provisional desde que cometió los hechos en marzo del año pasado, tendrá que indemnizar a la víctima en 56.000 euros por las lesiones y secuelas sufridas, además del daño moral.
La resolución fue alcanzada de conformidad por la defensa del procesado con el resto de las partes implicadas, como la Fiscalía y la acusación particular. Los hechos probados reflejan que el acusado, de 53 años, se casó con la víctima hace tres décadas. Los hechos juzgados ocurrieron el mediodía del 25 de febrero de 2024. La víctima regresó a casa tras dar un paseo con el coche y el encausado se encontraba viendo la televisión. La noche anterior habían tenido una discusión y “la mujer, al entrar al domicilio, le dijo con cierta ironía: ¿Qué tal la serie?”. Acto seguido el acusado se abalanzó sobre ella, que intentó refugiarse en la cocina. Él la agarró del pelo, la tiró contra el suelo y comenzó a golpearle repetidamente la cabeza, mientras ella le decía “me estás matando”. Él siguió golpeándola y después la cogió del cuello intentando retorcérselo, le puso la pierna doblada contra el cuello y le dijo “te voy a matar y voy a decir que ha sido un accidente”.
La mujer trató de que la agresión cesara, intentó llamar por teléfono y le dijo que avisara a una ambulancia que ella iba a decir que se “había caído”. Sin embargo, el procesado le respondió que no iba a llamar a nadie y que el cuerpo humano aguanta mucho. Finalmente, la mujer consiguió salir al jardín y pedir ayuda gritando a una vecina. Esta salió alarmada al ver que la llamaba y saludó al acusado, y este le dijo “nada, no es nada”. Sin embargo, la vecina acudió a la entrada principal de la vivienda y escuchó decir a la víctima “déjala entrar por favor”. En ese momento, otras dos mujeres que habían oído los gritos de auxilio, estaban también en la puerta de la vivienda. Finalmente el acusado abrió la puerta y las mujeres se encontraron a la víctima en muy mal estado, con sangre por toda la cabeza y que se quejaba mucho de la misma. Telefonearon al 112 y le pusieron una toalla en forma de collarín porque apenas podía sujetar la cabeza. Al ser trasladada al hospital, la víctima confesó al oído a una de las mujeres que le había ayudado, que era enfermera: “Ha sido mi marido, no digas nada”. Al llegar al hospital, el personal médico le preguntó a la víctima si desea que activen el protocolo de violencia de género, y ella respondió: “No, si viene mi marido no le digáis nada que me mata”. El acusado apareció posteriormente y dijo que su esposa se “había caído”.
Múltiples lesiones y secuelas
La víctima presentaba múltiples hematomas en la cabeza, cráneo y cervicales, y en distintas partes del cuerpo, como la mano derecha, que con que no puede agarrar objetos por dolor y ni siquiera puede escribir. Presenta cefalea post-traumatismo craneoencefálico y sensación de cabeza pesada por dolor en el hemicráneo, que se irradia hacia el cuello y le impide la extensión cervical completa. Precisó para su curación 297 días (diez de ellos estuvo hospitalizada) de estabilización de las lesiones, quedándole secuelas como las mencionadas anteriormente.
En la sentencia se refleja el grave daño psicológico causado también a la víctima y que el acusado, a lo largo de la relación, hizo primar su autoridad y fue imponiendo una forma de relación en la que restringía sus relaciones sociales, incluso familiares, y utilizaba tanto su agresividad como su manipulación afectiva para poder gobernar a todos en la vida cotidiana.