El último Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en Navarra, elaborado por la Fundación FOESSA, ha ofrecido la radiografía social más completa de la Comunidad Foral tras dos décadas de crisis encadenadas y ha mostrado una reducción de la exclusión social al 13,2%, lo que supone 88.845 personas, aunque perduran la precariedad y la desigualdad.

Ese 13,2% se sitúa por debajo del 19,3% del país, aunque la mejora no ha llegado por igual a todas las áreas, ya que la exclusión moderada ha bajado del 9,3 al 7%, mientras que la exclusión severa se ha mantenido en el 6,2% y afecta todavía a 41.731 personas.

El estudio, que permite clasificar gracias a sus 37 indicadores a la sociedad en cuatro espacios: integración plena, integración precaria, exclusión moderada y exclusión severa, se ha presentado este jueves en la sede de Cáritas, en un acto con la participación del arzobispo y presidente de Cáritas, Florencio Roselló, el investigador de FOESSA, Pedro Fuentes, y la directora de Cáritas Navarra, Maite Quintana.

En él se observa que la integración plena ha descendido del 53,2% en 2018 al 50,7% en 2024. La mayor subida se ha producido en la integración precaria, que ha aumentado del 31,3% al 36,2%, llegando a 243.651 personas. Esta tendencia ha sido descrita como el principal cambio social en Navarra desde 2018.

Una fila de 55 kilómetros

La directora de Cáritas ha resumido el impacto con una imagen: "Las 88.845 personas en exclusión han formado una fila de 55 kilómetros, como ir de Pamplona al Castillo de Javier". Ha insistido en que "cada cifra tiene un rostro y una historia".

La desigualdad ha sido otro elemento clave. El Índice Gini ha pasado de 24,7 en 2018 a 30,7 en 2024, acercándose al 31,2 estatal. Pedro Fuentes ha advertido de que Navarra "ha perdido su distancia tradicional respecto a España". "Se ha ensanchado el espacio de la desigualdad", ha señalado.

Ha recordado que el informe "ha sido elaborado con el trabajo de 500 personas y 180 investigadores de más de cien universidades". En Navarra se han realizado 576 encuestas, con entrevistas de una hora.

El informe muestra también un fuerte aumento de la pobreza. El riesgo de pobreza ha pasado del 7,7% en 2018 al 14,2% en 2024 (95.576 personas). La pobreza severa ha subido del 2,6% al 7,9% (53.173 personas).

El Ingreso Mínimo Vital solo ha llegado al 43% de quienes viven en pobreza severa. El 57% no ha recibido información sobre esta prestación.

La vivienda, principal factor de exclusión

La vivienda, con un aumento de los precios del 36,1% desde 2018, ha sido el principal factor de exclusión, ya que las rentas familiares han crecido un 29,7% y el alquiler medio ha alcanzado los 992 euros, pasando del 12% del presupuesto familiar al 27,2%.

El 22% de la población ha tenido problemas residenciales y unas 80.000 personas han vivido en viviendas inseguras o inadecuadas. El 77,9% de los hogares en pobreza severa vive de alquiler.

En relación con el empleo, la ocupación ha crecido un 11%, el paro ha bajado al 8% y la temporalidad al 17%, pero la precariedad laboral ha persistido. Esta ha afectado al 9% de la población y la inestabilidad grave al 3,6% de los hogares. FOESSA ha señalado que "el empleo ya no ha garantizado la integración social".

En salud, el 15,6% de la población ha experimentado dificultades. Ha habido más problemas para acceder a tratamientos dentales (14%), prótesis (8%), gafas y audífonos (11%) y terapia psicológica (7%), tres veces más que en 2018.

"Hemos querido poner en valor a los pobres. Son objetivo de nuestra atención y oración", ha sostenido en la presentación el arzobispo, quien ha pedido evitar lecturas complacientes señalando que "este informe ha sido un espejo moral".

También ha subrayado que "hoy hay personas que, aun trabajando, no han llegado a fin de mes", alertando de la difícil situación que atraviesan muchas familias.

El informe concluye que Navarra ha avanzado en cohesión, pero muestra una estructura social más frágil, un aumento de la precariedad y un crecimiento sostenido de la desigualdad.

Por ello, se ha puesto el foco en la necesidad de reforzar los sistemas de protección para poder hacer frente a estos problemas, frenarlos y avanzar hacia soluciones que garanticen una integración social estable y duradera, ya que, recuerdan, "no fallan las personas, falla el sistema".