Juan Carlos Moro, de 60 años y vecino de Noáin, daba un paseo por el barrio de Iturrama de Pamplona, haciendo tiempo para ir a recoger a su mujer a la finalización de su turno de trabajo en el Hospital Universitario de Navarra (HUN). Era el 20 de marzo, sobre las 21.50 horas. “Aparqué el coche y, como suelo hacer, iba caminando por la calle Esquíroz donde hay una sucursal del Banco Sabadell. Me fijé que estaba en reformas”, recuerda.
Este trabajador de la banca, ya prejubilado, sintió más curiosidad por el aspecto de la sucursal. “Iba mirando la oficina y al pasar al lado del cajero, que es exterior, leo el mensaje que había en la pantalla. Ponía que podía recoger mi dinero”. Al instante, “se abrió la compuerta y salió un fajo de billetes”.
En ese momento de la noche, Juan Carlos destaca que “no había nadie en la calle. Así que cogí el dinero y me fui con él. Y empecé a darle vueltas a lo que había pasado”. Al respecto, y dada su experiencia profesional, contó el dinero al recogerlo. “Había 18 billetes de 50 euros y uno de 100 euros. Por este último billete descarté que fuera un reintegro, una extracción de dinero, porque los bancos no dan billetes de 100. Así que concluí que alguien había querido hacer un ingreso y no había terminado la operación. Porque los cajeros te piden confirmar el ingreso y si no lo rematas, te lo vuelca. Debió ser un despiste de la persona”.
1.000 euros caídos del cielo
Originario de Salamanca y afincado en Navarra desde 1996, Juan Carlos admite que eran “como 1.000 euros caídos del cielo. Pero pensé que la persona que los había ido a ingresar lo había hecho porque tenía que realizar un pago urgente y necesitaba dinero en su cuenta, o era el ingreso de la recaudación de algún negocio. En cualquier caso, era dinero de alguien que no estaría muy sobrado económicamente. Tuve claro que a la mañana siguiente tenía que llevar el dinero a la Policía, porque de lo contrario no me quedaba tranquilo. Y prefiero tener la conciencia tranquila”.
Dicho y hecho. A primera hora, Juan Carlos se personó en las dependencias de la Policía Nacional de la calle General Chinchilla de Pamplona para entregar el dinero. “Me llamaron al día siguiente desde la Policía para decirme que el hombre ya se había presentado a recogerlo”, señala Juan Carlos, quien por el momento no ha recibido una llamada del dueño del dinero para agradecerle su acción. “Me gusta pensar que si algún día a mí me pasa algo parecido, alguien hará lo mismo que yo hice”, finaliza.