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Especial construcción

El aire, una nueva fuente de calor

La aerotermia utiliza este gas y lo convierte en energía para calentar, enfriar y producir agua

El aire, una nueva fuente de calorfreepik

Hubo un tiempo en el que la calefacción era símbolo de progreso. Después, vino el gas natural, las tarifas variables, las revisiones del técnico y la odisea del butano. Y hoy, en plena crisis climática y energética, la población se ha vuelto cada vez más mítica del termostato: que haga calor, pero sin que la factura sea muy elevada; una buena ducha, pero sin gastar demasiado. En definitiva, se quiere vivir cómodamente, pero sin sentir que se está boicoteando al planeta o, dicho de otra manera, sin la responsabilidad de que las personas se conviertan en villanos climatológicos. Y ahí, entre el ruido de las facturas y las promesas verdes, aparece la palabra mágica: aerotermia.

Se trata de una transición hacia una economía baja en emisiones que, explicado de forma sencilla, extrae energía del aire exterior para convertirla en calor, frío o agua caliente a través de una bomba de calor eléctrica. De esta manera, se consolida como una de las claves del sector energético para lograr la eficiencia energética, reducir el impacto ambiental, conseguir un ahorro económico a medio plazo y autonomía energética. Esto es, la aerotermia utiliza el aire como combustible para calentar o enfriar un hogar, pero sin hacer demasiado gasto energético, por lo que contribuye a la descarbonización, al ahorro y a la modernización de las viviendas.

La Unión Europea, en su plan REPowerEU (2022), tiene como objetivo instalar 20 millones de bombas de calor para 2026 y alrededor de 60 millones para 2030, ya que esta tecnología permite reducir las emisiones de CO₂ y otros contaminantes de los sistemas tradicionales de calefacción, el consumo de energía primaria y electrificar los consumos térmicos. De hecho, según APPA (Asociación de Empresas de Energías Renovables), la aerotermia podría sustituir hasta un 40% del consumo de gas en los edificios de la Unión Europea. Por otro lado, también contribuye a desplazar gas y gasóleo por electricidad de origen renovable y autoconsumo energético. La promesa es simple y seductora: confort y sostenibilidad. Y la realidad es algo más técnica, pero igual de mágica.

El confort se mide en kilovatios

Los defensores de la aerotermia hablan de ella como un nuevo paradigma doméstico. El hogar eficiente ya no se define por metros cuadrados o número de habitaciones, sino por su eficiencia energética; de manera que esta comodidad técnica tiene que ver con el rendimiento estacional, la amortización de la instalación y la COP (Coeficiente de Rendimiento). Cabe destacar que el empleo de esta tecnología es altamente eficiente. En Europa, por ejemplo, el uso del calor representa el 50% de la demanda final de energía. Y, dentro de ese uso, la calefacción y el agua caliente sanitaria (ACS) en edificios suponen más del 60%, los procesos térmicos industriales añaden alrededor de un 30% y el frío solo el 2%. En el caso de las bombas de calor, que obtienen del aire la mayor parte de la energía, consumen electricidad en un porcentaje muy pequeño. Por cada kW de electricidad consumido, aportan entre 3 y 4 kW térmicos. Por el contrario, un radiador eléctrico convencional consume la misma energía que aporta.

El precio del aire

El punto flaco de esta tecnología es el coste inicial de instalación, ya que puede costar entre 6.000 y 12.000 euros, dependiendo del tamaño de la vivienda y del tipo de obra que se requiera. No obstante, con ayudas públicas, planes autonómicos y el ahorro mensual que se efectúa desde la colocación del sistema, la amortización se obtiene en cuestión de pocos años. Además, el sistema no solo calienta en invierno, también enfría en verano, por lo que el aparato puede servir tanto de calefacción como de aire acondicionado.

En los 2000, el lujo era tener un jacuzzi; en los 2010, un suelo radiante. En 2020, el símbolo de estatus fue una terraza, un jardín y no pagar de más. Ahora, el nuevo lujo es la eficiencia: casas silenciosas, sin caldera, sin combustión, sin miedo a la factura. Y, en ese sentido, la aerotermia simboliza algo mucho más profundo: reconciliación entre el hogar y el planeta.