Tadej Pogacar, campeón de cuerpo entero, carismático y querido, elevó su popularidad a través de una derrota. A los mejores se les recuerda aún más cuando se humanizan. Nunca Indurain recibió tanto cariño como cuando cedió en el que se suponía su sexto Tour. Las grandes historias se escriben a través de las derrotas. Pogacar cedió en el Granon en 2022, pero siguió combatiendo hasta el final. Atacando en cada recodo del Tour. Su desfallecimiento en el Col de la Loze, –cuando su organismo dijo basta, llena la tripa pero vacías las piernas– le sitúa en ese lugar en el que descansan las leyendas, el frontispicio de los grandes reyes destronados. “Pogacar es el mejor ciclista del mundo. El más completo”, describió Vingegaard.

Probablemente, el esloveno también sea el más querido a nivel planetario. Bromista, valiente y con don de gentes. Eso decora con brillo su hoja de servicios. La misericordia y la pena le acompañaron en su letanía en el Col de la Loze, una imagen para el arcano. Un sonido para la fonoteca. “Estoy muerto”. Con esas palabras se murió un poco el Tour, la carrera inmortal, a la que todos, antes o después, acaba por sepultar. Cada campeón tiene su última escena, la de la derrota final. En Courchevel, Pogacar era el hombre que no pudo más. Informe. Desencajado. Pero siempre sale el sol incluso cuando sólo parece que perdura la noche.

El amanecer de Pogacar sirvió para concretar la dimensión del esloveno. “Es verdad que estaba muy afectado, pero todo el mundo me ha animado en el pelotón. Ha sido bueno tener un día un poco más tranquilo”, expuso el esloveno, que pasó buena noche, al fin rendido. “He dormido bien, al fin de cuentas la jornada terminó bien, pude recuperarme”, dijo Pogacar, al que el cariño recibido le reanimó el espíritu. “No puedo creer todo el apoyo que recibo. En la subida había miles de personas que me animaba. Luego llegó mi familia, mi novia, la gente del equipo. Estoy agradecido a todos los fans que me dan su apoyo”. Pogacar es un ciclista querido, una victoria más grande que el Tour.

Hacia su segunda victoria en París se encamina Jonas Vingegaard, que no perdió detalle en la etapa porque “es en este tipo de jornadas cuando se puede perder”. “No ha sido una jornada muy estresante, pero el final ha sido muy nervioso. No diría que ha sido una etapa fácil”, analizó el líder, que se obliga a estar concentrado. No quiere ningún tipo de susto. “No sé cómo logro estar concentrado, pero es algo que se me da bien. No voy a dejar de hacerlo, me relajaré cuando llegue a París”, disertó el danés ante un Pogacar reanimado.