La recta final del Tour de Francia necesita picante y el esloveno Tadej Pogacar y el danés Jonas Vingegaard, ganadores de las últimas cuatro ediciones y los dos primeros de la general, están dispuestos a ponerlo. Durante la segunda jornada de descanso de ayer, antes de afrontar las seis últimas etapas, incluida la contrarreloj de Niza que dejará la general vista para sentencia, los dos favoritos se lanzaron algunos mensajes a través de los medios.
El danés, que arrastra una diferencia de 3.09 en la general prometió no bajar los brazos hasta el final y el esloveno, que lo afronta en superioridad, le lanzó una provocación para asegurarle que le está esperando. “He ganado dos veces el Tour, no estoy aquí para hacer segundo”, afirmó Vingegaard, que pareció más convencido de sus opciones que el pasado domingo.
Tras perder en las dos etapas pirenaicas casi dos minutos, Vingegaard compareció ante los medios casi derrotado: “El Tour está ya muy difícil”, dijo en la cima del Plateau de Beille, después de que su intento de asfixiar a Pogacar se demostrara infructuoso.
Un día después, el danés reordenó sus ideas y prometió guerra hasta el final. “Creo que ganar el Tour todavía es posible, no voy a bajar los brazos sin dar la batalla. Voy a hacer todo lo posible por ganarlo”, indicó.
La baza del Visma sigue en el mismo lugar, forzar la maquinaria del esloveno para hacerle dudar y provocar una pájara que pueda darles opciones. “En el pasado ha demostrado que suele tener un día malo”, aseguró Vingegaard, que por ahora no ha podido hacer sombra al maillot amarillo.
El ejemplo en su equipo lo tienen en la etapa del Granon de hace dos años, cuando una acción combinada de varios corredores acabó por romper al impetuoso Pogacar, que se dejó el Tour en las rampas de aquella montaña. Un años más tarde, el esloveno afrontó el Tour en inferioridad de condiciones. Una caída en la Lieja-Bastona-Lieja le impidió entrenar con normalidad y Vingegaard acabó imponiéndose con claridad.
Los papeles están ahora invertidos, puesto que es el danés el que no ha venido esta vez en la plenitud de sus facultades tras una caída en la Vuelta al País Vasco que le mantuvo 33 días hospitalizado.
Su plan pasaba por ir recuperando su mejor forma, pero Pogacar le mantiene ya a más de tres minutos en la general. El esloveno dudó tras la etapa del Macizo Central, pero ahora ha recobrado la calma y parece en buena disposición para ganar la carrera. Hasta que se permite el lujo de espolear a su rival.
“Al fin le echaron pelotas”, dijo sobre la estrategia del Visma en última etapa, cuando forzaron el ritmo de ascensión al Plateau de Beille, lo que provocó que fuera la subida a un col más rápida de la historia. El propio Pogacar dijo estar impresionado por su rendimiento y por la rapidez con la que subió, una gesta que atribuyó a las mejoras que se han introducido en el ciclismo, desde la alimentación al material, pasando por el entrenamiento.
El esloveno oculta mal su confianza, pero sabe que todavía tiene por delante seis etapas difíciles y que el danés seguirá apretando. La batalla final se jugará en un terreno que conoce bien, en los Alpes del sur, cerca de Mónaco, donde tiene fijada su residencia. “Ha dicho que no se resigna sin combatir y hace bien. Creo que buscarán enfocarse en una etapa en particular, no en las dos. Tenemos que estar concentrados y defender la posición teniendo el máximo posible de corredores cerca de mi. Tenemos un equipo muy bueno. Creo que veremos grandes cosas esta semana”, dijo.