o hay mal que por bien no venga", aunque sea por el bichejo de marras que nos está desbastando y sembrando de desgracias, con pérdidas humanas irreparables. Voy a tocar madera, como decía mi amona Gabina, no sea que nos toque la funesta lotería de la infección.

Pero, al menos, me está sirviendo la reclusión para pensar, leer, mejor dicho, en mi caso más bien releer cosas tan oportunas como la monumental y aleccionadora novela La peste de Albert Camus (que me conmovió siendo yo un yogurín). Y mucha poesía, un alimento espiritual para mí imprescindible, sobre todo en estos momentos poco líricos.

Y, por supuesto, estoy nutriéndome, cómo no, de buenas dosis de literatura del paladar. Sacando tiempo para dirigir nuestra modesta cocinita hogareña a mis recluidos compis de piso, con consejos y recetas propias y ajenas, fáciles de hacer (esto es bastante relativo) y, eso sí, más fáciles aún de zampar. Y siempre con el maridaje de vinos que merezcan tal nombre, que no siempre son los más caros.

Para esta ocasión he elegido tres recetas del libro recientemente comentado: El Chef del vino, de Juan Mari Humada, una obra que el cocinero ha acometido mano a mano con el periodista y gastrónomo Manolo González.

Creo que las recetas elegidas pueden encajar perfectamente en nuestros propósitos antes expuestos. La de patatas a la importancia, es un homenaje a la madre del citado cocinero, Silvina, porque ella hacía así las patatas, a las que Juan Mari le incorporó las almejas.

En cuanto a la crema de pochas, es un plato muy referencial de nuestro chef. Ahora, fuera de la temporada, lo podemos elaborar con legumbre seca, como por ejemplo, las distintas alubias galaicas de Coristanco...

La tercera receta es el volcán de morcilla, el gran éxito de los últimos años. Un plato al que los japoneses sacan fotos como locos.

Crítico gastronómico y premio nacional de Gastronomía