Bien podría repetirse como sonoro eslogan deportivo, pero no. Este Miguel se apellida Bosé, y más que pedalear, patina cada vez que destapa su bocachanclas, esa que el pasado domingo en Colón también entonó con ímpetu el "bote, bote, bote... aquí no hay rebrote". El despiporre público que el cantante proyecta cada vez que opina en redes sociales es radicalmente proporcional al deterioro físico que muestra. Lamparones, chándal, desaliño y polos negros Lacoste. Y todo ello, por supuesto, con ausencia de mascarilla.

Lo único bueno del coronavirus es que está ubicando a cada uno en su lugar. Ni el confinamiento nos hizo mejores personas, ni los gilipollas han dejado de serlo. ¡Para nada! En saco roto quedaron pronto aquellas buenistas promesas de exprimir el momento, atacar la vida healthy y ofertar al mundo nuestra mejor versión. Esa que el encierro pandémico incentivó entre cuatro paredes, pero que la libertad de la Fase Tres destapó en su cara más boba. Pequeña en muchos, pero terriblemente grande en muy pocos. En esos que siempre se ubican sobre el bien y el mal. En los altares de las frases imperativas. En los circunloquios de cuñao que tanto practica Miguel Bosé, el prelado de las ocurrencias anti-Covid.

¿La última? Un verdadero despropósito: publicar un resacoso vídeo en el que vuelve a mostrar su "desacuerdo con las medidas implantadas en España por el coronavirus", para apoyar después la terrorífica marcha de Colón. La misma en la que 3.000 pirados sin protección ni distancia social clamaron el pasado domingo en Madrid contra Pedro Sánchez, Fernando Simón y las medidas anti-Covid, cuestionando la propia existencia del virus. Porque Bosé, alejado ya de cualquier fundamento o razón, ha decidido posicionarse junto al profesor de yoga valenciano que sostiene que la pandemia "no existe": "Libertad, libertad", "falsos test, falsos positivos", "no somos delincuentes, queremos respirar" o "televisión manipulación", son algunos de sus recurrentes lemas. ¡Spanish Horror Story 100 %!

El caso es que el intérprete de Don diablo no vive su mejor año. ¡Ni tampoco lustro! El artista, según detalla con empeño la revista Pronto, ha sido visto por Madrid con un "aspecto bastante desmejorado, unos cuantos kilos de más, el pelo y la barba mucho más largos, y semblante serio". Como cuando no ves desde el instituto al guaperas de la clase, y 25 años después se asemeja a la versión fea y rechoncha del Pozí. Cabe recordar que también está a la espera de que se celebre el juicio de la demanda de filiación presentada por su ex Nacho Palau "para seguir compartiendo el cuidado y educación" de los cuatro retoños que tienen en común. Sin duda, el inicio de todos sus actuales males. Su verdadero corona-caos desde 2019.