Su viuda Juana (apodada la loca), la reina legítima, ha de conseguir los apoyos necesarios para poder gobernar. Tiene que hacer frente a la terrible campaña de desprestigio que su marido inició contra ella para declararla loca y sentarse en solitario en el trono de la poderosa Castilla. Así comienza la historia de una mujer que lucha por no ser apartada de un lugar que, por derecho, le corresponde. Juana levantará el rostro y afirmará que nadie puede arrebatarle la corona que perteneció a su madre y que nada la imposibilita para reinar. Pero habrá de hacer frente a terribles enemigos, entre ellos su propio padre. Esta es la sinopsis de la novela histórica Juana, la reina destronada (La Esfera de los Libros, 2021) del escritor guipuzcoano Álber Vázquez. Nacido en Errenteria en 1969, Vázquez ha publicado los libros de poemas Moscas y obras de arte (1994), La plancha de acero (1995), Negro (1997), Útero (1998) y Julieta & Romeo (2001), entre otros. Por Útero recibió el premio Iparragirre de poesía.

Ha comentado que para ser escritor es preciso tener una vocación más fuerte que para ser cura y una constancia mayor de la que se necesita para ser astronauta, ¿tan complicada es esta profesión?

Lo es. Precisa de mucho esfuerzo, de gran dedicación, de enormes sacrificios. Si no existiese una parte vocacional, no se podría aguantar. El mundo literario es extremadamente competitivo, mucho más que el fútbol o el tenis, e infinitamente peor pagado.

Ha publicado más de una veintena de títulos, ¿de cuál está más orgulloso?

Siempre se está más orgulloso del último que ha visto la luz, claro, pero es que en este caso, además, lo estoy porque está vendiéndose muy bien, lo que significa que está teniendo buena aceptación.

¿Cómo ve el panorama actual de la novela histórica?

Lo veo saludable. Hay muchísimos lectores interesados en la novela histórica, lo que crea un mercado muy dinámico e intenso. Dentro de la novela histórica, además, existen multitud de subgéneros que se complementan los unos a los otros: desde novela romántica, hasta novela bélica, de espías, thriller, de aventuras, política, etc.

¿Cuál es la parte más complicada a la hora de escribir una novela de este estilo?

Captar el tono de los personajes, de la época, del contexto en el que ha de desarrollarse. Muchos autores no lo consiguen y sus novelas, siendo muy correctas, carecen de esa magia que todos los lectores aguardamos cuando damos comienzo a una lectura.

¿Existe un horario propicio para escribir?

Cada cual es cada cual, pero a mí me va bien cualquier hora del día. Por otro lado, los escritores tendemos a adaptarnos. Por ejemplo, los que tienen niños pequeños trabajan cuando ellos están en el cole, etc.

¿Qué opina de la autopublicación?

Creo que es un callejón sin salida que solo sirve para colmar egos. Mucha gente desconoce que en la producción de un libro participa un montón de profesionales sin cuyo trabajo el producto se queda cojo, a medias. Pienso que muchos autores se equivocan al precipitarse a autopublicarse.

¿Cómo surgió Juana, la reina destronada?

Siempre me ha interesado el personaje. Juana, la hija de los Reyes Católicos, a la que casan con Felipe el Hermoso, ha sido víctima de una injusticia histórica: se la llamó loca sin estarlo. Hoy en día vemos muy claro que era una mujer maltratada, pero en la historia, y entre los historiadores, ha persistido una versión romántica de ella que nada tiene que ver con la realidad. Quise darle la vuelta al personaje y así surgió la novela.

¿Cómo se documentó?

Leyendo todo lo que existe sobre el personaje y su época. En sí, los procesos de documentación no son nada espectaculares. Hoy en día, basta con leer y leer.

¿Todos los personajes son reales o hay alguno ficticio para ayudar a las tramas?

Todos los personajes son reales e históricos: Juana, Felipe, los Reyes Católicos, la segunda esposa de Fernando el Católico, Germana, el Gran Capitán, etc. Pero como esta novela es un thriller en el que el lector debe averiguar quién mató a Felipe el Hermoso, he introducido un detective de ficción, que acompaña a Juana porque es uno de los monjes cartujos encargados de velar el cadáver de Felipe.

¿Por qué hay que leer esta novela?

Porque muestra a una mujer del siglo XVI que desea gobernar el país que ha heredado y a la que, por ser mujer, no le dejan hacerlo. En la novela se describen tanto las artimañas de los detractores de Juana como las estrategias que ella emprende para defenderse.

¿Realmente Juana estuvo loca?

De ninguna manera. La locura de Juana es una fake new que hicieron correr para arrebatarle el trono que le pertenecía tras haber muerto su madre, la reina Isabel la Católica.

Llegó a ser reina tras la muerte de sus hermanos mayores, Juan (1497) e Isabel (1498), y de su sobrino, Miguel de la Paz (1500), ¿qué hubiera sido de su vida si no hubiese llegado a reinar?

Habría sido una infanta de España, que es para lo que la educaron, y habría tenido hijos y más hijos. Así se habrían consolidado los vínculos entre España y otros países de Europa. Las mujeres como ella valían lo que valían sus úteros.

¿Lo de Juana y su esposo, Felipe de Habsburgo, fue amor a primera vista?

No, en absoluto. Yo no creo que Juana se enamorase nunca de Felipe. ¿Por qué iba a hacerlo? Presuponerlo es sugerir que ella era medio tonta, que su carencia total de personalidad le hacía caer rendida ante el primer hombre que le ponían delante. Por otro lado, Felipe la maltrató mucho. De un personaje así es imposible enamorarse.

A Felipe se le conoce como el Hermoso, ¿tan guapo era?

El apelativo se lo puso el rey francés, pero no con el sentido que nosotros le damos. Vino a decir que “vaya rey más espléndido (hermoso) tengo delante”. Felipe era objetivamente feo, como lo fueron todos los Habsburgo. Su endogamia (se casaban siempre entre ellos y tenían hijos entre ellos) les causó grandes problemas físicos.

Fue proclamado rey de Castilla en las cortes de Valladolid de 1506 con el nombre de Felipe I, ¿estuvo Juana de acuerdo con esta elección?

Felipe era rey consorte, como lo es hoy Letizia. Hasta ahí, Juana no vio mayor problema. Al contrario, era lo adecuado. El problema vino cuando Felipe quiso gobernar, es decir, asumir las tareas que le correspondían a Juana, y eso a Juana ya no le pareció tan bien.

¿Es cierta la versión de que murió después de beber agua muy fría tras un partido de pelota? Lo digo porque hay quien dice que falleció envenenado por su suegro, Fernando el Católico

Ese es el eje de mi novela. Se me permitirá, pues, que aquí no desvele nada.

Juana quiso enterrar a su esposo en Granada y hasta allí quiso ir, a pie, con el féretro y un nutrido séquito, pero su padre siempre obstaculizó la comitiva, ¿por qué motivo?

La acción de Juana no es romántica, como se cree, sino política, pues manteniendo a su lado el cuerpo insepulto de su marido muerto se garantizaba la viudez, esto es, el derecho a que nadie la casara con cualquiera. Juana, al negarse a enterrar a su marido, utilizaba la única herramienta a su alcance para defenderse de su padre, que quería enviarla muy lejos para quedarse él con el gobierno efectivo de la todopoderosa Castilla.

¿En cuantos lugares estuvo sepultado Felipe?

En rigor, solo en dos: en Burgos, donde fue inicialmente inhumado, y en Granada, donde se halla ahora. Entre un lugar y otro estuvo en varias iglesias o lugares variopintos, siempre cerca de su viuda, donde ella pudiera controlar el féretro, pero expuesto tal cual, sin ser sepultado.

Felipe dispuso que su cuerpo se enterrara en España, pero su corazón en Flandes, ¿estuvo Juana de acuerdo con esta decisión?

De nuevo, no es algo que Juana controlara al cien por cien. Felipe no tenía previsto morirse, y en cualquier caso, una vez muerto poco podía decir. El corazón se envió a Flandes porque él era de allí y se quiso tener un detalle con sus gentes.

¿Es verdad que Juana tuvo a su hijo, el futuro emperador Carlos I, en un retrete?

No, claro que no, se trata de un bulo más, de algo completamente absurdo. Juana era una increíble señora, princesa de Asturias y archiduquesa de Austria en el momento en el que nació su hijo Carlos. No daba un paso sin que la acompañaran cien sirvientes, y menos aún estando embarazada.

Fernando el Católico recluyó a su hija 46 años en el desaparecido palacio real de Tordesillas (Valladolid), ¿a qué dedicaba su tiempo?

Se dedicó a deprimirse. Tantos años encerrada afectan a cualquiera. La aislaron del mundo para que no pudiera reclamar lo que era suyo. Una vez cada dos o tres años, la visitaba su hijo Carlos, pero nadie más. Estuvo sola.

¿Es cierto que su padre y su hijo nunca tuvieron la más mínima intención de ayudarla?

Ayudarla significaba renunciar a los privilegios que ambos disfrutaban gracias al aislamiento de Juana. Si Carlos hubiese restituido a su madre, habría sido ella la reina efectiva. ¿Deseaba eso Carlos? No, así que encerró a Juana y tiró la llave al Duero.

¿Cuál es la falacia histórica más extendida sobre Juana?

Su locura, sin duda, porque Juana no estuvo loca.

PERSONAL

Edad: 52 años.

Lugar de nacimiento: Errenteria (Gipuzkoa).

Estado civil: Soltero.

Carrera profesional: Ha publicado los libros de poemas Moscas y obras de arte (1994), La plancha de acero (1995), Negro (1997), Útero (1998) y Julieta & Romeo (2001), entre otros. Por Útero recibió el premio Iparragirre de poesía. Su última novela editada es Juana, la reina destronada (2021). También, ha escrito sobre arte, literatura y tecnología. Es editor de la revista Horizontale.

EN CORTO

Una virtud: “La terquedad”.

Un defecto: “La terquedad”.

Un vicio: “Las series”.

Una afición: “Correr”.

Que valora de la gente: “La cercanía”.

Un libro: “Trilogía de Copenhague, de Tove Ditlevsen”.

Una película: “Salvar al soldado Ryan, de Steven Spielberg “.

Una comida: “Los burritos”.

Una bebida: “La cerveza”.

Un lugar para vivir: “San Sebastián”.