Bélgica se ha convertido en el primer país en Europa en construir una casa de varias alturas impresa en 3D sobre la ubicación final de la vivienda, un innovador proyecto piloto "fabricado" en sólo 15 días y desarrollado como escaparate tecnológico por el instituto público Kamp C.

"El mayor beneficio de todos es que no tienes límites en las formas. Puedes pensar en todas las formas que existen en el mundo sin demasiada complejidad, también las orgánicas. Además, es más rápido. Te lleva un poco más de tiempo hacer el diseño, pero luego la máquina hace sola el trabajo", explica la ingeniera y directora del proyecto, Marijke Aerts.

El prototipo consiste en un cubículo de 9,9 metros de altura y 90 metros cuadrados habitables con ventanas repartidas en dos pisos que ha sido impreso en 15 días con 60 toneladas de hormigón en un campus cercano a una zona residencial del municipio de Westerloo, en la región de Flandes, en el norte de Bélgica.

El proyecto echó a andar en 2017 y la construcción del prototipo ha requerido seis meses de diseño y pruebas previas antes de iniciar la fase de producción, llevada a cabo con una impresora de la firma COBOD que consta de cuatro columnas de 10 metros de altura en cuyo interior se desplaza el cabezal, añadiendo capas de cemento a la construcción como si fuera crema pastelera.

En la iniciativa, financiada con 668.320 euros del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) de la Unión Europea, también han colaborado varias firmas de arquitectura y construcción, una empresa de materiales y estudiantes del centro universitario belga Tomas Moro.

Concebida como escaparate tecnológico y abierta al público en julio y agosto, no está previsto que resida nadie en la vivienda, aunque quizá se acabe aprovechando como espacio de oficinas para la propia Kamp C.

El objetivo es "mostrar a las empresas de construcción que hay nuevas tecnologías y muchas técnicas", un ejercicio de divulgación que no se circunscribe exclusivamente a Bélgica sino que se puede desarrollar "también en cualquier parte del mundo".

Si bien el proyecto piloto es costoso, en Kamp C esperan que al optimizar y escalar los procesos resulte "una técnica más barata que la construcción tradicional, porque no se necesitan tantos trabajadores en el lugar ni tanto transporte de material".

Instalar la impresora lleva sólo un día y una vez que el dispositivo está trabajando no se necesita a ningún albañil, aunque sí hace falta que una persona arranque y detenga la máquina y la supervise.