El joven argentino Manel De Aguas asegura que nunca se identificó como ser humano, lo que siempre le provocó "burlas", denuncia. Lejos de amedrentarse con la presión social, un día decidió visibilizar lo que considera su "lucha" a través de su propio cuerpo, implantándose en la cabeza aletas de pez que él mismo había diseñado. Así es como De Aguas se convirtió en lo que define como artista cyborg transespecie. Aunque su objetivo es "conectarse más con la naturaleza", lo cierto es que las aletas no tienen ninguna función por el momento, aunque espera que las próximas tengan wifi y pueda así "percibir la temperatura de lugares lejanos". Aunque su dudosa noción de conectividad sea más tecnológica que natural, y más humana que animal, el joven sostiene que su peculiaridad es "una diversidad que vamos a ver en un futuro no tan lejano". No obstante, cree que aún no se le respeta y por eso decidió fundar la Sociedad Transespecie, "un espacio donde vele el respeto para hablar de estas realidades" fuera de un ambiente de "mofa". De la realidad de la que tal vez no es consciente es de que los peces viven en el mar y en sus profundidades hacen falta branquias y no aletas con wifi. Que el darwinismo le sea leve.