Nuestros oídos son para toda la vida y hay que cuidarlos porque una pérdida de audición, por regla general, podría ser irreversible. En nuestro día a día son numerosas las acciones que podemos acometer para prevenir esa pérdida, a partir de lo que los expertos denominan como 'una dieta contra el ruido', que más adelante detallaremos.

Así lo relata en una entrevista con Infosalus la doctora María José Lavilla Martín de Valmaseda, presidenta de la Comisión de Audiología de la SEORL-CCC, y experta del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, quien recuerda que las causas de pérdida de audición y sordera pueden ser congénitas o adquiridas.

En el caso de las causas congénitas, Lavilla mantiene que éstas pueden determinar la pérdida de audición en el momento del nacimiento o poco después, y pueden obedecer a factores hereditarios y no hereditarios, o a complicaciones durante el embarazo y el parto, como rubéola materna, sífilis u otras infecciones durante el embarazo; bajo peso al nacer; asfixia del parto (falta de oxígeno en el momento del parto); uso inadecuado de ciertos medicamentos como aminoglucósidos, medicamentos citotóxicos, antipalúdicos y diuréticos;o ictericia grave durante el período neonatal, que puede lesionar el nervio auditivo del recién nacido.

Entre las causas adquiridas, la otorrinolaringóloga menciona que éstas pueden provocar la pérdida de audición a cualquier edad, siendo las responsables algunas enfermedades infecciosas, como la meningitis, el sarampión y la parotiditis; la infección crónica del oído; la presencia de líquido en el oído (otitis media); el uso de algunos medicamentos, como los empleados para tratar las infecciones neonatales, el paludismo, la tuberculosis farmacorresistente y distintos tipos de cáncer; los traumatismos craneoencefálicos o de los oídos.

También apunta la exposición al ruido excesivo, por ejemplo en entornos laborales en los que se trabaja con maquinaria ruidosa o se producen explosiones; así como a sonidos muy elevados durante actividades recreativas, como el uso de aparatos de audio personales a un volumen elevado durante períodos prolongados de tiempo, o en bares, discotecas, conciertos y acontecimientos deportivos; aparte de que puede ser causada por el envejecimiento, en concreto la degeneración de las células sensoriales; y por la obstrucción del conducto auditivo producida por cerumen (tapón de cera) o cuerpos extraños.

"En los niños, la otitis media crónica es una causa común de pérdida de audición", apostilla, al mismo tiempo que la doctora Lavilla indica que se puede perder igualmente audición por alteraciones del oído externo (tapón de cerumen), oído medio (otitis, perforación de tímpano, por ejemplo) y oído interno. "Es en el oído interno, donde se originan la mayoría de los tipos de pérdida auditiva", precisa.

LA PÉRDIDA DE AUDICIÓN CON LA EDAD

Por otro lado, la miembro de la SEORL recuerda que la pérdida de audición que ocurre a medida que la persona envejece se le llama 'presbiacusia', "un proceso natural se que se produce con el envejecimiento normal del oído". "El inicio es variable de unas personas a otras, pero se estima que comienza alrededor de los 60 años, afectando, a esa edad al 20% de las personas, es decir a 1 de cada 5. Conforme envejecemos, se hace más frecuente, de tal manera que entre los 65 y 75 años afecta al 25 % de la población y a partir de los 75 años, al 70%", añade.

Según insiste Lavilla, esta pérdida de audición no se puede revertir, es irreversible, pero sí se puede paliar con audífonos que son amplificadores del sonido y otras ayudas técnicas como son los implantes auditivos.

EL PROBLEMA DEL RUIDO

Así con todo, esta experta menciona cuáles son los tres hábitos que más favorecen y aceleran nuestra pérdida de audición:

1.- El hábito que más influye, en términos generales, en la pérdida de audición es la exposición al ruido. "El ruido del tráfico, los vehículos de las ciudades, los transportes (como aviones o trenes), así como las fuentes de ocio ruidosas (conciertos o discotecas) son las principales fuentes de ruido en nuestro país. La exposición continuada en el entorno laboral durante 8 horas diarias a niveles que podían superar los 80 dB, sin utilizar las protecciones adecuadas, era hasta ahora la principal causa de trastornos provocados por el ruido", agrega.

Sin embargo, subraya que en los últimos años los especialistas alertan de la aparición de casos cuyo origen son otros factores, principalmente hábitos como el uso de reproductores personales de música con auriculares a volúmenes excesivamente elevados, o la exposición de altos índices de ruido en bares, discotecas y conciertos.

De hecho, la otorrinolaringóloga mantiene que el ruido puede dañar nuestra audición de manera permanente e irreversible, y lo hace en función de dos factores: "La intensidad a la que nos expongamos y el tiempo de exposición. Existiendo un factor de predisposición individual, muy importante. Se desarrolla gradualmente con los años, como consecuencia de exposición a niveles perjudiciales de tipo ambiental, laboral o aficiones personales y entretenimiento".

Aquí destaca el importante papel de la prevención: "La presbiacusia es en algunos casos inevitable, pero sí podemos influir en que el deterioro sea menor o más lento, evitando la exposición al ruido a lo largo de la vida puesto que el adelanta y acentúa la pérdida auditiva".

2.- Las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo, como la hipertensión hipercolesterolemia, obesidad, diabetes mellitus, pueden afectar a la audición. El mantenimiento de una buena salud y buenos hábitos, y la realización de ejercicio físico pueden reducir la afectación de la audición en un futuro.

3.-También se deben evitar, en la medida de lo posible, la ingesta de medicamentos de uso cotidiano que, tomados de manera prolongada, dañan la audición, como son algún tipo de antiinflamatorios (antiinflamatorios no esteroideos), el paracetamol y la aspirina.

Sobre si tiene parte genética esa pérdida, la especialista del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza mantiene que la evolución de la hipoacusia es "muy personal", existiendo una susceptibilidad individual, es decir, a la misma intensidad y el mismo tiempo de exposición, unas personas se afectan más que otras. "Personas más susceptibles serían las personas con antecedentes familiares, alteraciones auditivas previas, exposición previa a ruidos intensos, y el consumo de medicamentos tóxicos para el oído", agrega.

"Los especialistas aconsejamos apuntarse a practicar una 'Dieta contra el ruido', modificando nuestros hábitos: Limitando el volumen de ruido, disminuyendo el tiempo de escucha con volumen alto, evitando los ambientes ruidos y ruidos impulsivos, alejándonos de las fuentes de ruido, usando protectores auditivos y procurando no generando ruidos que molesten a otros", sentencia la doctora Lavilla.