Las manos son nuestra tarjeta de presentación y dicen mucho de nosotros. Por eso debemos prestarles atención y mantenerlas hidratadas y las uñas bien cuidadas.

Las uñas de las manos y de los pies suelen tener un color rosa pálido. Las primeras crecen al mes alrededor de 3 milímetros y las segundas, 1 milímetro. A esta velocidad, se renuevan por completo cada cinco y siete meses, respectivamente.

Las uñas sanas son lisas y tienen un color y una consistencia uniformes. Si tienen un color amarillento, se vuelven débiles o presentan manchas o estrías, puede que nos estén revelando que algo en nuestro organismo no funciona bien.

Entre las alteraciones más frecuentes de las uñas encontramos la leuconiquia. El nombre no te sugerirá nada, pero si te digo que son esas pequeñas manchas blancas que más de una vez aparecen en tus uñas enseguida sabrás de qué te hablo.

Estas manchas, en la mayoría de los casos inofensivas, pueden deberse a la mala costumbre de morderse las uñas, a microtraumatismos o a una reacción alérgica a algún producto utilizado para las uñas. La falta de hidratación o de higiene y una alimentación deficiente también pueden contribuir a su aparición.

No hay unas personas más propensas que otras a sufrir leuconiquia, pero sí que es cierto que puede darse con más frecuencia en niños pequeños, por su tendencia a morderse las uñas, en mujeres que se hacen la manicura con mucha frecuencia o en el caso de llevar las uñas demasiado largas, ya que la posibilidad de sufrir algún golpe es mayor.

No existe un tratamiento para la leuconiquia, las manchas se curan solas y desaparecen cuando crece la uña, pero hay que tener en cuenta que es un proceso lento.

Para evitar que aparezcan, lo más importante es la prevención: mantener las uñas bien hidratadas y protegidas, no eliminar la cutícula y utilizar productos adecuados en manicuras y pedicuras. Hay que tener cuidado con algunos esmaltes que pueden dañar la queratina de la uña, proteína que le da su estructura y su dureza.

Una alimentación saludable rica en calcio (lácteos), zinc (semillas, guisantes o fresas), B2 (almendras) y en ácido fólico (salmón y verduras) también contribuirá a que tus uñas crezcan sanas y fuertes.

Remedios caseros para eliminar las antiestéticas manchas blancas

- Aceite de árbol de té. Limar un poco la uña y aplicar unas gotas todas las noches te ayudará a reducir su aparición.

- Mezcla de varios aceites. Mezcla aceite de jojoba, de semillas de albaricoque, de almendra y una cápsula de vitamina E y aplícatelo todas las mañanas y noches. Tus uñas recuperarán vida y dureza.

- Limón. Frota una rodaja de limón en tus uñas y deja actuar durante media hora.

- Vinagre y agua. Sumergir las uñas en esta mezcla cuatro veces por semana te ayudará a reducir las manchas.

¿Falta de calcio?

Seguro que en tu infancia le has escuchado a tu madre decirte miles de veces que esas manchas se debían a la falta de calcio y que debías tomar más leche o yogur. Pues bien, la ciencia asegura que no es así y que tomar más lácteos no va a hacer que desaparezcan.

Expertos señalan que el nivel de calcio en las uñas es muy bajo (menos del 0,03%) y que esta sustancia no le aporta la dureza y por lo tanto no tiene que ver con la leuconiquia. Al parecer, el origen de esta alteración habría que buscarlo en una deficiencia de zinc o de albúmina.

Debido a que el zinc juega un papel muy relevante en las enzimas de muchos sistemas del cuerpo, su deficiencia podría tener efectos negativos como estas manchitas.

Las uñas, además, están formadas por queratina y aminoácidos que propician su crecimiento y endurecimiento. Están formadas por diferentes capas y cuando recibimos un golpe en ellas, se suelen formar unas burbujas de aire entre las capas, que acaban propiciando la aparición de las manchas blancas.

Otras alteraciones de las uñas

- Manchas blancas generalizadas. Si en vez de tener alguna mancha aislada en alguna uña lo que detectamos es una mancha grande o si la mayoría de las uñas presentan varias manchas, hay que prestarle atención y acudir al médico, ya que puede ser síntoma de enfermedades de la piel o de otras más graves como la insuficiencia renal o la cirrosis.

- Estrías. Pueden ser longitudinales o transversales. Las primeras suelen ser hereditarias, aparecen con la edad y no suelen estar asociadas a ninguna patología; las segundas pueden estar provocadas por procesos febriles agudos o por alteraciones nutricionales.

- Uñas blandas y débiles. Se rompen con facilidad y pueden deberse a enfermedades crónicas o reumáticas.

- Uñas amarillas. Psoriasis, infecciones por hongos o bacterias o un excesivo uso de esmalte de uñas, entre las principales causas. En este último caso, los pigmentos de la laca entran en el interior de las uñas y estas se vuelven ásperas y sin brillo.

- Uñas de los pies encarnadas. Suelen tener un origen hereditario. La uña se clava en la carne y esta se inflama. Lo más recomendable es cortar la uña dándole una forma cuadrada.

- Hongos. Uno de los problemas más frecuentes. Pueden aparecer zonas amarillentas o blanquecinas o incluso puede separarse la uña.