Lugar de nacimiento: Madrid. Edad: 49 años (21 de septiembre de 1972). Formación: Estudió interpretación en el laboratorio William Layton. También se formó en la Escuela Universitaria de Artes TAI de Madrid.

Daniel Guzmán tenía muy claro que su vida iba a estar relacionada con el mundo artístico. Su adolescencia y juventud están marcadas por la vida de su barrio madrileño, Las Águilas, en el que descubrió su pasión por el dibujo y la pintura, siempre encaminados a protestar por lo que consideraba injusticias. Pintar paredes no le granjeó las simpatías de sus vecinos, pero sí le hizo tomar conciencia social, hasta protagonizar un docudrama titulado Mi firma en las paredes para el programa de reportajes Crónicas urbanas.

Le fascinó el mundo audiovisual y decidió formarse a fondo para formar parte de él. A pesar de su entusiasmo, empezó a preparar las oposiciones a bombero -a fin de tener algo estable por si acaso su carrera como actor no prosperaba-, y se sufragaba sus gastos preparando los escenarios de los conciertos de artistas como Luz Casal. En teatro consiguió papeles en obras como La dama boba (1993), Fronteras (1993) y Peter Pan (1994).

Fernando León de Aranoa le ofreció un personaje en su cortometraje Sirenas y a ese le siguieron pequeños roles para las película Hola, ¿estás sola? y Puede ser divertido. También participó en pequeños personajes de series de televisión. Su golpe de suerte en este medio llegó de la mano de Menudo es mi padre, historia en la que defendió el papel de estudiante ejemplar.

En Policías, en el corazón de la calle (2000-2003) encarnó a Rafael, un policía indisciplinado que en su juventud había traficado con las drogas, y que se veía obligado a ir arrestando a sus antiguos compañeros hasta que una bala lo dejaba parapléjico. Junto a Josep María Pou fue candidato al Fotogramas de Plata al mejor actor de televisión. También dio vida a Severo Ochoa en la miniserie Severo Ochoa. La conquista de un Nobel.

Su carrera se fue afianzando cuando retomó su actividad de protestas políticas al participar activamente en las movilizaciones contra la Guerra de Irak, durante las que llegó a ser arrestado por la policía. Tras acabar Policías, aprovechó la circunstancia para saltar a la dirección de cortometrajes con Sueños (2003), donde ahondaba en el retrato de ese treintañero que añoraba una niñez quebrada por la súbita irrupción de la muerte. Su confrontación con ese mundo que ya había dejado atrás hace mucho le valió una recompensa: el premio Goya al mejor cortometraje de ficción.

Pero sin duda, uno de sus personajes más famosos fue el de Roberto Alonso en 'Aquí no hay quien viva'. Era el inseguro novio de la más guapa y rica de la escalera, un dibujante de escaso éxito y baja autoestima. Tras esta serie, dejó la interpretación, eligió estar detrás de la cámara, se postuló como director y triunfó con su primera película, 'A cambio de nada', con la que ganó el Goya a Mejor director novel. Este año ha presentado el largometraje Canallas. Está fuera de un lado de la cámara... y muy dentro en el otro.