Más allá de las consecuencias que ya ha tenido tal que la destitución de la directora de Sodena, más allá de las consecuencias políticas que ya está teniendo en forma de sombras sobre responsables anteriores y actuales, más allá del recorrido en forma de informes y explicaciones que aún surgirán del tema de las mascarillas de Sodena, más allá de todo eso, que es importante y debe ser bien aclarado a la ciudadanía, a mí, como contribuyente, como persona física que con mis impuestos me dedico a sostener aunque sea de manera infinitesimal las estructuras institucionales y las empresas públicas y semipúblicas todas que existen, lo que me descuadra de esto es que se firme un convenio por el cual el supuesto beneficiario de los bienes que se adquieren finalmente no acaba adquiriendo los bienes que se adquieren y el pastel se lo jala con patatas el socio capitalista –usted y yo– que pone la choja para que en una situación de emergencia mundial las empresas adscritas a la Confederación de Empresarios de Navarra dispongan de mascarillas para poder ejercer su actividad de manera más segura. Firmas un acuerdo con ellos, pero a lo que se ve el acuerdo les deja manos libres para usar o no lo comprado y por tanto pagar o no lo que usan y por tanto darle utilidad a un esfuerzo social por tener allá ese material tan preciado y escaso. La CEN no lo hizo, apenas usó parte de las mascarillas. Bien, ahí hay una clara responsabilidad de quien firmó un convenio que deja esas manos libres, pero nos demuestra a los contribuyentes de a pie que todavía hay clases y en según qué despachos y pasillos muy marcadas: este convenio lo firmamos usted o yo y tenemos en casa los miles de mascarillas y pagada hasta la última. Como es la CEN, pues el puerro lo tienen otros. Ya les sonará: privatizar los beneficios, socializar las pérdidas y malditos comunistas y piojosos.