HICIERON risas con el mapa mundi. Jasone, que es la administradora en Haití, y Arnold, el vecino, amigo y delegado en la República Domicana, lo tenían crudo para poner el dedo en la misma isla. Mientras, Pablo, el que se fue a Filipinas, se sentía el desarraigado: "Me vais a dejar aquí solo en todo Asia". Esta historia que reúne al personal de Cruz Roja Navarra que se encuentra realizando misiones internacionales, se produjo el miércoles por la tarde porque ahora, en estas fechas, se conjuran los astros de tal forma que es posible que estos hombres y mujeres esparcidos por medio mundo se reúnan en torno a la misma mesa, sujeten al tiempo el mapa de la foto y nos enseñen a corazón abierto en qué consiste esta cooperación que, para algunos, es ya un arnés, tan férreo como inexplicable, que les sostiene alejados en otra vida, lejos, pero sin olvidar nunca de dónde vienen.
En este encuentro de abrazos a flor de piel (varios de ellos llevaban años sin verse), historietas diversas, buen rollo y, al unísono, reflexiones sobre el zigzagueante camino del voluntarismo y de la escalada hacia el profesionalismo del cooperante, este club de los cinco mostró ante todo un concepto que les singulariza, el hecho de que son una familia aquí y en todas las partes donde lleguen. Se les puede contar con los dedos de una mano porque a la cita no pudieron acudir Jesús Ayala, Maite Gay y Miguel Urquía, destinados también en proyectos por las cuatro esquinas y que bien se merecen una reseña. Los que sí estuvieron, así aparecen y lo cuentan fueron Jasone García, Arnold San Román, Macarena Eseverri, Gonzalo Istúriz y Pablo Liras. En hora y media de grabadora quedó esta conversación a cinco bandas, con el apoyo de José Aldaba, el responsable de Comunicación de Cruz Roja, y que podía haber durado toda la tarde. Una charla entregada a vidas apasionantes. Hasta que sube Arnold de revisar la duración del ticket de la zona azul y dice: "Ya me han multado. Es lo que tiene la vida standard de por aquí" (risas).