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El calor, el cava y los puros envuelven la llegada de Celedón a Vitoria

Más de 40.000 personas no han querido perderse la llegada del mítico aldeano a una ciudad que comienza hoy su carrusel festivo.

El calor, el cava y los puros envuelven la llegada de Celedón a Vitoria

VITORIA. Las cinco de la tarde, una hora antes de la "bajada" del Celedón, y en la plaza que cada año le da la bienvenida era difícil ya encontrar un hueco sin ocupar por las cuadrillas fieles a la tradición.

Arriba, en la balconada de la Iglesia de San Miguel, desde la que se contempla la céntrica plaza vitoriana, autoridades e invitados, han esperado también bajo un intenso sol el "txupinazo" con el que comienzan las fiestas de La Virgen Blanca, patrona de la ciudad.

Bajo la mirada fija de la patrona desde su hornacina, Celedón, ataviado con el típico traje de aldeano alavés y con su inseparable paraguas en mano, ha descendido en su particular "tirolina" desde el campanario de la Iglesia de San Miguel hasta un balcón de la Plaza.

La alegría se ha desatado y las alrededor de 40.000 personas congregadas para la fiesta han vivido una vez más su viaje aéreo con vítores, cánticos y aplausos.

El humo de los puros que se han prendido tras el cohete le han acompañado en su descenso, en el que la altura a la que viaja le ha librado de las salpicaduras del cava de las botellas con las que los presentes hacen frente a la sed y al calor.

En pocos minutos, Celedón ha llegado a la primera meta, el balcón, y ha saludado a los presentes. Pero quedaba lo más complicado, más si cabe en un día de tórrido calor como el que se vive hoy en Vitoria: cruzar la marea humana que llenaba cada milímetro de los 115 metros que le separaban de su meta definitiva.

Escoltado por blusas y pese a los múltiples intentos de tocar al personaje del día, algunos afectuosos, otros no tanto, Celedón lo ha vuelto a conseguir.

En menos de un cuarto de hora desde que saltase del campanario de San Miguel, el aldeano de Zalduondo (Álava) ha llegado a la balconada.

Sudoroso, colorado, cansado, pero satisfecho, Gorka Ortíz de Urbina, que encarna desde hace más de una década al alavés más ilustre, se ha secado la cara con una toalla, ha cogido aire y, tras cumplir con el obligado saludo al alcalde, Javier Maroto, y al txupinero, ha abierto su paraguas y ha saludado a su afición.

"¡Gora Andra Mari Zuriaren jaiak ! ¡Vivan las fiestas de la Virgen Blanca!, ha gritado una y otra vez, mientras brincaba y la banda municipal tocaba la tradicional canción en su honor: ¡Celedón ha hecho una casa nueva. Celedón, con ventana y balcón!.

Con este ritual festivo se han dado por inauguradas unas fiestas que este año han tenido en su pistoletazo de salida un especial tono reivindicativo y solidario con los que más sufren la crisis.

En este sentido, el txupinazo lo ha lanzado el presidente del Banco de Alimentos de Álava, Daniel Fernández, a quien ha cedido el honor el grupo municipal socialista del Ayuntamiento al que le tocaba este año.

Además, en la balconada y junto con las autoridades, se han podido ver pancartas contra la fracturación hidráulica y otras portadas por trabajadores municipales rechazando los recortes del consistorio.

Como cada año, en la plaza se han colgado también pancartas en demanda del acercamiento de los presos de ETA a cárceles próximas a sus domicilios.

Entre las autoridades que no han querido dejar de ver de cerca a Celedón, además del alcalde de la ciudad, Javier Maroto, han estado en la balconada el diputado general de Álava, Javier de Andrés, la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, o la consejera vasca de Medio Ambiente, Ana Oregi, además de parlamentarios, concejales o junteros de varios partidos.

Uno de los grupos más numerosos ha sido el formado por representantes institucionales de la izquierda abertzale, que han aprovechado la ocasión para vestir camisetas moradas contra las agresiones sexuales.