Como todos los funcionarios públicos hasta prácticamente nuestros días, Juan Luis Beltrán Aguirre (Pamplona, 21 de mayo de 1946) fue educado antes en la opacidad que en la transparencia. Lo dice quien pasó más de tres décadas como letrado del Gobierno de Navarra y ahora se dedica -entre otras labores, como la docencia honorífica en la UPNA- a coordinar el Consejo de Transparencia de Navarra, un organismo nacido en 2018 a raíz de la Ley de Transparencia, y cuyo objetivo es velar por el libre acceso de la ciudadanía a la información pública. Pero no solo eso. Beltrán también tiene como reto “sensibilizar” a la ciudadanía de que la opacidad ya nunca más será la norma, ya que el avance de los tiempos y la tecnología han quebrado todo ese sistema de secretismos que ha salpicado incluso a la política.

En tiempos de noticias falsas, ¿es más importante que nunca la transparencia?

Los ciudadanos y empleados públicos tienen que empezar a ser conscientes de su derecho a saber. Y eso lo tenemos que hacer nosotros, porque entre nuestras atribuciones está velar por el acceso a la información, pero también sensibilizar a la sociedad en su conjunto de que tienen derecho a saber. Lo que pasa es que la ley no es una varita mágica. A partir de la ley hay que crear cultura de transparencia, y es un proceso lento, que lleva años, y poco a poco vamos dando pasos.

¿Ve a la ciudadanía concienciada con que tiene ante sí la posibilidad, inédita, de acceder a todo ese canal de información?

Hace dos años se hizo una encuesta de resultado decepcionante: el ciudadano medio no sabe que hay una ley que le faculta a usar información pública en su propio provecho, incluso lucrativo, para él o su empresa. El propietario de esa información es el ciudadano, y esa es la filosofía del Consejo. Pero eso no se sabe, por eso es tan importante la sensibilización.

¿Quiénes reclaman información?

Más que el ciudadano de a pie, investigadores, periodistas, funcionarios… el 80% de las reclamaciones son de investigadores. El ciudadano normal y corriente no se ha enterado.

¿Y los políticos, cómo cree que afrontan esta revolución de la transparencia?

El político prefiere la opacidad a la transparencia. ¿Por qué? No porque quiera hacer algo malo, sino porque cuanto menos se entere su oposición, menos le van a incordiar. Es el juego político. Al político le cuesta asumir que tiene que ser transparente incluso con la oposición, y que esa es la auténtica democracia. Yo diría que sí están por la labor de ser más transparentes. Otra cosa es que tengan que cambiar su chip porque no están educados en la transparencia, sino más bien en lo contrario, por interés político.

¿Cómo está Navarra, en el panorama general, en cuanto a transparencia?

En Navarra, el Gobierno, el Ayuntamiento de Pamplona y la Mancomunidad tienen un nivel de transparencia por encima de la media. Van bastante bien, les queda mucho por hacer, pero si tengo que ponerles una nota, les pongo un siete, casi un notable. En eso vamos adelantados. En cambio, las entidades pequeñas, entre ayuntamientos, concejos y mancomunidades, tienen mucho debe. Pero porque, materialmente, los concejos no pueden cumplir con las obligaciones de transparencia. Y ahí el Gobierno de Navarra tiene que ayudar mucho.

Acaba de visitar el Parlamento. ¿Les hace peticiones a los políticos?

Sí. Queda toda la regulación de los grupos de presión, de los criterios que tienen que regir las relaciones de los grupos de presión con los altos cargos. Por ejemplo, si la presidenta mantiene una reunión con una empresa farmacéutica, la ley establece que tiene que agendarse, informarse y después, proporcionarse un reporte informativo. Pero hace falta un decreto que articule todo eso. Y eso está pendiente, por ejemplo.

¿Ha conseguido arrancarles el compromiso de desarrollarlo cuanto antes?

Sí, la Administración ya está en ello. Y yo espero que con todo esto del covid y demás, podamos tener el decreto ley para la primavera.

Hay una polémica latente en Navarra. Los parlamentarios, que han legislado para que el Gobierno tenga que hacer públicos sus bienes, no publican sus declaraciones.

Esto es algo que pasó en la ley estatal y en las leyes autonómicas. Los Parlamentos se excluyeron de la ley como sujetos obligados, porque las leyes de transparencia se dirigen a controlar al poder ejecutivo, no al legislativo. Pero me consta que se está trabajando para incorporar un capítulo específico en el reglamento.

¿Llega tarde?

Podría haberse hecho antes. Pero cuando se abordó la reforma del reglamento, en la legislatura 2011/2015, faltó consenso. Yo creo que ahora sí que habrá consenso.

Hay quien dice que las declaraciones de bienes son puro chisme.

Se enfrentan dos derechos: la intimidad y la transparencia. Esto es algo que han aclarado ya los tribunales constitucionales, que han resuelto que en caso de ser cargo público, prevalece el derecho a la transparencia. Es una servidumbre del cargo político. Yo les diría: si no aceptas esto, no seas cargo público.

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Navarra se encuentra en la media de territorios en cuanto a reclamaciones al Consejo de Transparencia. Es adonde los ciudadanos e investigadores acuden cuando la Administración les pone alguna pega a la hora de facilitarles información pública.

36

Beltrán detalló ayer que, en lo que va de año, al Consejo de Transparencia le han llegado 36 reclamaciones ciudadanas, y la estimación es la de llegar mínimo a 40. Los temas que más preocupan a la ciudadanía y por los que más tienen que mediar son relativos a Sanidad -en un año marcado por la pandemia de coronavirus-, Hacienda y Educación.

Transparencia y Parlamento. Unai Hualde, presidente del Parlamento, avanzó que los servicios de la Cámara trabajan en una norma de acceso a la información y transparencia específica para el propio Parlamento foral.

“Me consta que el Gobierno ya trabaja en un decreto para regular las relaciones con los grupos de presión”

“La transparencia es una servidumbre del cargo público; el que no esté de acuerdo, que no sea político”