Unos 40 reclusos de la cárcel de Pamplona se encuentran aislados en uno de los módulos del centro penitenciario al haberse infectado de coronavirus. Es el primer brote que se registra en la prisión de la capital navarra, en la que la pandemia no había tenido prácticamente ninguna repercusión hasta ahora.

Los internos que han dado positivo en test de antígenos permanecen en sus celdas, sin contacto con el resto de los reclusos. Igualmente, como medida de prevención para contener los contagios, se han suspendido las comunicaciones con el módulo en el que se ha localizado el brote covid.

RESTRICCIONES EN EL CENTRO

Además, la dirección del centro penitenciario navarro ha interrumpido las entradas del personal externo a todo el centro, personal de culto, asociaciones, profesores, etc. Asimismo, otro de los módulos libres de covid se ha habilitado para albergar a los internos que desarrollan tareas fundamentales para el funcionamiento del centro (cocina, lavandería, economato...) y para aquellos que acaban la cuarentena en el módulo de ingresos, con el fin de que no haya contacto con los reclusos que han dado positivo en covid.

El pasado día 9 de diciembre ya paralizó los vis a vis (visitas personales a los reclusos) y el pasado 5 de enero ordenó suspender los permisos de los internos. Todos los reclusos que disfrutaron de permisos durante las pasadas Navidades, pasaban una cuarentena de diez días en el módulo de ingresos, hasta que se verificaba la ausencia de síntomas.

MAYORITARIAMENTE VACUNADOS

Sin embargo, en estos momentos unos 40 internos se encuentran contagiados, una situación inédita durante toda la pandemia, todos ellos sin síntomas graves. La práctica totalidad de los reclusos fue vacunada antes que la población en general con la vacuna monodosis de Janssen, y también recibieron la dosis de refuerzo.

Durante su actividad cotidiana, en los casos que no es posible mantener distancia de seguridad, los internos de la cárcel de Pamplona van provistos de mascarilla. Por su parte, los trabajadores del centro que mantienen un contacto más cercano con los internos van equipados con mascarillas FP2, mientras que en aquellos puestos en los que la cercanía con los reclusos es menor se emplean mascarillas quirúrgicas.