La pandemia les sorprendió en el ecuador de su primer año universitario, en una carrera que, como ellos, daba sus primeros pasos en la Universidad Pública de Navarra. Esther, Ane, Jorge y Sandra, y el resto de sus compañeros de clase, pasarán a la historia por formar parte de la primera promoción del grado de Medicina de la UPNA. Y quién sabe si de algo más. No es fácil ser los primeros en embarcarse en una nueva carrera universitaria, sentirse un conejillo de indias, pero estos estudiantes, procedentes de Burgos, Cáceres, Pamplona y de un "pueblito" de Gipuzkoa, no se arrepienten de la decisión que tomaron el verano de 2019. Aplauden la decisión de la UPNA de mantener tanto las clases presenciales como las prácticas, que les han permitido descubrir la profesionalidad y calidez del personal sanitario a la hora de atender una crisis sin precedentes. Una pandemia que les ha reafirmado en su vocación por dedicarse a la medicina al tiempo que le ha destapado el lado oscuro de la que será su futura profesión: saturación, sensación de abandono y una preocupante falta de recursos. Por eso, estos estudiantes tienen clara su petición: escuchar a los verdaderos expertos a la hora de tomar decisiones y dotar a la sanidad de recursos y de unas mejores condiciones laborales.

Vocación sanitariaLa primera promoción de Medicina de la UPNA

La primera promoción de Medicina de la UPNA

A Esther Etayo Aguiniano, pamplonesa de 20 años, la vocación por estudiar Medicina le viene por parte de madre, que trabaja en la UCI del Hospital Universitario, mientras que en casa de la burgalesa Sandra Abad Gómez ambos progenitores trabajan en el ámbito sanitario, lo que también le empujó a decantarse por esa rama. A diferencia que sus compañeros, que si tenían algo más de recelo por matricularse en una carrera nueva, Sandra lo vio como una ventaja. "En casa pensamos que como la Universidad de Navarra tiene mucho renombre si la UPNA tenía tanto interés en ofertarla era porque quería hacerlo bien".

Jorge Regadera Carrasco, de Cáceres, reconoce que de Pamplona sólo había oído hablar de los Sanfermines. "Descubrí que quería ser médico a los 16 años, hice un voluntariado y me gustó. Me esforcé mucho para sacar una buena nota en Bachillerato y cuando tuve que elegir me hablaron de Pamplona. Vine en verano, me convenció la ciudad, su sistema sanitario es muy bueno y estoy contento con la elección", asegura. La gipuzcoana Ane Martínez Ojuel no tiene un entorno sanitario pero "me interesaba entender cómo funciona el cuerpo humano y me decanté por la rama sanitaria. No me quise centrar en Medicina porque era una presión que no estaba dispuesta a sostener, pero me fue bien, saque nota y eché a muchas universidades y al final aquí estoy".

Los cuatro recuerdan sus inicios con ilusión. Para la mayoría, la aventura universitaria supuso también dejar el nido, una nueva vida en un piso de estudiantes. La cosa pintaba bien y, como recuerda Jorge, "pudimos vivir la Carpa de octubre". Sin embargo, en el segundo semestre su vida, como la de todos, saltó por los aires. "Cuando cerraron la universidad nos fuimos todos a nuestras casas. Pensábamos que nos íbamos 15 días, como unas vacaciones", recuerda. De hecho les retrasaron un examen de Anatomía e "incluso nos alegramos". Luego la historia se fue alargando y "en mi caso no volví hasta septiembre".

Prácticas en pandemiaObservar la pandemia con mirada de estudiante

Observar la pandemia con mirada de estudiante

Seis meses después de la declaración del estado de alarma, estos estudiantes regresaron al campus. Y lo hicieron recuperando la presencialidad al 100%. "La decisión fue muy positiva. Recuerdo que tenía amigas en otras universidades que sólo iban un día a la semana. Nosotros recuperamos las clases con normalidad lo que nos permitió volver a la rutina y socializar", asegura Esther.

Y no sólo se mantuvieron la docencia sino que también pudieron realizar sus primeras prácticas en espacios sanitarios, que en el grado de Medicina de la UPNA comienzan en segundo. "Las prácticas se desarrollaron con normalidad tanto en centros de salud como en hospitales", destaca Sandra. De esta forma, estos estudiantes pudieron observar y empaparse de la atención a pacientes covid. "Es cierto que comenzamos en mayo de 2021, cuando la cosa estaba más tranquila, pero sí atendimos a pacientes con coronavirus en centros de salud, en atención domiciliaria... No estábamos en planta covid pero sí tuvimos que usar las Epi y pudimos ver cómo ser realizaba la atención", explica el joven de Cáceres. Sus compañera Ane asiente. "Nos tocó ver cómo se gestionaban los cribados y se llamaban a las cuadrillas completas, cómo hacían las pruebas de antígenos a la gente que venía con síntomas... Eso sí, siempre nos han protegido muchísimo. Eran los médicos quienes hacían todo, nosotros nos quedábamos como observadores corriendo el menos riesgo posible", puntualiza esta estudiante gipuzcoana. Sandra, por su parte, apunta que "comprobé cómo la pandemia afectaba a la atención normal".

Estos cuatro futuros médicos reconocen que les hubiera gustado estar ya en los últimos años de carrera para poder haber ayudado en esas primeras semanas. "Veía las imágenes en la tele y pensaba que sería bonito estar ahí", reconoce Jorge y añade que "nos daba pena no poder ayudar. Como suelen decir los médicos que no pase nada pero, si pasa, que esté yo".

Más vocaciónConvencidos de la decisión de ser médico

Convencidos de la decisión de ser médico

La pandemia, según los últimos estudios, ha disparado las vocaciones sanitaria. En concreto, en 2021, las solicitudes para estudiar Medicina a nivel estatal crecieron un 44%. Enfemería y otros grados de esta rama también registraron importantes subidas. Ane, Esther, Jorge y Sandra eran unos recién llegados a la universidad cuando irrumpió la covid-19 y, según reconocen, esta crisis sanitaria les ha reafirmado en su decisión de dedicarse a la medicina. Ahora bien, la pandemia les ha hecho reflexionar acerca de la saturación del sistema y la falta de recursos. "No he sentido miedo por la covid-19, hay más enfermedades por las que también tienes riesgo de contagiarte en el hospital, pero sí me ha dado recelo ver el nivel de saturación que tiene el personal sanitario. Lo he visto con mi madre que es enfermera. Veía la carga de trabajo y el nivel de saturación y pensaba me voy a meter ahí...", reflexiona Sandra. Su compañera Esther, cuya madre ha estado y está en primera fila, en la UCI, tuvo la misma sensación: "No tanto por el miedo al covid sino por el hecho de pensar si pasa algo, si hay otra pandemia, los sanitarios van a ser de nuevo los que más trabajen. Le veía a mi madre y pensaba igual no merece la pena, pero pronto se me pasabas".

Ane, al no vivir en un entorno sanitario, trató de "vivirlo como una estudiante más, intenté no ponerme en el papel de un médico porque estoy lejos de serlo y no creo que me viniera bien". Ahora bien asegura que nunca pensó en abandonar el barco. A su compañero cacereño le sirvió para confirmar que iba por el buen camino. "Creo que la Medicina no es una profesión al uso sino una forma de vida. La gente no trabaja en medicina sino que es médico", asegura Jorge.

DenunciaSanitarios saturados y falta de recursos

Sanitarios saturados y falta de recursos

Estos estudiantes lamentan que aquellos aplausos dirigidos a los sanitarios no hayan cristalizado en un aumento de los recursos y una mejora de las condiciones laborales de los profesionales. "Con los aplausos parecía que la gente mostraba agradecimiento pero a nivel de políticas parece que ya se han olvidado y estamos igual que antes", afirma Esther. Su compañero Jorge es tajante. "No hemos aprendido nada. La pandemia la han salvado los sanitarios que lo han nado todo con recursos escasos. Ya no sé por qué ola vamos y siguen pillándonos desprevenidos. En dos años de pandemia no se ha dotado de más recursos a la Atención Primaria", afirma. La estudiante burgalesa considera que "no solo no hay más recursos sino que creo que se están perdiendo porque los sanitarios también se infectan, cogen baja y no se sustituyen. Y en una planta tienen que hacer el mismo trabajo con menos". Por su parte, Ane habla de su experiencia en un centro rural. "La sensación fue de abandono. La carga de trabajo es más alta de la que había antes y además tienen que formarse porque al final es una enfermedad nueva", remarca.

Asimismo, Esther lamenta ciertos comentarios que se escuchan en las salas de espera. "Estoy esperando al médico y ahora va y se va a tomar un café, se escucha. Y cuando dicen eso no saben cómo están, si ha atendido ya a 30 pacientes...".

Estos estudiantes se muestran muy críticos sobre el tratamiento de las vacunas. "Ha habido demasiada información y se ha llegado al extremo de que la gente pregunte qué vacuna le van a poner, algo impensable con otras enfermedades. Se ha generado un problema a nivel social ya que hay gente de riesgo que dudaba si vacunarse o no y había que convencerle o directamente no quería vacunarse. Se ha puesto en duda la credibilidad de la gente que sabe", se lamenta Sandra, que recuerda que todos los fármacos tienen efectos secundarios y nadie se plantea tomarse un ibuprofeno. En esta misma línea, la estudiante gipuzcoana cree que "la información extraída a partir de datos científicos no es una opinión. Son hechos y con ellos tu puedes decidir vacunarte o no, pero no se puede dudar de su credibilidad". Por su parte, Jorge cree que la clase política tiene parte de culpa ya que los protocolos y pautas de vacunación se han sometido a muchos vaivenes. "Se han basado más en decisiones políticas que en científicas".

Futuro sin restriccionesVacunar a otros países y no olvidar que existe

Vacunar a otros países y no olvidar que existe

Estos estudiantes ven asumible levantar las restricciones. "Esta es la nueva normalidad, no va haber una realidad mejor y debemos vivir con ella", afirma Jorge. Su compañera Sandra apuesta por seguir promocionando la vacunación mientras que Esther destaca que "ahora mismo está controlada pero no podemos hacer como si no existiera. Lo más importante ahora es vacunar a otros países para que no se formen cepas que sí podrían afectar a la nueva normalidad".

En cuanto a su futuro, estos estudiantes reconocen que su experiencia en las prácticas les ha permitido descubrir algunas áreas que a priori no contemplaban "Siempre había pensado en médico de familia, porque me gusta el trato con los pacientes, pero el otro día estuve una mañana en el quirófano y me plantee cirugía", asegura Ane. A Esther le ha pasado lo contrario. "Pensaba que la relación con el paciente me iba a costar un poco y me ha gustado muchísimo", reconoce. La estudiante de Burgos sí tiene claro que le gusta la cirugía de urgencias, la medicina de emergencia, un mundo, esté último, que apasiona a Jorge. "Me gusta mucho el paciente crítico, la medicina intensiva... pero también me interesan especialidades como la oncología o la hematología, en las que compaginas la investigación".

Y es que ,como recuerda este joven, con la investigación "se puede salvar más vidas que siendo médico clínico", pero en España "no está reconocido y la precariedad es absoluta". "Creo que deberían plantearlo como una opción atractivo para que la gente se quiera dedicar a ello".