Han salido Trump y Von der Leyen marcando pulgar como lo hace Milei, santo y seña de una época pubescente, en la que en España se idean esculturas gigantes a modo de reclamo turístico. Al fascismo le gustaba perpetrar monumentos XL y esta derechona va camino de los XXL. Es de temer que la extravagancia cale, que si en Burgos llegasen a elevar un toro del tamaño de la Torre Eiffel, o en Madrid un Jesucristo como un rascacielos, las ocurrencias continuarán y en otros sitios subirán la apuesta, en nombre de la identidad y del turismo. Al fin y al cabo el Ecce Homo de Borja también movilizó al dominguero que llevamos dentro y en Vigo ya ha arrancado la Navidad. Tiempos memos, ejemplos bizarros; ande o no ande caballo grande, turismo de selfie y p’alante.
Guerras culturales
Como en los mares asolados por los microplásticos, nadamos entre ofertas de consumo con un punto ya grotesco. En Europa, la decadencia política es contumaz viendo la inacción de la UE frente a Israel. Ahora Von der Leyen muestra el pulgar porque Trump nos mete un 15% de aranceles. Este ‘amén presidente, en vos confío’ que tanto se prodiga a EEUU, gobiernen demócratas o republicanos, daría para una enciclopedia sobre la servidumbre.
Hablando de libros, el filósofo Manuel Cruz prepara uno para octubre sobre el “eclipse de las ilusiones en el mundo actual” y un clima de derrota que nos deja resabiados en el terreno teórico y resentidos en el político. Lo publicará con Galaxia Gutenberg . Otra editorial, Catarata, acaba de sacar Las guerras culturales globales. Uno de sus coordinadores, Celso Sánchez, es profesor titular de Sociología de la UPNA. En este ensayo participan además, entre otros, los catedráticos Josetxo Berian y Vidal Díaz de Rada, y los profesores Javier Gil Gimeno, Pablo Echeverría y Sergio García Magariño, todos de la UPNA. El propósito, señala la sinopsis, es retratar los malestares y “ofrecer claves interpretativas para comprender y orientarse en un mundo que ya no es el de ayer”. Escuchar a Berian y a García Magariño es ilustrativo para desentrañar el actual brote reccionario. No se pierdan la conversación entre ambos que aquí insertamos.
Relato restaurador
El mundo atraviesa unos cambios que se le han indigestado a parte de la generación que nació en las transformaciones de los setenta y ochenta. George Monbiot y Peter Hutchison en La doctina invisible (Capitán Swing, 2024) señalan el éxito de un relato de restauración supuestamente libertaria contra el Estado. Un marco posneoliberal de desigualdad pesada y emancipación ligera, con capitalismo duro sin contrapesos democristianos, en la que se va legitimando la violencia en defensa del way of life. Todo es parte de la inercia autoritaria, que puede comerse a una sociedad desde dentro, al igual que la tenia desde el intestino.
Riesgo de deriva
Como afirmó Nicolás Sartorius hace un año, a pregunta de quien esto escribe, “el ultraliberalismo siempre conduce al autoritarismo”. Vasos comunicantes que afectan primero a los sectores más vulnerables. Así pues, los mandarines de la distinción quieren volver a un mundo impúdicamente clasificatorio, con componentes descarnados de racismo y aporofobia. Tablero imperial lleno de submundos que parecen observarse más desde el temor, la hostilidad, la indiferencia o el repelús que desde la solidaridad, En ese imperio del más fuerte, quien no triunfa fracasa y quien no gana pierde. De esa disparidad también se nutren la exclusividad y el lujo, ahora tan en boga.