El estallido provocado por el volcán indonesio Anak Krakatoa, que causó un tsunami y 430 muertos y 22.000 desplazados, es la última gran erupción en la zona más inestable del planeta desde el punto de vista sísmico, pero se trata de un episodio de menor intensidad a otros documentados en la zona. Lo cuenta el presidente de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE), el catedrático de la Universidad de Alicante Jorge Olcina, que relata que el estallido el pasado día 22 de diciembre del Anak Krakatoa -que significa literalmente hijo del Krakatau- en el estrecho de Sonda, entre las islas de Sumatra y Java, originó un deslizamiento de tierra submarino que, a su vez, propició un tsunami que asoló esta parte de la costa de Indonesia.

Las autoridades indonesias no han ofrecido hasta ahora una explicación oficial de la causa, aunque una de las hipótesis más recurrentes es que el desplome de una sección del volcán produjo el tsunami. El Anak Krakatoa se alzaba en una isla del estrecho de Sonda a 340 metros sobre el nivel del mar pero, tras lo sucedido, su altura ha quedado reducida a 110 metros. Los investigadores han examinado imágenes tomadas vía satélite para calcular la cantidad de roca y ceniza que se desprendieron al mar, y apuntan a que el volcán ha perdido más de dos tercios de su altura y volumen. Además, gran parte de esta masa perdida podría haberse deslizado en un solo movimiento.

derrumbe del volcán La caída de esta sección en el mar puede ser el origen de las olas de hasta cinco metros metros que se abatieron en las costas del sur de Sumatra y del oeste de Java la noche del sábado 22 de diciembre. Las impactantes imágenes del momento del volcán arrojando magma y materia en suspensión, y la posterior devastadora ola marina se han propagado en los medios de comunicación cuando, en realidad, no ha sido una gran erupción desde el punto de vista histórico. De hecho, habría hecho falta multiplicar por mucho la erupción para que pudiera causar desajustes en la circulación atmosférica, como sí ocurrió con algunos de los volcanes que ocupan la misma zona de Indonesia en el siglo XIX, según explica Olcina. El Anak Krakatoa se formó en 1927, años después de la erupción en 1883 del originario y cercano Krakatoa, mucho más potente, que causó 36.000 muertos e incluso desajustes en el tiempo atmosférico. Las cuatro violentísimas explosiones del 27 de agosto de 1883 se escucharon a 5.000 kilómetros de distancia y se considera el sonido más alto registrado, ya que alcanzaron los 180 decibelios a 160 kilómetros.

Del mismo modo, se sabe que, a consecuencia del tsunami que originó, destruyó 295 ciudades y que la gigantesca ola tuvo fuerza para recorrer el océano Índico, doblar el cabo de Buena Esperanza y llegar tras un viaje de 48 horas hasta España y Francia, donde en Rochefort se detectó una perturbación en forma de ola que avanzaba a 200 metros por segundo y que mató a algunas personas el 29 de agosto.

Esta erupción del Krakatoa fue ampliamente publicada en La Gaceta de Madrid a finales del siglo XIX por la tragedia que desencadenó en el conocido como Anillo de Fuego del Pacífico, un área con 127 volcanes en activo y en “continua formación” que registra 7.000 temblores al año por la convergencia de las placas filipina e indonesia.

una catástrofe que marcó Sin embargo, el mayor estallido de la historia científica reciente corresponde a otro volcán del mismo entorno, el monte Tambora, en abril de 1815. Con un índice de explosividad volcánica de 7, el Tambora emitió a la atmósfera el equivalente a 100 kilómetros cúbicos de ceniza y provocó unas 92.000 víctimas mortales, según las autoridades de la época. Esa erupción coincidió en una época en la que no había casi comunicaciones pese a que, en muy poco tiempo, este desastre natural causó un enfriamiento del clima en el hemisferio norte que duró varios años hasta el punto de haber un “año sin verano”, el de 1816. Sin apenas noticias en España de lo realmente ocurrido, el londinense The Times fue el único que publicó una noticia siete meses después, aunque mucho antes había habido numerosas referencias impresas acerca de lo “anómalo” del tiempo atmosférico, que en España se concretó en un periodo más frío y seco.

Olcina señala que los fenómenos meteorológicos desencadenados por el Tambora tuvieron una gran influencia en todos los campos, incluido el arte, donde la peculiaridad de los cielos fueron retratados por el pintor inglés John Constable, con unos tonos cenicientos que se relacionan con el polvo volcánico en suspensión. Otro ejemplo es que las lluvias y las temperaturas otoñales en Europa a causa de estas cenizas evitaron que un grupo de ingleses disfrutara del habitual verano en el lago Leman, en Ginebra, y empujaron a una de ellas, la joven Mary Shelley, a escribir su famosa obra de terror, Frankenstein. De la erupción del Krakatoa en 1883 también queda el conocido cuadro El grito de Munch, con su cielo de vivos tonos anaranjados.

Actividad volcánica. Indonesia es uno de los países con mayor actividad eruptima. Es un archipiélago de 17.000 islas e islotes y 129 volcanes activos que se encuentra en el Anillo de Fuego del Pacífico, en el que se producen el 90% de los terremotos del mundo.

Primera vez. El tsunami del día 22 de diciembre en el estrecho de Sonda, que separa las islas de Java y Sumatra, fue el primero registrado en Indonesia que no tiene su origen en un terremoto sino en un volcán. Hace seis años, el colapso del Anak Krakatoa y la generación del tsunami se consideró un peligro potencial, ya que los científicos incluso identificaron el flanco occidental del volcán como la sección con mayor probabilidad de desplomarse.

El ‘tsunami’ más mortífero. El peor tsunami del que se tiene registro en Indonesia sucedió el 26 de diciembre de 2004 y causó 167.000 muertos en el país, además de otros 59.000 en 11 países bañados por el océano Índico, como Tailandia, India o Sri Lanka.

La erupción más letal. La peor erupción registrada del Krakatoa data del año 1883, cuando el país estaba bajo dominio holandés y, de acuerdo con los documentos de esa etapa colonial, murieron como mínimo 36.000 personas debido a una serie de olas gigantes que arrasaron las costas del estrecho de Sonda.

El sonido más potente. El estruendo más potente registrado en la historia se escuchó a más de 5.000 kilómetros de distancia y sus cenizas, expulsadas hasta a 80 kilómetros de altura, oscurecieron el cielo de la región durante días.