teherán - Las sanciones estadounidenses han llevado al borde de la pobreza a la población iraní, que desde la retirada de Washington del acuerdo nuclear de 2015 es la principal víctima de la grave crisis económica que atraviesa el país.

A diario son tangibles los perjuicios económicos en la vida de los iraníes, que en un principio tuvieron que reducir sus actividades de ocio hasta que hoy en día su máxima preocupación es llegar a fin de mes y poder comprar los productos alimenticios básicos.

La situación económica empezó a empeorar hace justo un año, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que EEUU abandonaba el acuerdo nuclear logrado en 2015 entre Irán y seis grandes potencias mundiales y volvía a imponer sanciones al país persa.

Las sanciones estadounidenses afectan, entre otros, al sector bancario y petrolero, el talón de Aquiles de Irán, cuya economía depende en buena parte de las exportaciones petroleras. De hecho, la tensión ha aumentado desde que el pasado mes EEUU decidiera no renovar las exenciones a la compra de crudo otorgadas a ocho países con el objetivo de presionar aún más a Irán.

En medio de estos tira y afloja con la comunidad internacional, la población iraní sufre las consecuencias de las sanciones. El Gran Bazar de Teherán, reconocido como el corazón de la economía del país, está colapsado, con algunas tiendas cerradas y otras en pérdidas.

Hosein, un comerciante de ropa infantil del bazar, explicó que desde que comenzaron las sanciones el nivel de sus ventas ha caído y que solo en los últimos tres meses se ha reducido un 60%.

“La gente solo viene y mira, no compra porque no tiene dinero y ya nosotros ni insistimos en que compren porque entendemos que no tienen la capacidad económica para hacerlo”, comentó.

Varios ciudadanos consultados confirmaron que han reducido considerablemente sus compras de pollo y que la carne de vacuno y cordero directamente ha desaparecido de sus mesas.

El precio de todos los alimentos se ha multiplicado y la subida es en ocasiones diaria, mientras que algunos productos esenciales, incluso medicamentos, escasean en el mercado debido a las restricciones a las importaciones causadas por las sanciones.

La escasez ocasional de bienes también se debe a la corrupción interna, al acaparamiento que hacen algunos empresarios y comerciantes a la espera de que los precios aumenten.

Por ello, los problemas económicos han generado una gran desconfianza en la población que ante cualquier rumor sobre la subida del precio de algún producto acude rauda a adquirirlo. La semana pasada se formaron por ejemplo largas filas en las gasolineras tras publicarse un aumento del litro de gasolina. - Efe