"Ahora hace frío, hay bastante nieve en los montes, pero hacia finales de marzo partiremos". Este es el plan del afgano Fazil Rahman, compartido por centenares de migrantes que esperan a la primavera para abandonar Bosnia y dirigirse a los países del norte de la UE.

Para abandonar Bosnia en invierno deberían cruzar las montañas heladas que bordean la frontera norte con Croacia. Esa zona guarda todavía numerosas minas de las guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia en los años 1990.

Una vez superadas las minas, entrar en Croacia tampoco es fácil. Los policía de ese país -según ONG como Amnistía Internacional y Human Rights Watch- tratan de forma brutal a los inmigrantes interceptados y a muchos de ellos les quitan sus pertenencias y los golpean antes de devolverlos "en caliente" a Bosnia.

Hace tres años, poco más de 700 migrantes llegaban a Bosnia. En 2019, esa cifra aumentó hasta unos 29.000, la mayoría de ellos huyendo de la violencia y la pobreza en países como Pakistán, Afganistán, Irak y Siria.

Muy pocos piden asilo en Bosnia Herzegovina -uno de los países más pobres de Europa- ya que esperan llegar a las naciones más ricas del norte del continente.

Después de que Hungría cerrase con una valla sus fronteras y de que el acuerdo de la UE con Turquía redujese la llegada de migrantes a las islas griegas, quienes se arriesgan a viajar por los Balcanes para tratan de entrar en la UE siguen esta ruta. El motivo: la frontera de Bosnia es la menos controlada de la zona.

Fazil Rahman se encuentra alojado con otros 730 inmigrantes y refugiados en Blazuj, cerca de Sarajevo, en un antiguo cuartel militar acondicionado como centro de acogida.

Las instalaciones de Blazuj está siendo adaptadas para acoger inmigrantes después de la clausura, en diciembre pasado, del improvisado campamento de Vucjak, en el noroeste, donde carecían de electricidad y agua y estaban en una condiciones "inhumanas" criticadas por la ONU y el Consejo de Europa. "Aquí estamos mejor que antes. Tenemos comida tres veces al día, ducha, retrete. Nos proporcionan ropa, calzado, mantas, camas nuevas", explica Rahman. Drazen Rozic, coordinador de la Organización Internacional para las Migraciones en Bosnia, explica que con ayuda de la UE se han donado contenedores para alojamientos y sanitarios.

Mohammad Moustachin, de Cachemira, lleva medio año en Bosnia. Es ingeniero de software y su sueño es llegar a Francia "Es un buen lugar para ingenieros. Aquí necesito muchos papeles para buscar trabajo, y en Francia tendré oportunidad para una vida mejor. Una buena vida, un buen sueldo, todo es mejor ahí para vivir", declara Moustachin. En varias ocasiones ha intentado cruzar la frontera con Croacia, pero hasta ahora no lo ha conseguido. Denuncia haber sido maltratado por la policía croata, incluso haber soportado descargas eléctricas, pero, a pesar del miedo, volverá a probar suerte. "Hay mucha violencia ahí. Tratan mejor a los animales que a nosotros", asegura.

En Bosnia unos 2.500 inmigrantes están alojados en los centros de acogida en Miral y Bira en el noroeste, cercano a la frontera con Croacia, en Salakovac (sur), y en Usivak y Blazuj, en los alrededores de Sarajevo.

todo menos pedir limosna Según datos de la OIM, en la capital hay todavía unos 500 inmigrantes fuera de los centros oficiales, en el noroeste del país unos 1.200, y en la ciudad norteña de Tuzla unos 350.

En Sarajevo se los ve ante los centros comerciales, panaderías y tiendas, buscando cualquier trabajo, ya sea ayudar a llevar la compra o vender pañuelos de papel. Cualquier cosa antes que pedir limosna.

Pocos se defienden en un precario inglés, algunos hablan francés, como el marroquí Youssef, quien, cuando la gente se le dirige en inglés, lo traduce al árabe con una aplicación en su teléfono móvil. Youssef desea ir a "España, si Dios quiere", asegura. Pero se niega a permitir que se le tome una foto por miedo a ser reconocido por la policía croata, con la que tuvo también malas experiencias cuando intentó pasar la frontera.

En el cantón noroccidental de Una-Sana, la región bosnia más afectada por la crisis migratoria, unas 1.800 personas han llegado desde comienzos de año, un número similar a enero de 2019. En total, hay unas 3.600 personas en los centros de acogida en la región, pero hay otros muchos que están en edificios abandonados.

Y las autoridades se preparan para una nueva ola de llegadas una vez que suban las temperaturas en la primavera.

29.000

Migrantes. En 2015 más de un millón de migrantes indocumentados llegaron a Europa. En ese entonces, la mayoría cruzaba el mar entre Turquía y Grecia, y luego se abría camino por Hungría hacia destinos más ricos como Alemania. Pero desde entonces, Turquía, Grecia y Hungría han dificultado ese viaje. Los que aún se arriesgan a hacerlo toman una nueva ruta a través de Bosnia y Herzegovina. Hace dos años, sólo 750 migrantes fueron registrados en Bosnia. En el 2019, esa cifra aumentó a 29.000.